Mundaneum 2018 – Arquitectura global desde América Latina
Los pasados 3, 4 y 5 de octubre se celebró en Granada la XII reunión Mundaneum 1,espacio de encuentro de arquitectos iberoamericanos que celebra el 20º aniversario desde su fundación. La red, con líderes como Álvaro Rojas (Costa Rica), Teddy Cruz (San Diego)3, Guillermo Honles (Los Ángeles) y Daniel Rubio (Tijuana), ha conectado a casi doscientos arquitectos durante sus doce encuentros.
La llegada de Mundaneum a Granada no supone la primera incorporación de arquitectos españoles, pero sí su primer evento celebrado fuera de suelo americano. Los asistentes pudimos disfrutar de la presencia de arquitectos de calado internacional como Enrique Norten, Patrick Dillon, Javier Atardi, Cazú Zegers, Gustavo Vera o Marcelo Ferraz. En su obra se siente la huella de grandes figuras del siglo XX como Kahn, Bofill, Bo Bardi o los Eames, a menudo heredada por transferencia directa durante los años de juventud de los invitados. Profesores como Álvaro Rojas y Mauricio Rojas defendieron una visión de la arquitectura cercana a lo cotidiano, al registro de las situaciones diarias y la docencia apegada al lugar. Por último, arquitectos como Jorge Jáuregui, Estella López-Frasca, Ana María Durán y Jorge Pérez-Jaramillo mostraron enfoques urbanos y territoriales con proyectos tan sugerentes como el estudio de estructuras agrícolas precolombinas en la selva del Amazonas o la recuperación de infraestructuras hídricas para usos sociales en Medellín.
Durante las mesas redondas, frente a relatorías más o menos neutras como la de Llàtzer Moix, se sintieron los cañonazos de Federico Soriano y Fredy Massad. Soriano lanzó preguntas demoledoras entre las que se incluye a sí mismo como interlocutor: “En este momento en que no impera ninguna teoría específica ¿se alimenta la multiplicidad de teorías desde las experiencias biográficas de cada uno?”. Massad recalcaba esta circunstancia nombrándola “pornografía de lo sentimental”, y colocaba a Keré y Aravena como adalides cuyo acercamiento a los focos se basa en el relato de superación de su origen periférico.
Mi postura es que los proyectos que se expusieron, ya fueran construidos, de investigación o docencia, reflejaron realidades urbanas distantes de los problemas que solemos enfrentar en España, pero para nada subordinadas a Europa ni expectantes de la aprobación internacional. Lo que vimos fue arquitectura de primera clase, posicionada frente al mundo. Se lanzaron preguntas globales referentes al tipo, la materialidad o la función social; y se mostraron respuestas construidas desde los saberes del sur de América, de sus regiones centrales y de los tecnificados y fantasticulares United States. Nada de estilos transplantados, arquitectos en el exilio o casos excepcionales de superación y éxito personal: tan sólo arquitectura pura y dura.
Moraleja: Cuando nos pique el síndrome de primer mundo merece la pena recordar que, sin dejar de serlo, nuestra arquitectura pertenece a una red global en la que la crisis europea no es la única ni la más grave, ni nuestras respuestas las más acertadas. Si “América importa” -como reza con doble sentido el último número de Arquitectura Viva– no es sólo porque el talento madrileño español sea apreciado sino porque los arquitectos españoles también tenemos mucho que aprender. Si cometemos el error de confundirnos estaremos opacando el trabajo de grandes oficinas latinoamericanas, y, por el camino, nos quedaremos sin probar sabores parientes en rigor, precisión y mestizaje.