PROYECTOS PARA NO DORMIR (II). DEL AUTOPLAGIO O LA COHERENCIA DE LENGUAJE
Por Alberto Ruiz Desde Veredes
“La coherencia en el lenguaje arquitectónico, todos estamos de acuerdo, es una de las señas de identidad que nos permiten reconocer ese concepto tan difuso que conocemos como “buena arquitectura”. Aunque, hablando de términos difusos,
¿Qué es eso de la “coherencia en el lenguaje”?
Mi lenguaje es coherente –aunque mis ideas no siempre lo sean- porque básicamente, siempre hablo y escribo en un castellano más o menos correcto, porque uso a menudo las mismas palabras, porque intento que la construcción de estas sea inteligible… los neologismos absurdos, las palabras robadas de otros idiomas, las muletillas y las faltas de ortografía, le restan coherencia a mi lenguaje.
Bien. Pasemos al “lenguaje arquitectónico”. Sustituyamos las palabras por formas, huecos, fachadas y cubiertas, las frases por la composición de estas, y la corrección lingüística por la construcción precisa, funcional y, a ser posible, económica –la economía de lenguaje entre los arquitectos, tanto el hablado como el formal, podría dar para un interesante debate- si intentamos establecer un paralelismo un tanto simplificador, el uso correcto e inteligible de estos elementos otorgaría coherencia a mi forma de hacer arquitectura. Digamos pues, que los pastiches, las referencias anacrónicas, y sobre todo las faltas de ortografía arquitectónica –la escayola es el “tipex” de nuestros edificios- son los grandes protagonistas de nuestras incoherencias del día a día (…)”
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