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Sobre la ciudad de los cuidados

Apellido, N. (año). Título de la Obra de Arte [Formato]. Ubicación de la obra. URL

Hercha, L. (2018). Madcitylife [Ilustración digital].

Izaskun Chinchilla, reflexiona en La ciudad de los cuidados sobre el diseño del espacio público durante el siglo XX. Asociando el triunfo de la plaza dura y el vehículo privado a la perspectiva sesgada de los agentes encargados de la toma de decisiones proyectuales.

Personas en edad productiva, que pudieron cursar una larga formación universitaria o cuyo tiempo se invirtió en trabajos remunerados. Personas que por lo general se desplazaban en coche; sin movilidad reducida. Mundo ajeno a la cotidianidad de los cuidados. Androcéntrico, hasta hace unas décadas.

Se ejecutaron los proyectos en consonancia con ideologías en las que primaba un mal entendido concepto de «limpieza» y orden sobre el espacio público: espacio productivo más que vital. Lo que preserva una cultura visual que ayudaba “a las y los arquitectos educados en el movimiento moderno a distinguir sus preferencias estéticas de las del pueblo llano” (Chinchilla, 2020) y por ende, los comportamientos a su juicio censurables dentro de sus diseños.

Ciudad obsoleta. Isla de calor.

Observo que la lucha contra la permeabilidad del suelo está vinculada al ansia de control que puja en algunos seres humanos; apoyados por aquellos con honorarios en función al metro cuadrado ejecutado.

El mismo ansia se llevó por delante los jardines de la Plaza Mayor de Madrid de 1927, al igual que nos privó de fuentes de agua potable públicas, de bancos donde descansar a la sombra, de arbolado de gran porte, de baños públicos, del Paseo del Prado, de distintas texturas que inviten al juego, de pórticos en los que refugiarse de la lluvia, lugares para la cómoda estancia al aire libre.

Dicotomía de un mismo escenario: arquitectura hostil a necesidades básicas de las personas que no tomaron parte en el diseño, y espacio lúdico de un buyer persona en el que todos los servicios son posibles a golpe de cartera.

La obra de Chinchilla comunica el deterioro de la calidad e inclusividad del espacio público, argumentando su repercusión sobre las arcas públicas en última instancia, con los costes derivados del empeoramiento de la salud física y mental de la ciudadanía.

Sí, hablamos de arquitectura política. ¿Acaso alguien cree que sea incivilizado hacer ciudad amable? Recordemos que la vida se desarrolla a lo largo de todas las edades, estados, velocidades; y que “ésta se sigue produciendo entre unos edificios y otros” (Gehl, 2011).

Durante los años veinte del siglo XXI se aúnan voces poniendo en valor el espacio público al aire libre. Se hace evidente el crecimiento económico en una ciudad de 15 minutos: compacta, diversa, continua y cuidada. Retorno de inversiones públicas y privadas.

Hercha, L. (2018). Velotopía [Tinta sobre papel].

Chinchilla liga la percepción del patrimonio arquitectónico por parte de la población con una buena experiencia del usuario en el espacio (o a la singularidad de lo que ocurre en él), más que a las cualidades estéticas del mismo. Por lo general, son proyectos planteados a mano, con cuidado.

Más hace la arquitectura al pensar en la transición hasta las funciones que se proyectan en la ciudad, que en el artefacto per se. Más hace el arquitecto por la mejora de la economía y el paisaje trabajando en proyectos de movilidad sostenible, que en proyectos de infraestructura para aliviar la congestión del vehículo privado. Es experta en el arte de hacer más con menos.

Ya hemos agotado la edificabilidad. Ahora toca cuidarnos: es la calle la piel de la ciudad, y la distinta opacidad de los cerramientos son sus ojos.

La participación ciudadana “hace que los usuarios finales adquieran herramientas para el análisis de las propuestas, a la vez que arroja información difícil de deducir por los técnicos” (Chinchilla,2020). Ser partícipes en la construcción del espacio nos hace responsables: ya sea en la obra (como las de Santiago Cirugeda), ya sea mediante la libre colocación de un asiento (véase las sillas de Hyde Park). Ésto constituye la única garantía de utilidad y cuidado de lo común, a la vez que permite el desarrollo cognitivo de la ciudadanía según la teoría de las piezas sueltas (Nicholson, 1971).

Generamos calidad de vida al asegurar el acceso universal y gratuito a servicios básicos de la fisiología del ser humano. Al dar cobijo en caso de lluvia, al ofrecer puntos de apoyo, al dejar estar para que vigilen la calle, al mantener espacios de descanso en contacto con la naturaleza, al dar seguridad frente al riesgo de atropello, al saludar andando por la calle, al permitir ir a tirar la basura con un carrito o en silla de ruedas, al poder ir al baño o beber agua sin consumir en un establecimiento.

La ciudad de los cuidados, la ciudad de hoy para un mañana, es fruto del diálogo de equipos interdisciplinares e inclusivos con los ususarios finales e instituciones. Educados como parte del medio natural, conscientes de la fragilidad del equilibrio.

Ciudad de proyectos conversados, que empiezan a mano, pensados con los pies. Según las Meditaciones de Marco Aurelio.

Bibliografía
Chinchilla, I. (2020). La ciudad de los cuidados. Salud, ecología y medio ambiente. Catarata.
Por:
(Tenerife,1991) Arquitecta graduada en la ETSAM, con experiencia laboral en Budapest, colegiada en Canarias. Disfruta de la vuelta a su insularidad, trabajando en proyectos vinculados al paisaje y patrimonio.

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