Jacques Herzog & Emilio Tuñón | Diálogo
Desde Magaceen
“Emilio Tuñón: Estamos en el patio de Atrio, restaurante con una de las mejores bodegas de Europa, y no puedo dejar de pensar en la relación entre la arquitectura y el vino…
Jacques Herzog: Resulta interesante hablar sobre el vino y la arquitectura, pero debemos evitar las connotaciones lifestyle que normalmente se asocian a esta comparación, y que podrían malinterpretarse. Tenemos en común esta pasión no sólo porque amamos los vinos, sino porque también compartimos la atención necesaria para la producción de ambos productos. Uno puede ver y sentir eso aquí, en el hotel Atrio en Cáceres, que has convertido en un sitio tan fantástico. Todo está cuidado en el edificio, desde los detalles arquitectónicos hasta cómo los propietarios utilizan y conservan el sitio. Hoy, más que nunca en la arquitectura, esta atención es real, se produce de manera natural, y es un activo intangible en nuestras vidas. El vino sugiere una idea muy semejante, porque tomar vino te fuerza a sentarte a la mesa y estar en un lugar, en vez de comer y beber de manera mecánica, sin darte cuenta de lo que haces. Es como si el vino te obligara a comportarte de una manera arcaica, ancestral.
ET: La arquitectura y el vino están relacionados con la vida, por eso tienen muchas cosas en común. No se trata de lujo o sofisticación, sino de saber vivir la vida, disfrutarla.
JH: Es el tipo de vida que nosotros valoramos, pero no necesariamente los demás. No sólo por Asia o América, sino también por Europa —incluso por países con tradiciones vinícolas tan añejas como Francia o España—, la gente tiende a dedicar menos tiempo a comer en la mesa con su familia y amigos. Los comportamientos culturales están cambiando, y se están reemplazando por nuevas actitudes.
Hay una diferencia fundamental entre si uno considera el comer como una experiencia holística o hedonista o, por el contrario, como un simple trámite para sobrevivir. Es holístico cuando involucra todos los sentidos, no sólo el visual o el olor unidimensional de la comida industrial estandarizada. No me posiciono a favor del estilo gourmet de la cocina excéntrica, pero sí de las experiencias básicas. El vino, en mi opinión, es la clave de la experiencia y la arquitectura es imprescindible para que esta ocurra. (…)”
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