PRÓXIMA, APRENDIZAJE COLECTIVO (III)

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Por Eva Morales

Miembro del Jurado

V Edición 2014-2015

#Arquia/Próxima

Reflexiones sobre las propuestas presentadas a la última edición.

TAN LEJOS, TAN CERCA 

En esta edición se vislumbran propuestas que integran aspectos a tener en cuenta que, por su carácter complejo y experimental, todavía necesitan recorrido suficiente para concretarse en resultados acabados. Casi todos son apuestas difíciles, con pocos referentes, y suelen contar con trabajos en equipo, que van aprendiendo conforme van haciendo, por lo que necesitan su tiempo para dar algún fruto. Y es que, cuando alguien está explorando procesos y herramientas poco desarrolladas en el ámbito urbano, más allá de los discursos y teorías, suele necesitar mayor recorrido para llegar a visibilizar y concretar resultados. Bien porque precisamente son los procesos lo que les importan, bien porque se pretenda cuestionar los propios enunciados y procederes establecidos. En otras palabras, más allá de las modas y las superficialidades, que también existen y es importante saber identificar, hay equipos que apuestan por aventurarse por caminos poco transitados y por ello necesitan más recorrido para que sus propuestas sean valoradas y lleguen a resultados visibles.

Por este motivo, y también por otros, estoy convencida de que hay muchas iniciativas que han sido dejadas en el cajón a la espera de sentirse autovalidadas para hacerse visibles. Y es que uno mismo puede ser el más estricto de los jurados. Me refiero a proyectos jóvenes que han preferido guardar tiempo de maduración, autoestima y desarrollo de sus propuestas y, por ello, se han quedado en el camino.

En este sentido, a mi modo de ver, Arquia/Próxima es una plataforma que, más allá del concurso, sirve de repositorio público de los propios procesos arquitectónicos que los diferentes colectivos o arquitectos están desarrollando en estos momentos, sin necesidad de tener pudor a enseñar sus entrañas, por estar todavía en estado incipiente. La garantía de que dos años más tarde seguirá habiendo otra convocatoria, donde poder consolidar lo que en su momento pudieron ser proyectos en estado germinal, debería motivarnos para salir de nuestras burbujas y atrevernos a compartir. Así pues, es fundamental el mensaje que en cada edición lanza el jurado, así como lo que se premia en cada una. Por ello, para mi ha sido un buen resultado la diversa y ecléctica selección de proyectos seleccionados y el esfuerzo que, tras el rico y estimulante debate, hemos realizado para leer de cada una de las propuestas su propia esencia, las herramientas que en esta se han puesto en práctica y los resultados obtenidos.

Me aventuro, pues, a invitar a que cualquier iniciativa arquitectónica, sea lo incipiente que sea y tenga el carácter que tenga, se anime a presentarse a Arquia/Próxima. Deben ser los propios participantes, con su hacer, los que definan dónde está la arquitectura joven. Estos se enfrentan a retos que no solo pueden abrir posibilidades laborales sino, además, redefinir ámbitos de acción anteriormente no reconocidos. Algo que nos puede servir a todos de aprendizaje, a los más jóvenes y a los no tan jóvenes. De esta manera, Próxima puede cumplir con el reto de dibujar el mapa de lo que está ocurriendo en la arquitectura de nuestro país con las manos, cabezas y sentires los más jóvenes del momento. Algo que tiene gran valor y que ha de mantenerse, si conseguimos animar a romper el hielo del anonimato; y que tanto los más ortodoxos, como los más experimentales formen parte.

Por otro lado, pienso que es necesario reflexionar sobre la ausencia de intervenciones provenientes de algunos contextos periféricos. Sigue habiendo un predominio de los polos Madrid-Barcelona en las propuestas recibidas. Parece que el resto del territorio está baldío y casi sin cultivar. Y es que, en estas grandes ciudades es donde se concentra mayor número de jóvenes arquitectos, atraídos por la capacidad que tienen de ser núcleo de actividad y la posibilidad de salto hacia otros contextos internacionales. Por lo que muchos de los arquitectos oriundos de estas zonas periféricas han emigrado a estos polos o fuera de España.

Personalmente, me resisto a creer que no haya arquitectos que se sientan atraídos precisamente por estos áridos contextos, donde hay tanto por hacer: magníficas realidades urbanas para ser pensadas desde las cabezas jóvenes, donde quizás les falte, además, reconocimiento a la labor que están haciendo. Por otro lado, son lugares que carecen de suficientes políticas de impulso a la activación cultural y profesional, urbana, territorial y, en definitiva, arquitectónica.

Buen ejemplo de ello es la misma Andalucía, contexto que conozco, donde resulta inquietante la poquísima participación y trascendencia que tiene lo que se está haciendo en plataformas como Arquia/Próxima, aun más si tenemos en cuenta la magnitud del territorio. Podemos decir que quien sigue haciendo arquitectura en estos lugares es, ciertamente, un superviviente. Por su resistencia ante la difícil situación profesional y por la falta de impulso e inversión en iniciativas urbanas, tanto a las más disciplinarias como las menos, y donde es habitual que, lo que ocurre simplemente ocurre y no se vende muchas veces más allá de su realidad local. 

Es cierto que son tiempos en los que los recursos económicos son escasos. Por ello, parece imprescindible activar otros existentes que solemos tener tan cerca que hemos dejado casi de verlos: los recursos materiales, atendiendo al reciclaje de espacios, infraestructuras y materias primas; los recursos humanos, incentivando la co-gestión de actores que intervienen en los procesos arquitectónicos, donde los mal llamados “usuarios” tienen la responsabilidad de adoptar un papel activo en la construcción de su entorno habitado; así como los recursos naturales, asumiendo que el consumo de territorio y el gasto energético no es ilimitado y es imprescindible cuidarlo.

Lo que no cabe duda es que, más que nunca, el arquitecto tiene que adoptar una actitud proactiva para generar iniciativas propias. Tenemos, junto con otras disciplinas, el reto de trabajar para la transformación y mejora de nuestros entornos urbanos. Lo más difícil está por venir: consolidar trayectorias diversas, aprendidas durante estos años de dificultad, que, por otro lado, nos está enfrentando a un reto apasionante. Parece vital pues que sigamos encontrándonos, conociéndonos, debatiendo, intercambiando y compartiendo, en espacios reales y virtuales como Arquia/Próxima, que apuestan por impulsar caminos y trayectorias arquitectónicas desde sus inicios. Trabajemos juntos pues para, entre todos, ir haciendo caminar la herramienta a lo largo del tiempo, y que vaya dejando el poso y aprendizaje colectivo que nos merecemos.

Por:
Arquitecta (2001). Profesora Asociada del área de Proyectos de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Málaga. Máster en Investigación Social aplicada al Medio Ambiente, especialidad en Antropología Ambiental, Universidad Pablo Olavide. Curso de experto en Cooperación para el Desarrollo de Asentamientos Humanos en el Tercer Mundo y Habitabilidad Básica, Universidad Politécnica de Madrid. Actualmente es investigadora del proyecto I+D+i ‘CooperHabitar. Claves para la generación de procesos cooperativos que aseguren el derecho a una vivienda digna en Andalucía’ financiado por la Consejería de Fomento y Vivienda de la Junta de Andalucía. Doctoranda en la Universidad de Sevilla, línea de investigación: ‘Estrategias de puesta en uso y activación de vacíos urbanos desde la gestión colectiva’.

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