¿NOS ORGANIZAMOS BIEN LOS ESTUDIOS DE ARQUITECTURA?
Por Stepienybarno
“Son ya muchos años los que se lleva poniendo encima de la mesa que los estudios de arquitectura funcionamos de aquella manera y nuestras bases empresariales son cuando menos dudosas.
A ello, hay que añadir que muchas oficinas están acostumbradas a malas prácticas laborales o directamente a infringir la ley o estar en el límite de la misma.
Sobre todo ello, parece que es necesario seguir pensando en voz alta, para ver si se van produciendo cambios.
1_ MALAS PRÁCTICAS
Cuando un arquitecto termina la carrera, desde siempre, se ha visto con relativos buenos ojos que se fuera a trabajar a un estudio (a poder ser con cierto nombre) y que por cuatro duros o nada, trabajase lo que tocase.
El tema de los falsos autónomos o estudiantes en prácticas haciendo labores de arquitectos, por desgracia, sigue estando a la orden del día.
En más de una universidad en la propia matricula se paga una cantidad por tener derecho a unas prácticas, que normalmente o no se hacen o se hacen en condiciones que nada tienen que ver con el espíritu de las mismas. Por suerte, en este terreno hay excepciones que están muy bien como las becas que se organizan desde Fundación Arquia.
Según las encuestas más de un 25% de los arquitectos han estado o están en condición irregular en los estudios de arquitectura; aunque, seguramente, este porcentaje se queda corto.
Para más inri, muchos de estos estudios son dirigidos desde el ordeno y mando y no hay ni siquiera un trato cercano y amable para la gente que, en muchos casos, desesperadamente acepta trabajar en estas condiciones.
Los gritos en estas oficinas son habituales y las jornadas interminables, con fines de semana incluidos.
A su vez, este tipo de arquitectos suelen estar en las escuelas de arquitectura con actitudes prepotentes que nada ayudan a la enseñanza de arquitectura. Sobre esta figura reflexionábamos hace poco en nuestro post, Profesores de arquitectura (ver aquí).
Nuevamente, trabajar sin descanso es algo totalmente asumido en nuestra profesión, tanto si trabajamos para nosotros, como para otros, cuando, a buen seguro, no es la mejor manera de ser productivo. Seguimos confundiendo meter muchas horas, con ser más eficientes.
Por otro lado, están otros estudios que se venden con un rollo “más zen” y aunque aparentemente el trato es mejor, la realidad, eso sí exenta de los gritos, es parecida. Miles de horas por nada y si quieres cobrar, pues te buscas una beca o lo que puedas.
Además, se engatusará al arquitecto joven con frases tipo: “vamos a muerte con el concurso y si sale algo podréis colaborar con nosotros en el proyecto”. La realidad será que, si suena la flauta y se gana el concurso, estarán (o no) esos colaboradores ejecutando lo que los jefes digan.
Con ello, se sigue perpetuando las jerarquías en los estudios de arquitectura (…)”
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