Invisibles
La entrada ‘arquitectura‘ contiene en el diccionario de la RAE las siguientes cuatro acepciones:
- f. Arte de proyectar y construir edificios.
- f. Diseño de una construcción.
- f. Conjunto de construcciones y edificios.
- f. Estructuralógica y física de los componentes de una computadora.
Todas las definiciones describen un hecho físico. Incluso la última, del ámbito de la informática, remite a lo físico como si se tratara de una condición indispensable en arquitectura. El mismo criterio se repite en otros diccionarios consultados en lengua española.
Debemos ir al Oxford Dictionary of English y al Collins English Dictionary para hallar interpretaciones alternativas. En el primer caso, superadas las acepciones más tradicionales, se define arquitectura como ‘The complex or carefully designed structure of something‘. En el segundo, encontramos una definición similar: ‘The architecture of something is its structure‘. ‘Structure’ y ‘something’ son los términos clave de ambas acepciones. Se introduce la idea de estructurar u organizar ‘algo’, más allá de si este ‘algo’ existe en tanto que realidad física, lo que supone una interpretación mucho más abierta e inclusiva.
En efecto, nos parece que una definición contemporánea -inevitablemente heterodoxa- de ‘arquitectura’ debería incluir aquellas prácticas que no se expresan necesariamente -o principalmente- a través de la forma. No tanto -o no solo- las que se suelen desarrollar como alternativa o en paralelo al ‘arte de proyectar y construir edificios’ -docencia, crítica, investigación, etc.- sino, muy específicamente, aquellas acciones más o menos planificadas que reestructuran, organizan y transforman ‘lugares reales’ sin alterar su condición física.
En este paisaje de ‘arquitecturas sin forma‘ encontraríamos, por ejemplo, aquellas que se fundamentan en una actitud de renuncia. Prácticas de fuerte contenido político -desde la ya mítica renovación de la Plaza Léon Aucoc en Burdeos hasta los proyectos desarrollados por el colectivo n’UNDO– que, partiendo de un posicionamiento crítico con los excesos constructivos del pasado reciente, cuestionan la transformación del espacio como algo necesariamente vinculado a ‘añadir contenido’.
Otro camino, con un enorme potencial y todavía mucho recorrido por andar, es el de aquellas arquitecturas que operan desde lo virtual para transformar el medio físico. Inteligencias colectivas basadas en compartir información en red para, por ejemplo, organizar sistemas de movilidad alternativos, definir fórmulas originales y eficientes de acceso a la vivienda, visibilizar oportunidades y conflictos colectivos, etc. Es decir, la utilización inteligente de redes y soportes digitales para la construcción de estructuras invisibles con un enorme potencial en el desarrollo de las ciudades y el territorio.
Basta, por ejemplo, con echar un vistazo a algunas de las propuestas premiadas de las últimas ediciones del concurso ‘Europan‘ para ver cómo crecen este tipo de estrategias frente a planteamientos basados en la transformación física de los lugares, absolutamente dominantes hasta hace bien poco tiempo. Arquitecturas que, en un contexto de saturación visual e informativa y desde un posicionamiento social y medioambientalmente sensible, recurren a instrumentos y lenguajes alternativos para reconectar arquitectura y sociedad, una condición indispensable que sí deberían incorporar todos los diccionarios.