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Hace algunas semanas se celebró el Foro Arquia/próxima 2018. Allí concurrimos parte del equipo “líquido” responsable del proyecto seleccionado F.U.A. para IMAGINA MADRID y aprovechamos la ocasión para valorar en clave generacional y desenfadada los cambios que en estos últimos 20 años ha experimentado la profesión, y en particular el contexto profesional que rodeaba el trabajo de Emilio Tuñón y Luis M. Mansilla en los días que comenzaban sus grandes obras en contraste con nuestra propia experiencia contemporánea.
Quién mejor que Luis Asín, autor de aquella icónica foto, “Museu”, para fotografiar las andanzas de IMAGINA.
La primera foto se hizo con una Leica analógica entre Madrid y Castellón. La segunda con una cámara Sony Alpha digital en la M-30.
Entre 1990 y 2007 la obra pública cristalizada en grandes edificios era el campo de batalla por el prestigio disciplinar. En esta última década se produce un viaje necesario del objeto al contexto que ha permitido conectar la arquitectura y el urbanismo con conceptos como co-diseño, apropiación, ciudadanía, activismo, sostenibilidad o pedagogía.
Emilio y Luis nos enseñaron las arquitecturas con “uso doble”. Hoy, interiorizando esa capacidad, proyectamos letras que también son bancos, y farolas, y captadores de energía; pero además, la responsabilidad con nuestro tiempo nos exige sumar otra cualidad, las ‘segundas vidas’, desarrollando piezas cuya vida útil, de sus partes y del todo, es tenida en cuenta desde el primer instante proyectual, pactada con clientes y usuarios.
A finales del siglo XX la pareja de arquitectos se consolidó en el panorama nacional. Desde entonces se han multiplicado las asociatividades, del trío pasamos al “colectivo” y de ahí la red y sus “contextos de trabajo líquidos”. Individuos que trabajan y se cuidan en estructuras flexibles, formando identidades mestizas con clientes,técnicos o productores; donde la frontera entre qué es estudio y qué proyecto se diluye.
Es desalentador que estas alturas de siglo la máxima argumental en encuentros de discusión arquitectónica continúe siendo “esto no es arquitectura”. Que el debate académico siga centrado fundamentalmente en cualidades fenomenológicas o peor, estilísticas.
A los “arquitectos subprime” ─la generación formada durante el contexto pre-crisis y egresada post-crisis─ les está costando acceder a grandes encargos, las razones por las que esto ocurre no caben en este post, sin embargo, sí podemos reivindicar ciertos rasgos que les definen y les lanzan por encima del argumentario obsoleto:
Pero lo asumimos con humor, porque lo que evidenciamos hoy es que nuevas y clásicas formas afrontar la profesión ya operan y conviven de forma normal, todas útiles, todas necesarias para construir, todas desprejuiciadas. Todas Arquitectura.
Este es un ejercicio de admiración y respeto por dos maestros, que además de serlo, supieron apoyar a las siguientes generaciones. De su generosidad aprendemos y tomamos ejemplo. De lo épico, de lo imposible. De los homenajes y las versiones. De qué significa hacer las cosas o no hacerlas. De lo qué ha cambiado pero también de la MAGIA. Como decía Luis Moreno Mansilla, de “el humor como único valor absoluto”.