Hoy os propongo esta lista de máximas para todo arquitecto que desee salir del país para trabajar. Se trata de una serie de consejos más o menos compartidos entre algunos compañeros emigrados, que intentamos recordar cada día para no perder el rumbo más de la cuenta.
10. No saltes al vacío.
Es importante hacer los deberes. Contacta al máximo de estudios y empresas posible, monta una red densa que te permita llegar con contrato o al menos con un buen puñado de entrevistas. A veces, el mejor lugar para emigrar no es el más prestigioso sino en el que más te conocen.
9. Carga con la artillería… burocrática.
En cualquier momento puedes necesitar firmar cierto papel inesperado para el cual no posees el certificado o título correspondiente. Adelántate a esta situación, lleva contigo todos los documentos acreditativos que pudieras necesitar. Aunque vayas como contratado ¿quién sabe si puede surgir un nuevo proyecto como autónomo?
8. Aprende el laberinto, pasea la ciudad.
El lugar en el que se desenvuelve la profesión es determinante. Aprender a caminarlo significa conocer los códigos de conducta en esa esquina del mundo, normalmente muy distintos de los de nuestro lugar de origen. Pasear, comer fuera, hablar con la gente… es nuestra mejor arma para adaptarnos con naturalidad.
7. Aprende el idioma constructivo, sobre todo el castellano.
La arquitectura y la construcción tienen su propia jerga especializada en todos los idiomas. Aprenderla es vital, aunque esta tarea puede ser complicada cuando se trata de nuestra “misma” lengua. Hablar de steel trusses o dry walls, puede ser más sencillo que escuchar hablar de “muros” cuando no son estructurales, cambiar “pilar” por “columna”, o descubrir que no existe una palabra clara para “tabique palomero”.
6. Entra en contacto con la academia
Como uno de los pilares de la profesión, la academia define en gran parte el modelo profesional del país: Qué formación debe tener un arquitecto, cuáles son las buenas prácticas, etc. Conocer esto puede ayudar a posicionarte como profesional. ¿En qué se diferencian y en qué se parecen los arquitectos españoles con los del lugar al que viajas? ¿En qué lugar estás tú respecto a ellos? ¿A cuánto deberías entonces cobrar la liebre?
5. Conoce los medios de difusión y crítica
De forma análoga a la Academia, los medios pueden impulsar el camino. Posicionarte respecto a ellos y complementarlos es útil para establecer lazos duraderos. Podrías llegar a convertirte en una herramienta de internacionalización golosa para proyectos editoriales y de crítica arquitectónica.
4. Únete al gremio
El modelo gremial/colegial puede ser muy distinto en el país al que vas. Normalmente, es buena idea conocerlo, saber hasta dónde llegan sus influencias y cuáles son sus limitaciones. Por ejemplo, hay lugares donde colegiarse es obligatorio también para impartir clases.
3. Aprende las prácticas de la industria
De forma análoga al idioma, las prácticas profesionales pueden variar enormemente: La documentación de un proyecto, la medición de obras o los procesos de pago pueden ser muy distintos. Del mismo modo, varía el rol del arquitecto en una empresa constructora. Ahí es cuando nos damos cuenta de la importancia del Arquitecto Técnico en la industria de la construcción. Los echamos de menos, les enviamos unos emails y los acabamos engañando para que se vengan con nosotros.
2. Asóciate
Busca alianzas más allá de tu círculo profesional cercano. Sintonízate y haz amigos con los que llevar a cabo nuevos emprendimientos. El contacto local más inesperado puede salvarte de volver para casa con las manos vacías.
1. Ten un objetivo claro: Emigra con optimismo
Un número uno anunciado, pues era la conclusión del anterior post ¿Por qué emigra un arquitecto joven?. Ese día dijimos “por un sueño”, y hoy lo vuelvo a repetir: POR UN SUEÑO. Un proyecto laboral y vital en el extranjero debe estar bien armado, necesita una fase de preparación amplia y si no está basado en una fuerte vocación se convertirá en un sumidero de esfuerzos que nunca alcanzará nuestras expectativas. Esto no quiere decir que haya que emigrar para toda la vida; cada persona y cada proyecto tiene sus propios tiempos.
En mi opinión, lo importante es plantearlos con inteligencia y disfrutarlos al máximo.
Es curioso que este decálogo puede aplicarse también para el arquitecto que empieza en su propio país. En cierto sentido emigrar es casi un nuevo comienzo. Tu bagaje puede serte útil cierto, pero sobre todo al principio lo será más tu capacidad para desprenderte de él si es necesario.
Yo diría que el punto número uno es el más importante. Optimismo y voluntad de adaptarse. Y en el punto dos agregaría que asociarse implica asociarse TAMBIÉN con los autóctonos… por muy difícil que parezca.
Y agregaría un anexo al mandamiento tercero: NO TE DEJES HACER, que seas immigrante no significa que debas aceptar condiciones de trabajo infrahumanas… que de todo se ha visto y más en este oficio nuestro
Dos consejos como dos templos!
Quizás no fuí lo suficientemente específico en el punto dos, efectivamente me refería sobre todo a asociarse con profesionales autóctonos, no necesariamente emigrantes y ni mucho menos de la misma nacionalidad que uno. Ellos son los que han crecido en el lugar, conocen el cotarro, los protocolos… Nosotros podemos aportar mucho, pero indudablemente estamos en su territorio.
El anexo que propones estuvo en su momento… pero no en el 3 sino en el 4 con los colegios profesionales, con más mala uva todavía jejeje. A este tema gremial, de modelos de contratación etc. le quisiera dedicar un post o una serie más adelante, considérate a bordo ;)
¡Un decálogo MUY útil! Especialmente, emigrar con ILUSIÓN.
Yo añadiría el intentar no meterlo todo en la maleta (no cabe, no lo intentes. Y además, denota el deseo de llevarlo todo con uno mismo, el apego a lo material cuando le atribuimos notas emocionales con la distancia). No te aferres a prejuicios o ideas preconcebidas, ve haciéndote con la ciudad y aprende sus códigos a buen ritmo con gente que viva en el lugar destino.
Y disfruta. Aprende.