Regreso a la ETSA

Este post no pretende loar una profesión inmersa en una crisis eterna, ni tampoco endulzar los malos tragos que uno pasa a lo largo de su vida laboral. Esto va de lo que significa ser estudiante de arquitectura, del aprendizaje y la experiencia; pero, sobretodo,  esto de lo que va es del descubrimiento.

Para muchos, el desengaño sufrido durante la transición de la vida académica a la vida laboral es tal que acaba siendo la estocada final de un desencanto que fraguado curso a curso.

Sin embargo, conforme van pasando los años, las respuestas positivas a la pregunta de “¿volverías a estudiar arquitectura?” van aumentando a mi alrededor.

 

En mi opinión se debe a diferentes factores, el primero de ellos es la pluralidad de la carrera. Arquitectura no es una ingeniería pero, sin duda, tiene una carga técnica importante; tampoco es diseño ni bellas artes, sin embargo, la componente de creatividad y experimentalidad es una de sus marcas de identidad; pero es que además, tampoco es una carrera de humanidades y nadie concebiría arquitectura sin las asignaturas de historia, composición y urbanismo social. Arquitectura es una carrera generalista, esa es la clave. Te permite el acercamiento a una disciplina desde sus partes fundamentales y eso es algo que te cambia. Por eso, no es de extrañar que arquitectos de la talla de Rafael Moneo digan cosas como “Doy las gracias a la arquitectura porque me ha permitido ver el mundo a través de sus ojos”. Es esa formación antagónica a la especialización la que muestra todos los caminos a los estudiantes para que, posteriormente, sean ellos quien recorran uno, otro, o tantos como les sea posible.

 

En cualquier caso, yendo a temas más mundanos… Los años pasados en los pasillos de la escuela son igual o más importantes que lo anterior. Las amistades y enemistades forjadas a base de noches de proyectos, viajes y cafés interminables difícilmente se diluyen con el tiempo. Seguro que alguna vez te han presentado a un compañero de otra escuela, incluso de otra generación, y el tema de conversación no es que haya faltado precisamente… Cantidades ingentes de libros y revistas, croquis, viajes y cafés interminables nos acompañan durante años para superar el reto diario que supone la carrera. Y es precisamente ese reto constante lo que nos moldea, generando una adicción que acaba por transformarse en el amor-odio que todos sentimos por nuestra escuela.

A todo esto hay que sumarle que por lo general la universidad coincide con una etapa vital intensa y rebosante de nuevas experiencias, lo que provoca que ese descubrimiento del que hablaba al principio no se quede únicamente en nuestra percepción del mundo que nos rodea sino que también afecta a la visión que tenemos de nosotros mismos.

Por esto, y por muchas otras razones, cuando te vuelvan a preguntar si estudiarías de nuevo arquitectura, se sincero.

Por:
(Murcia, 1986) Arquitecto y Arquitecto Técnico por la UCAM. Dirige el blog Pedacicos Arquitectónicos junto a Antonio Navarro y Juan Francisco Martínez además de MetaSpace Blog junto a Manuel Saga, desarrollando paralelamente su labor profesional en el campo de la construcción, el diseño y la docencia.

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