Arquitectos, artistas, técnicos, humanistas
Leo con frecuencia la vuelta a esta discusión sobre si los arquitectos somos artistas, o si la arquitectura es arte, o si es técnica… como si sólo pudiera ser una cosa y nunca las dos a la vez.
He escrito en alguna ocasión que en mi opinión el arte es la capacidad intelectual de reproducir en un espectador una experiencia sensorial/emocional por medio de elementos producidos a tal efecto. Entiendo, pues, el arte no como un objeto sino como una relación de conexión intelectual entre creador y espectador (la discusión llevaría a pensar en el objeto artístico como medio de comunicación, circunstancial e incluso efímero, pero eso daría para otros textos). Creo que sólo puede haber arte cuando hay un creador consciente y un espectador dispuesto (incluso aunque éste último no se aperciba de lo que está ocurriendo – es decir, desconozca los mecanismos de comunicación que está experimentando y, aun así, lo sienta-).
En este sentido ¿se puede hablar de arte en arquitectura?. En mi opinión, sí. Pero igual que en danza, música, literatura o interpretación, no todo es arte, en arquitectura ocurre lo mismo.
Pero es que tampoco hace falta que todo sea arte. Un anuncio comercial en la televisión, es una dramatización de una escena, pero no diríamos que hay Arte en ello. Se hace mucha música, pero no toda tiene cualidades artísticas. Se produce material gráfico cada minuto.
Juntar letras no es literatura.
A veces se alude al oficio como algo bello en sí mismo y, por tanto, digno de ser llamado arte, solo por el hecho de estar bien hecho. Pero que una cosa sea bella o admirable, no implica que sea arte. Es más, es que el arte no tiene por qué ser bello. Aunque de nuevo es harina de otro costal.
Sostengo que la arquitectura puede llegar a ser arte, pero no es necesario. Hay aquí dos claves: Llegar a ser y ser necesario. La arquitectura debe responder primero a los aspectos funcionales, normativos, técnicos y programáticos y si, además, a eso le sumamos la capacidad de conmover al usuario, en la medida en que el arquitecto lo haya pensado previamente para tal efecto, entonces tendremos Arte.
Evidentemente, no es en absoluto necesario que una obra arquitectónica tenga cualidades artísticas para ser buena arquitectura. Insisto en que la obra puede ser bella sin ser arte. Por mucho que otros arquitectos nos arrobemos ante un edificio, no tiene por qué ser arte.
Además, una obra arquitectónica es lo suficientemente compleja como para poder ser admirada en diferentes capas (lo programático, lo constructivo, lo material, lo espacial, lo conceptual, lo que genera a su alrededor, etc.) y es susceptible, por tanto, de manifestar belleza en múltiples formas.
El arte es un acto consciente del creador. Si no, sólo es belleza. Admirable pero circunstancial, a veces incluso casual.