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La nota del PFC

Inside. 2011. Work on paper. Lithography. 52 x 52 cm. Autor: Óscar Valero.

La nota del proyecto de fin de carrera no es siempre una referencia de la calidad arquitectónica ni permite valorar las capacidades del alumno como arquitecto. Los requerimientos se han desvirtuado, los criterios de evaluación son variables y las argucias gráficas han aprendido a distraer el conjunto de ojeadas que determina la calificación.

La realización del PFC está orientada a complacer una manera de evaluar que es, en forma y fondo, superficial e irrespetuosa en relación al trabajo presentado.

Sabiendo que las exigencias por parte de la universidad determinan el perfil de la profesión, existe el peligro de que la última etapa de la carrera se derive a la formación de vendedores de decorados y constructores de artificios, en lugar de técnicos con criterio y capacidad para discernir, proyectar y construir.

La nota es un indicador más de las problemáticas asociadas a la evaluación: la subjetividad como criterio predominante, la carencia de oportunidades de exposición, réplica o defensa, la inquietante variación de criterios según la composición del jurado, el incompresible e innecesario escarnio público de los alumnos mejor valorados, el proceso de corrección con una dinámica propia del mundo de los concursos, la comparación tan odiosa como llamativa de trabajos con la misma nota de diferentes escuelas o temas más escabrosos como el porcentaje de suspensos, los tutores que sacrifican meses y años de sus alumnos por mantener su “nota media” de prestigio, o la utilidad de la calificación una vez terminada la carrera.

Son muchos los casos de estudiantes que, a pesar de ser plenamente conscientes de que su esfuerzo no se valorará, son incapaces de tratar con ligereza la resolución del enunciado y desarrollan los proyectos con compromiso y seriedad, desde la responsabilidad y la discreción, con un armado discurso de decisiones argumentadas, apoyados en estudios y cálculos que orgullecerían a cualquier jurado que estuviera dispuesto a dedicarles atención. Muchos de ellos rara vez superan el seis, por no invertir en lo que renta.

Sin embargo, las carpetas de ejercicios calificados con sobresaliente – que pueden consultarse en algunas bibliotecas de las escuelas de Madrid- contienen resultados de muy distinto valor y contenido. Muchos lamentablemente tan fantásticos como ininteligibles, insustanciales o superficiales. Otros brillantes, impecables, reveladores. Pero lo más importante: todos ellos realizados por estudiantes que entendieron y aceptaron las reglas del juego y dedicaron eternas horas a su consecución, independientemente de creer en el sistema.

El alumnado está produciendo lo que se valora como acto de supervivencia, y se está valorando en gran medida lo más superficial: hoy la forma prevalece frente al fondo, la sugerencia está cegando a la evidencia y olvidamos la esencia frente a la apariencia.

Tan ingente trabajo, con sus complejidades asociadas, implica un proceso personal, anímico y profesional, difícil de evaluar, pero muy valorable. Tras la entrega, cada cual conoce su nota. La que otros le impongan, no es más que otro acontecimiento dentro de un proceso kafkiano-circense, y como tal debería tratarse.

Por:
Arquitecta desde 2004, ha desarrollado su trabajo como profesional independiente en urbanismo y arquitectura. En 2007 centró su actividad en Ayuda Humanitaria, donde ha trabajado con diferentes organizaciones tanto en desarrollo como en emergencia. Es máster en Proyecto Avanzado de Arquitectura y Ciudad, y se ha especializado en Agua, Saneamiento e Higiene en Cooperación Internacional y Emergencias y en Desarrollo de Asentamientos humanos en el Tercer Mundo. Durante estos años ha compaginado su actividad profesional con la docencia y la investigación. Actualmente imparte clases en máster y cursos de posgrado en diferentes universidades. Ha llevado a cabo diferentes investigaciones sobre asentamientos humanos y campos de refugiados, y escribe su tesis sobre Diseño y Construción de Centros de Ébola. Desde 2004 dirige el Taller CuatroESCALONES junto a Óscar Valero, especializado en el proceso de proyecto. En 2011 funda n´UNDO, junto a Alejandro del Castillo, lo que supone un posicionamiento en la manera de hacer arquitectura.
  • RODRIGO ALMONACID C. - 12 marzo, 2015, 15:06

    Antes de nada, Verónica, mis felicitaciones por el post. ¡¡Certero a más no poder!!
    Comentaré brevemente este tema, tanto por ser actualmente profesor y tutor de PFCs en la ETSA. de Valladolid como por mi visión como arquitecto profesional.
    Desde el punto de vista académico, es un grave error confundir un «tribunal» de PFC con un «jurado» de un concurso. Esto viene por una perversa definición de lo que debe ser un PFC, que obliga en muchos casos a competir en lugar de alentar a la investigación en problemas de interés y en proponer soluciones solventes y comprometidas (no digo 100% realistas, eso ya llegará…). Así pasa luego, que los estudiantes preparan una labor inmensa y desproporcionada de la que apenas unos pocos planos sirven para ser evaluados (en 10 minutos de evaluación no a tiempo más que a ojear una lámina resumen y las primeras láminas de la entrega: la construcción se pasa un poco por alto y las estructuras o las instalaciones, ni se miran salvo para justificar suspensos). Es verdad que hay casos incomprensibles de alumnos que no dan la talla, pero normalmente es por no haberlos suspendido cuando procedía, y se plantan en el PFC sin apenas criterios maduros. Siempre hay excepciones, pero en general nadie debería suspender un PFC. En las ingenierías eso no ocurre casi nunca, y sus calificaciones son altísimas: ¿son ellos todos unos «astros» y nosotros unos «torpes»? Mala prensa hacemos de nosotros mismos si no sabemos valorarnos…
    Como profesional diría que al menos lo que se debe exigir no es saber cómo resolver TODOS los problemas, pero sí al menos saber el orden y magnitud de las cosas con el que deberían acometerse las soluciones (constructivas, estructurales, técnicas, presupuestarias, etc.) en el hipotético caso de que ese proyecto pudiera alguna vez pretender llevarse a un plano profesional. Confundir un PFC con un Proyecto de Ejecución es un error, pues no son niveles comparables bajo casi ningún aspecto.
    Bueno, me extendería más pero no es el lugar.
    Gracias por abrir este debate, Verónica, a ver si nos hace pensar a todos…

  • Alberto Alonso Oro - 12 marzo, 2015, 15:32

    EL PFC necesita un revisión seria y compromiso mayor por parte de los «tribunales». ¿Qué sentido tiene hacer 200planos y memorias?¿Qué sentido tienen algunos de los temas planteados?¿Por qué cada vez se solicita más documentación?

  • Verónica - 12 marzo, 2015, 21:43

    Muchas gracias por vuestros comentarios, y por completar la visión. Es difícil condensar en un post toda la problemática. Hay que desmantelarlo ya! ;)

  • Angel P. - 13 marzo, 2015, 9:14

    Así salen luego de la carrera pensando que son increibles y se dan de ostias con un sistema absurdo de legislaciones que constriñen cualquier atisbo de «creatividad» o resoluciones de problemas con propuestas novedosas.

    En mi opinión, un PFC debe de ser valorado como lo que su nombre indica: «PROYECTO fin de carrera». Y un proyecto, en España, a día de hoy, requiere de lo que todos los que ya somos arquitectos sabemos y resumiré en básico y ejecución, pero ejecución de verdad. No me molesta que existan vertientes docentes de lo que yo llamo «amebas» o pajas mentales que diseñan pajaritos en el aire, pero justificame que esa ameba se va a sustentar (estructuralmente y de verdad, no me vendas humo), va a tener todos los servicios que requiere esa construcción, que cumples la normativa vigente, aunque sea sólo la estatal (lease CTE, ya tendrán tiempo de darse de ostias con las autonomicas y locales).

    Y de esto, la culpa la tienen los TUTORES que son los que deben dedicar 1 curso entero o 1/2 curso dependiendo de la facultad, a la preparación de ese PROYECTO fin de carrera. Son ellos los que deben de plantear con total claridad las fases del curso y del proyecto y los que deben de dar el OK a todos esos planos que luego como bien dice el compañero Rodrigo Almonacid, no se ven en el tribunal porque apenas le dedican 10 minutos y ponen la nota según lo bonito que vean el proyecto y lo que se adecue a su manera de proyectar. Por supuesto esto no se puede llevar a cabo cuando son los mismos tutores los que, da igual la cantidad de soluciones y planos que les propongas, NUNCA dan el ok a partes de tu trabajo para que puedas adelantar. Parece que les paguen por ponerte trabas y «peros» a lo que les muestras.

    Quizás nos equivocamos de siglas y no debería de ser PFC, sino CFC: CONCURSO FIN DE CARRERA.

    Saludos Verónica, buen artículo. Espero que lo lean los «amebas».

  • Anónimo - 13 marzo, 2015, 16:24

    Estoy muy de acuerdo con toda la problemática que se ha explicado. Si que arquitectura es un poco especial en cuanto a carrera universitaria, y así se debe tratar, por la alta dosis de creatividad, pero se está yendo de las manos.
    Parece que la nota del PFC sea la nota del tutor, y que estén jugando a un concurso de quien la tiene más larga (la nota). Para eso devalúan constantemente la nota del alumno amparándose en la excelencia académica.
    Me hace gracia lo de «deben dedicar 1 curso entero o 1/2 curso dependiendo de la facultad». En la ETSA de Reus, URV, estamos en una media de 3 años.
    Sumadle éste problema a todos los propios que ya conlleva un PFC. A parte de que si trabajas no tienes tiempo (el que quieren que le dediques) para acabar el proyecto, pero si no tienes el título no puedes encontrar un trabajo digno, y así dando bucles cómo un pez que se muerde la cola.

  • David Maroto - 13 marzo, 2015, 16:47

    Totalmente de acuerdo, el resultado posterior es la falta de capacidad de adaptación al medio y las circunstancias, de un mercado, donde sobran vendedores de escenarios, y demás mercaderes, y faltan ARQUITECTOS, pues en mi opinión, hoy por hoy, para ser arquitecto, hace falta una capacidad de análisis muy diversa y en multiples ámbitos, y sobretodo una honestidad y un compromiso, apto para cardíacos, no un enfermizo interés por hacer artefactos delirantes y defenderlos con argumentos, que rozan el desvarío.

  • Calamidad - 13 marzo, 2015, 19:22

    Ya… En Alicante ya van al PFC con las matriculas sabidas… Esos 10 minutos los emplean en hacer el paripé… Lo que no se puede es otorgar notas infladas o matriculas a alumnos solo por ser unos pelotas, estár trabajando de gratis para algunos profesores y saber lamer bien las rendijas. Es muy injusto ver como se pasan por alto PFCs brillantes en beneficio de vergüenzas de proyectos hechos por los antes citados… En Alicante el PFC es una farsa, que llega hasta el punto de que algunos roban las ideas de PFCs de alumnos a los que no se les dio una matricula, para presentarlos a concursos internacionales y atribuírselos otros… A los que si se les dio. «Artefacto con ruedas que recicla agua» y ganar premios a costa del ingenio y el saber hacer de otros… Mucha cara dura y mucha mafia hay… Hacer un Churro de PFC si no sois unos pelotas!!! La diferencia va a ser imperceptible y por lo menos nadie os robará el proyecto. ;)

  • patricia - 14 marzo, 2015, 15:25

    Para mi el problema radica en que la nota la otorga la propia escuela. El titulo de Arquitecto deberia d ser una examen a modo de oposicion a nivel de toda españa, siendo el mismo para todas las universidades, publicas y privadas. Reflejando el nivel academico real de las diferentes escuelas del país.

  • Luis Santalla - 14 marzo, 2015, 20:42

    Me parece muy interesante el tema que sale aquí de la documentación que se presenta (o se solicita). Si pensamos en como funciona y qué permite el aprobar el pfc, nos lleva a ver como habilitamos (y fuimos habilitados) despues de una larga carrera a través de un proyecto.

    Ahora entra la duda de , es preferible esto a un sistema en el que se habilita a un arquitecto a través de prácticas «remuneradas»? Terminaremos adaptando este sistema al sajón o al portugués, o al suizo?

    No cabe duda de que nos exigimos ser unos buenos profesionales en nuestro campo (las exigencias de cada uno, allá cada cual) y debemos demostrarlo, ya sea con un proyecto FIN de carrera, o con unas prácticas de INICIO de carrera profesional. Es el camino un grado no habilitante en Bolonia 2?

    Viendo el avance que ha tenido la profesión y el método de validación profesional, estamos decididos a cambiarlo o a ser como antes? Quiero dejar las preguntas y no contestarlas por ahora.

    Fantástico artículo Vero!

  • Manuel Saga - 15 marzo, 2015, 17:49

    Visto lo que se ha movido el tema tanto aquí como en Facebook, y no sólo esta vez sino cada vez que se pone sobre la mesa, propongo organizar un conversatorio sobre lo que debería ser un PFC, y por tanto la figura de la habilitación profesional a nivel Español.

    Aparte de Rodrigo, José María Echarte y Miguel Villegas también dieron muy buenas pistas sobre esto, creo que estamos muchos implicados, y el debate podría elevarse un poquito por encima de los «gallineros» privados de cada escuela.

    Un evento digital, todos conectados, montando un documento conjunto al estilo de lo que se hizo con el documento del concurso de Podemos. ¿Cómo lo veis?

    • Verónica - 15 marzo, 2015, 18:02

      Completamente de acuerdo. Habría que plantear unas jornadas donde visibilizar, comparar el PFC y activar el debate y el cambio.

  • Alberto Alonso Oro - 16 marzo, 2015, 11:11

    una pregunta… ¿por qué hay diferencias de entregas en los PFC si todos obtienen el mismo título?

  • María - 4 diciembre, 2015, 0:50

    Acabo de leer el post y estoy totalmente de acuerdo, como alumna que tiene que pasar por este trauma, valorado solamente en 3 créditos de los antiguos, del plan que se extingue actualmente. 3 créditos que exigen mucha más documentación que los 21 – 24 que puede tener una asignatura anual cualquiera de Proyectos.
    De cualquier modo, tanto esfuerzo para superar un trámite cuyo único fin es conseguir un trozo de papel que acredite que tengo las capacidades de un arquitecto. Unas capacidades valoradas, en mi opinión, según unos criterios superficiales, subjetivos y acordes a las modas del momento, que actualmente considero que es la del «vende humos» y el «ilustrador». No se si estas modas se vienen dando siempre o tienen que ver con la crisis actual de la construcción, que se ha trasladado al ámbito académico: como no hay trabajo, nos permitimos hacer cualquier cosa como PFC (esto también depende de la universidad), introduciéndonos en cualquier ámbito ajeno y dejando de lado las cuestiones arquitectónicas y urbanísticas «típicas», por estar muy manidas o qué se yo, porque se debe considerar que está todo solucionado.
    Personalmente, yo estaría mucho más a gusto, me sentiría más útil o este trámite tendría más sentido si estuviese haciendo algo práctico, hablar con gente, hacer gestiones necesarias para desarrollar un proyecto, yendo a colaborar con algún grupo de autoconstrucción o un estudio o participando en algo «real», o lo más cercano a la profesión posible y no en mi propio ecosistema, en casa sola, cual genio creador aislado (sarcasmo), y en los mejores casos, con la compañía de amigos en tu misma situación.
    Más que un trámite, parece un trauma, muy pocos son los que consiguen disfrutarlo y opino que se aprende menos que durante el resto de la carrera. Para mí es una gran carga de trabajo totalmente inútil.

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