El ataque de pret a manger, Starbucks y la Barbería pija
Espero que la presente reflexión, genere debate y nos ayude a pensar y a dar soluciones de cambio a un problema que es demasiado grave como para sólo hablar o escribir sobre él.
“Si mi casero me sube la renta, quizá me tenga que irde mi casa, afectará a mi vida, puede que afecte a la vida de mis vecinos, pero no es demasiado importante. Si un propietario sube la renta a un negocio local y tienen que cerrar, esto afectará a toda la comunidad, romperá amistades construidas a través de años, hábitos y rutinas1 de una gran cantidad de personas. Necesitamos proteger el pequeño comercio, necesitamos leyes que lo protejan, porque simplemente nos hace la vida mucho más cómoda y feliz”
¿Quien vela por conservar los negocios que llevan establecidos en un barrio años y años y que son parte de un patrimonio común intangible? El valor de estos comercios es incalculable, porque lo que aportan a la comunidad, sea felicidad, comodidad o confianza son valores que no se pueden medir igual que cuantificamos las ganancias o pérdidas económicas de un negocio.
Sin embargo, dadas las actuales leyes que rigen el mercado inmobiliario, estamos asistiendo a un fenómeno de extinción de negocios familiares debido al aumento, muchas veces desmedido, de las rentas a los locales comerciales. En Londres, casi a diario contemplamos como cierran pubs, restaurantes que estaban llenos hasta el día anterior al cierre, tiendas de comestibles y otros pequeños comercios de juguetes, libros, etc2, y casi ninguno de estos cierres es debido a la, digámoslo así, selección natural por éxito o fracaso del negocio.3 Lo que nos lleva a otra pregunta ¿Quienes son los dueños de estos locales? ¿Quienes deciden que el precio de su local duplica su valor de un mes a otro? o dicho de otra manera ¿Quienes son los dueños de nuestras ciudades? Como escribía Saskia Sassen en un artículo que os recomiendo leer para el periódico The Guardian.4
Con estas maniobras que logran la expulsión de los antiguos inquilinos, sólo negocios pertenecientes a grandes cadenas de servicios como por ejemplo Pret A Manger, Costa, Starbucks, Mc Donalds, etc pueden hacer frente a rentas tan elevadas, con lo que al final, lo que repercute en la ciudadanía es un tejido urbano cada vez más homogéneo, aburrido y volátil. Volátil, porque la confianza y relaciones personales que se forjan con el paso del tiempo, son muy difíciles de generar si los negocios cambian cada año y el personal que nos atiende lo hace cada mes.
Esto no es una crítica a Pret A Manger, que conste que su “avocado wrap” y el té verde son fabulosos, pero sí una crítica dura a los gobiernos de nuestras ciudades, que están permitiendo que sean devoradas por las grandes cadenas comerciales. El pequeño comercio necesita protección, bien sea estableciendo un sistema de ayudas estatales o municipales o mediante el control del incremento de las rentas al sector terciario.
Debatamos y démosles ideas a quienes tienen el poder de cambiar las leyes urbanas para que todos ganemos y los ciudadanos quedemos protegidos ante algo que no nos afecta al bolsillo pero si al alma.