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“Turistas aguantando la torre de pisa”. Foto (c) Michael Andrew Dawson
Oído absoluto1 (Para JP i la gente del altillo del workshop)
El panorama arquitectónico (como mínimo) español lleva desde el inicio de la crisis comunicando mucho. Mucho y mal. A mi entender, el grueso de la comunicación de arquitectura producida en este país es ruido blanco2: una amalgama esquizofrénica de imágenes sueltas, pequeñas memorias a menudo mal redactadas y algún plano suelto difundidos extensivamente a través de canales especializados no en la calidad, sino en la cantidad, ya que el sistema prima el número de visitas por encima de cualquier otra consideración. Y financia en consecuencia. No quiere ser este artículo un alegato contra dicha tecnología: a eso se le llama matar al mensajero. La tecnología es, antes que nada, un medio poderoso. Poderoso y democrático: ordenadores y cámaras de fotografía y video cada vez más potentes y de mejor calidad,3 programas de edición potentes y gratuitos. Difusión al margen de los canales establecidos aprovechando las inquietudes de los usuarios a los que se dirige en producto, sin intermediación ni de las editoriales ni de la academia. También, y este sería uno de los riesgos principales, sin su auditoría, al estar divorciados los dos mundos. La mayor parte de la difusión de arquitectura de calidad tendrá todavía otra derivada: su especialización. Su carácter específico que la hace apta sólo para un público muy específico, conocedor de los códigos y las convenciones del medio.
Una reflexión sobre la (nueva) difusión de la arquitectura pasa por entender que los arquitectos somos ciudadanos a priori. Ciudadanos dotados de unos conocimientos específicos4 que nos permiten producirla. Lo que, eventualmente, produce una segunda derivada en la ecuación: los arquitectos, normalmente apasionados por nuestra profesión, poseemos una mirada entrenada sobre la arquitectura. Una mirada absoluta5 que, desde dicha pasión, nos permite discernir estructuras, revestimientos, detalles. Materiales, colores, formas y, sobre todo, relaciones. Dicha mirada debe de ser la mirada del ciudadano. La comunicación de arquitectura debe ser usada forzosamente para devolver esta capacidad de mirar al ciudadano. A un ciudadano que eventualmente es arquitecto. No a los arquitectos específicamente. No si queremos romper nuestro actual ensimismamiento masturbatorio.
Así, la mirada de los (nuevos) medios de comunicación debe conservar la pasión inicial para, a través de ella, contar la arquitectura que se va a describir. O para transmitirla. Lo que no se hace con ruido, sino proporcionando al usuario una experiencia. Una experiencia se entiende, en este caso, como una obra autónoma que se relacione con la obra de arquitectura a mostrar: algo que dé al medio una cierta consistencia y que transmita no a través del conocimiento, sino de las sensaciones. Un artículo con dibujos, fotografías y texto perfectamente hilvanados, una película, un libro son medios válidos para conseguir este efecto. Lo que implica un nivel de exigencia serio para con el usuario, consumidor, receptor del mensaje. No en sentido de elevar el registro del discurso hasta que éste sólo pueda ser comprendido por un público especializado, sino en el sentido de forzar la atención de dicho usuario. De reclamarle intensidad y energía. Un cierto esfuerzo a la hora de comprender. Después de estas consideraciones es cuando entra la técnica: una relación entre lo que se cuenta y cómo se cuenta que dará la forma de expresión. Otro de los errores comunes consiste en remedar con un medio lo que es propio de otros: una pantalla no es una revista. Una revista no es una película. Y así sucesivamente. Cada medio codifica un tipo de mensaje. Seguir estas reglas lo clarifica, y, a través de ellas, se obtiene libertad de acción. La reflexión conceptual sobre lo que se quiere contar es lo que va a permitir refundar la comunicación de arquitectura mucho antes que una reflexión sobre los instrumentos disponibles para hacerla.
(Bar Sport – Espai Barberí, Olot- Bar Catalunya, Sant Cugat del Vallès, 20-22 agosto 2014)