

Desde Veredes
“Todos los arquitectos conocemos la Exposición Universal de Barcelona de 1929 casi únicamente por lo que supuso para la arquitectura moderna la construcción del mítico “Pabellón de Barcelona”, es decir, el Pabellón de Alemania de Mies van der Rohe. Aquel evento internacional surgido de la necesidad de apertura de un país aislado al sur de los Pirineos tras la Primera Guerra Mundial, fue impulsado por el sector industrial (principalmente compañías eléctricas y energéticas) que albergaban grandes expectativas de futuro al final de “los felices años 20”, aunque en España esa “felicidad” estaba muy restringida a ciertas capas sociales favorecidas por una Dictadura Militar y por la herencia de unas estructuras socio-económicas decimonónicas totalmente obsoletas e inútiles para la gran mayoría de los ciudadanos.
En ese contexto, aquella exposición de palacios y pabellones —según la definió Solá-Morales1— mostraría una síntesis arquitectónica de ese confuso momento por el que transcurría la Arquitectura, aún deudora de un academicismo historicista (nacional) o de un noucetisme(catalán) por una parte, pero al tiempo con anhelos de desplegar las doctrinas de las nuevas vanguardias europeas en boga (neoplasticismo, funcionalismo y constructivismo, principalmente)…”
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ISSN 2605-3284
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