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Hacia un arquitecto múltiple

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Pasear por la exposición previa de los proyectos fin de carrera, me produce la misma sensación que la famosa imagen del camarote de los Hermanos Marx. He constatado que ese atiborramiento, ese agobio que envuelve el ambiente, no es proporcional al número de proyectos presentados a la convocatoria de turno, sino a su uniformidad.

Programas similares, maquetas semejantes, infinitos planos, memorias y más memorias, recogen un inmenso trabajo, se agolpan uniformizando la profesión. Trabajos orientados a menudo por una normativa (generalizar tiene siempre el defecto de hacer pagar a justos por pecadores), en un sentido que a día de hoy es contraproducente.

Es cierto que, la titulación de arquitecto es habilitante, y que, históricamente, el proyecto fin de carrera se ha ido concretando como una prueba capaz de validar ese conocimiento global. Pero, no es menos cierto, que ahora la profesión también demanda otros perfiles, más abiertos, más múltiples, más transversales, diferentes. En ese sentido, se podrían plantear unas nuevas normas de juego; por ejemplo, habilitar la titulación con las asignaturas y construir un PFC dirigido a abrir el escenario. Ampliar las expectativas, construyendo nuevas normativas que hablasen de:

1_ De escala variable. Deberían tener cabida proyectos de mobiliario o de movilidad urbana, un museo o las rutas ciclistas de una provincia, una unidad para un campamento de refugiados o el proceso de recuperación de un barrio deprimido. Arquitectos del detalle, de lo social, del territorio….

2_ De formato abierto. En función de la escala de la intervención deberían juzgarse un modelo de negocio o la viabilidad legal de la propuesta; presentarse una maqueta o piezas 1:1 de un sistema patentado, tal vez un libro o una película documental. Arquitectos adaptados a soportes múltiples propios de diversos campos de conocimiento.

3_De autoría compartida. En una profesión de parejas, tríos, colectivos o equipos múltiples no cabe exigir la autoría biunívoca. Deben existir arquitectos artesanos, capaces de elaborar la totalidad de un proyecto de arquitectura, pero también profesionales con la habilidad de aglutinar, coordinar y organizar a grupos de trabajo para resolver un proyecto.

4_De especialización genérica o parcial. Tanto darían los proyectos que resuelven la totalidad de un edificio como los que matizan hasta el último detalle la jardinería, la estructura, las instalaciones o la fachada de un proyecto. No se puede pretender una profesión de especialistas y al mismo tiempo obligar a todos a pasar por el ojal de una aguja.

5_De tribunales cambiantes. Estructuras docentes capaces de adaptarse a las propuestas en lugar de adaptar éstas a los tribunales. Capaces de aplaudir las nuevas propuestas tanto como las ya conocidas, y de mentalidad abierta para apoyar el desarrollo de los nuevos profesionales, en los viejos y en los nuevos registros.

En definitiva se trataría de usar la obligatoriedad del proyecto fin de carrera, para abrir la profesión, para alentar nuevos caminos y nuevas fórmulas, para construir, por lo tanto, un modelo de arquitecto capaz de aportar a las necesidades múltiples de una sociedad cambiante. Esto no significa renunciar a la disciplina, sino aplicarla en todos los lugares en los que tiene cabida, ampliar sus horizontes, aportar arquitectura allí donde puede ayudar.

Se trata, por tanto, de reinventarse, de abrir las puertas y ventanas del camarote de los Hermanos Marx, y conseguir que empiece a circular aire fresco.

Imagen de portada: Óleo _ El camarote de los hermanos marxistas o Retrato del artista adolescente, Eduardo Arroyo, 1937. Reinterpretación de la escena de la película “Una noche en la Ópera” de los Hermanos Marx

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