PRÓXIMA, APRENDIZAJE COLECTIVO (I)

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Por Eva Morales

Miembro del Jurado

V Edición 2014-2015

#Arquia/Próxima

Comparte su reflexión sobre las propuestas presentadas a la última edición.

El concurso Arquia/Próxima lleva recogiendo desde su primera edición, en 2006-07, propuestas de los jóvenes arquitectos del momento. Su objetivo ha sido, desde entonces, abrir la posibilidad a que estos visibilicen su trabajo en una plataforma común, en un esfuerzo por recoger el lugar que la arquitectura joven de nuestro país ha ido tomando en estos años.

Desembarcamos en 2016 con 294 intervenciones en la que nos encontramos con poca obra construida, propio de los tiempos, de las que podemos destacar aquellas que han usado especial creatividad para aprovechar los recursos, haciendo más con menos, generando posibilidades previamente impensables, respetando y adaptándose a su contexto espacial y cultural. Por otro lado, también encontramos multitud de reformas, fundamentalmente de viviendas, donde se vislumbran equipos que se están especializando en ello, llegando a consolidar estilo propio, esculpiendo espacios en lugares lúgubres y desnudándolos para descubrir su potencial. Y, para terminar, una diversidad de iniciativas de carácter abierto relacionadas con la difusión de la arquitectura, encuentros, artefactos, instalaciones urbanas, procesos de construcción social, etc., explorando otros espacios de lo posible en la arquitectura. Algunas venidas de equipos, cuya trayectoria llevan tiempo consolidándose, otras de equipos con bagajes incipientes, todavía por descubrir y otras venidas de la confluencia de redes de colaboración.

Diversidad de propuestas con las que Arquia/Próxima tiene la oportunidad de servir de termómetro de las inquietudes, miradas y sensibilidades de los arquitectos en sus primeros años de vida profesional. Y gracias a ello, constatar que no existe una tendencia única, que no se trata de elegir, sino de abrirnos a lo que la realidad y la sociedad va demandando. En este sentido, dibujar este mapa de iniciativas jóvenes con esta diversidad de trayectorias está suponiendo una riqueza única.

Por ello, como jurado, tenemos el compromiso de saber leer lo que se presenta, aprendiendo más que juzgando, para identificar y seleccionar lo más representativo, atendiendo al buen hacer de las distintas propuestas recibidas. Este compromiso nos obliga a hacer nuestra función con la apertura necesaria para poder ubicarlo sin expectativas previas, sino partiendo de lo que hay: esto es lo que se está haciendo en este país. La realidad se impone más allá de nuestros imaginarios y ensueños. Tenemos, pues, ante nosotros la responsabilidad de mirar al presente de frente y contemplar el arte de hacer “arquitecturas contemporáneas” propias de este tiempo y de las ciudades en las que nos ha tocado vivir.

Así pues, nos encontramos con que la innovación que buscamos se ha desarrollado, tanto en novedosos sistemas constructivos y respuestas propias de la disciplina arquitectónica, en su integración en el entorno construido y la adecuación energética o de materiales necesaria, así como en procesos de transformación social, ambiental y de modelos de gestión, que son en definitiva iniciativas intangibles igualmente válidas. La dificultad ha radicado precisamente en eso: en entender múltiples aproximaciones, tanto a nivel de lenguajes, herramientas y procesos, como de construcción de realidades posibles, todas ellas arquitectónicas.

Reconstruir, habitar, pensar

Si la comparamos con años anteriores, en esta edición ha habido una muy baja participación, hecho que debería hacernos reflexionar. ¿Dónde están las acciones y el pensamiento arquitectónico de los jóvenes arquitectos?, o sea, ¿dónde están los jóvenes arquitectos ahora? ¿y las arquitectas?

Y es que la arquitectura ha ido recogiendo el devenir de estos últimos años de colapso, tras la debacle de una situación económica e inmobiliaria insostenible. Sí, ya son nueve años desde entonces y me pregunto si nuestra profesión verdaderamente ha afrontado el necesario cambio de paradigma arquitectónico y urbano que, de alguna manera, la realidad nos estaba y nos sigue pidiendo. ¿Hemos sabido leer este cambio de trayectoria, del papel de los arquitectos y de la arquitectura?, o ¿nos hemos aferrado a la nostalgia de aquellos tiempos pasados a la espera de que estén por venir de nuevo?

A mi entender está en nuestra mano seguir tomando un papel relevante en la (re)construcción de nuestro entorno habitado, y para ello es necesario incorporar elementos, herramientas, disciplinas y formas de hacer que, hasta ahora, no nos han acompañado en nuestro quehacer arquitectónico. La dificultad radica, por un lado, en la poca experiencia y conocimiento que tenemos y, por otro, en cierto estado de confusión que nos dificulta, en algunos momentos, reaprender nuevas prácticas arquitectónicas, que den respuestas a las necesidades que tienen actualmente nuestras ciudades, las personas que en ella viven, el entorno que nos rodea, las frágiles y escasas economías y la escasez de recursos.

Ante esta difícil coyuntura, bien por la dificultad de salir de la precariedad laboral, bien por esta necesaria vuelta de tuerca sobre las herramientas arquitectónicas a poner en práctica, es normal, aunque resulte doloroso, la disminución del número de arquitectos jóvenes que se sienten con empuje suficiente para afrontar sus propias iniciativas en nuestro país. Si es que deciden permanecer en él.

Pero este discurso no es nuevo. Después de esta década, la reflexión del papel del arquitecto ha sido largamente debatida, e incluso podemos decir a veces que estamos ya agotados de hablar de ello.

Y además, me pregunto dónde estamos las arquitectas. Habiendo una mayoría de mujeres estudiando en las escuelas de arquitectura, todavía son ellos los que prevalecen a la hora de realizar propuestas arquitectónicas propias. Algo que se puede igualmente visibilizar en los autores que se han presentado en esta edición. Quizás por la precariedad de nuestra profesión y la dificultad para asumir horarios y entregas sin orden ni concierto; quizás por el acérrimo esfuerzo necesario para emprender una vida productiva sin seguridad de remuneración ni recompensa, que todavía es aún más baja en las mujeres; quizás porque sean todavía, las mujeres, las protagonistas de la vida reproductiva en nuestra sociedad. Éstas, entre otras causas, son posiblemente el origen de que sean ellas las que principalmente se mantienen con un paso atrás, dejando la arquitectura en muchos aspectos huérfana y como una “cosa de hombres”. Es verdad que, cada vez más, son equipos de trabajo los que están detrás de los proyectos de arquitectura, algo que puede ser clave para el apoyo colectivo en la conciliación entre la vida cotidiana y la profesional de forma compartida. Es necesario pues, el impulso a muy distintos niveles de los rostros y voces de las mujeres arquitectas, que aportarán otras formas de actuar, habitar y pensar, a través de sus arquitecturas.

Por:
La Fundación Caja de Arquitectos se constituye como Fundación cultural privada el 23 de Mayo de 1990, con el objetivo de promover y fomentar fines de carácter cultural, social, asistencial, profesional y formativo en el campo de la arquitectura, la construcción, el diseño, el urbanismo y, en general, de todo aquello relacionado con la actividad de los arquitectos.

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