¿QUIEN TEME A LAS BAJAS TEMERARIAS?
Resulta estimulante escuchar las últimas entrevistas que Luis Fernández-Galiano ha hecho, dentro de la serie ‘Arquia/Maestros’ a Antonio Vázquez de Castro, Antonio Lamela o Federico Correa. Para mí, que sumo este año veinticinco años de ejercicio profesional, sus palabras evocan ecos de un tiempo lejano, asociado a sensaciones de la Escuela de Arquitectura… un tiempo donde la emoción de enfrentarse al proyecto arquitectónico estaba exenta de consideraciones como presupuesto, honorarios, o trámites ante administraciones de todo género y especie. Aspectos todos ellos necesarios y constitutivos del éxito del propio proyecto. La verdad es que hay cuestiones que forman parte del ADN fundamental de lo que podemos entender como ‘ser arquitecto’, que están ahí y nos permiten reconocernos como colectivo, y la verdad es que reconforta reencontrarse, a través de la experiencia de veteranos arquitectos, con esa visión de los temas fundamentales que nos unen en torno a los grandes invariantes de la Arquitectura.
Ahora bien, hay cuestiones importantes que reciben normalmente menor atención en los programas formativos de las Escuelas Técnicas, donde lo que cobran los arquitectos, la organización eficiente de los Estudios, la proyección digital de su imagen, o la relación con los clientes, se consideran cuestiones que deben venir dadas por la propia actividad, cuando son, realmente, perentorias para los jóvenes –y no tan jóvenes- arquitectos.
Cuando yo estudié, el factor ‘honorarios’ no era un tópico de interés. Por un lado, velado por esa connotación tabú que relegaba los temas asociados con tarifas, contratos, o responsabilidades profesionales a la categoría de secundarios. Y por otro lado, confiado a la tutela de los Colegios Profesionales y al Decreto de Tarifas –como garantes de unas reglas del juego que permitían a los arquitectos concentrarse en el ya de por sí complejo ejercicio libre de la profesión-.
Muchas cosas han pasado en estos veinticinco años. Nuestra reflexión al hilo de este tema, se debate entre la expectación y la desesperanza. Expectación ante el impulso que viene desde Europa, recogido primero desde Asemas, y más recientemente desde el Consejo Superior (1), para debatir con las administraciones unas tarifas reguladoras de la actividad profesional –en la línea de las HOAI alemanas o de las directrices que otros países europeos han establecido al respecto- defendiendo que una política de honorarios recomendables garantiza una mejor atención y calidad del servicio, y controla la competencia desleal. Desesperanza ante la constatación de que los propios profesionales, a pesar de estos esfuerzos, estamos minando la profesión con prácticas improcedentes. En Andalucía este año pasado hemos sido testigos de adjudicaciones con bajas temerarias -justificadas y admitidas por la Administración- de más del 50 y 60 % sobre los tipos de salida (que ya eran ajustados).
Y esto en un contexto donde las exigencias son cada vez mayores para los profesionales. Se nos viene encima la revolución BIM, y los retos de las Directivas sobre eficiencia energética, que exigen ya preparación e inversiones continuas y añaden capas de complejidad a los proyectos. La pregunta es: ¿hay sitio para la esperanza de un futuro digno para los arquitectos?
(1)_ Ver Boletín CSCAE nº 8/2015: Estudio comparativo de honorarios profesionales en Europa (pg 24-39)
(2)_ Foto: “¿Cuánto gana un arquitecto en…? Sueldo de un arquitecto por países” en Arquiparados 29/01/14 http://www.arquiparados.com/t471-cuanto-gana-un-arquitecto-en-sueldo-de-un-arquitecto-por-paises
Autor: Luis Llopis. Arquitecto.
Bonsai Arquitectos
28.02.17