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Desde Habitissimo
“En el cine, como en la vida, hay preguntas a las que no podemos dar respuesta. Entre esas incógnitas del tipo “¿qué fue primero, el huevo o la gallina?“, hay una que tiene peso propio: Ciudades como Nueva York, Viena o Londres ¿son famosas por méritos propios o por el impulso que le han dado las grandes cintas del celuloide? Sea de una forma o de otra, lo cierto es que Spiderman no sería nada sin Nueva York pero tampoco lo sería el barrio de Notting Hill (en Londres) sin el momento romance entre Hugh Grant y Julia Roberts. ¿Quieres saber cuáles son las películas que han hecho que nos enamoremos de la arquitectura de las principales capitales del mundo? Pues súbete a la máquina del tiempo porque hoy hacemos un repaso a esas guías turísticas y arquitectónicas en forma de film.
#1 Spiderman: El superhéroe neoyorquino
¿Qué sería de Spiderman sin Nueva York? Seguramente nada… Y es que el más atlético de todos los superhéroes de Marvel tendría un verdadero problema de espacio para dar rienda suelta a todo ese abanico de saltos y piruetas en lugares como Madrid o Londres. Peter Parker necesita grandísimas avenidas y qué mejor opción que usar las inmensas calles neoyorquinas para perseguir al enemigo con total comodidad.
Pero no nos engañemos… aunque pensemos que con eso de ubicarse en Nueva York solo gana el superhéroe blaugrana, lo cierto es que la capital del mundo luce como nunca gracias al hombre araña. Aunque las diferentes cintas de Spiderman dan pinceladas del Nueva York más turístico (con paseos fugaces por delante del Empire State o del Chrysler Building y tomando el Flatiron como sede del Daily Bugle), lo cierto es que el film nos muestra la parte más desconocida y encantadora de la ciudad. Su zona alta, sus azoteas y todos los secretos que estas esconden, como bidones de agua que son dignos de museo, gárgolas, remates de edificios únicos y hasta la famosa bola de Times Square.
#2 Notting Hill: El antes y después de un barrio londinense
No vamos a decir que Notting Hill (en Londres) no tenía su merecida presencia en las principales guías del mundo, pero tampoco iríamos muy desencaminados si dejáramos caer esta afirmación. La historia de amor (fan/artista) entre Hugh Grant y Julia Roberts da a este bello barrio de Londres toda la fuerza que se merece haciendo que las casitas de colores -tan típicas de la zona- sean ya un lugar de obligada visita.
El estilo victoriano (con casas que duermen encima de hileras de columnas blancas), las calles llenas de flores, así como todo el colorido del archiconocido Mercado de Portobello (con su arquitectura y su decoración propias) igualmente tienen su cuota de pantalla en una película en la que el protagonismo no se lo lleva su millonario reparto sino la arquitectura y morfología de uno de los barrios más bonitos de Londres. ¿Y qué decir del resto de la ciudad? Igualmente queda bien representada en los planos en The Ritz Hotel y en las ráfagas en las que no tienen pérdida las famosas cabinas rojas de teléfono. (…)”
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