¿Qué hace un arquitecto?
Hace unas semanas se me planteó hablar sobre qué hacemos. Al primer entusiasmo del sí rotundo, le siguió un periodo de reflexión para acotar un asunto que se suele despachar rápido y de forma oral.
A la -pertinente- pregunta de qué hace un arquitecto se suele responder con el elevator pitch “hacemos tangible tu sueño”, y a los amigos en la sobremesa con un escueto “cuidamos que nada te quite el sueño”; pero ya que estamos, vamos a entrar en detalle: ¿Qué hace un arquitecto?
Ejercer cual humanista renacentista, programar, supervisar, redactar normativa, coser, calcular, desarrollo UX… Lo que hace con su tiempo cada profesional de la arquitectura podrá ser distinto, pero lo compartido y valioso en su día a día es el Compromiso Monumental que adquieren con su labor y la tranquilidad que aporta a la persona a la que resuelve un problema.
En general, los arquitectos hacemos lugares.
Puede que el ejemplo más tangible se dé en la obra nueva, la rehabilitación, el espacio público, o la ciudad, sin olvidarse del pavimento podotáctil, ni del apoyo en el descansillo de la escalera, ni del sitio donde dejar las llaves, ni de la hornacina detrás del espejo del baño.
A efectos prácticos:
Cuida la entrega de un trabajo coherente; recipiente en el que otras personas inscriben sus memorias. Redacta proyectos, donde los planos se muestran como punta del iceberg sobre memorias y permisos. Diría, así a ojo, que la proporción planos – palabra es de 1 – 10.
Pero, sobre todo, ordena lo que no se ve.
La proporción de lo que se ve y lo que no se ve, va a la par. Lo segundo constituye lo que muchas veces las personas no se dan cuenta (pero intuyen) que encargan.
¿Qué es lo transgresor de la arquitectura?
Lo característico de esta profesión es el ir más allá del programa: mostrar nuevas soluciones, prever y evitar problemas, definir prioridades, cuidar del presupuesto, lo legal, y el equipo, orquestando varias partes.
Más allá del plano, las y los profesionales se enamoran de cada encargo, sea de la índole y escala que sea. Es en ese “cuanto quiere” o “cuanto le importa” donde radica el valor del servicio de arquitectura. Dos caras de una misma moneda: para quien realiza el encargo y para quien proyecta.
Somos espejo de la otra persona; ojos reflejo de un alma educada en la materia. Empática e igualmente emocionada. En ella se puede leer a alguien que sabe cómo vivir bien con lo que hay en cada momento. Se reconoce a alguien que nos ayuda a construir un sueño; ya sea negocio o proyecto de vida. Alguien que no juzga, con quien tratar lo más íntimo, desde las preferencias en el modo de habitar a los recursos disponibles. Incluyendo el tiempo limitado de ambos en este mundo.
Cuidamos que nada nos quite ese sueño, sincrético. Contribuimos a poner en valor un lugar y como se inscribe la persona en ese entorno, reafirmando cómo interactúa con el mundo. Armamos un diálogo donde se establecen prioridades, eliminando lo superfluo y reduciendo la complejidad a pocos materiales, nobles.
El arquitecto siempre imagina lo que ocurre dentro, e intenta hacer el estar y el orientarse en el espacio lo más agradable posible. Arma la estancia, concatenando una secuencia intuitivamente lógica. Familiar aunque no hayas estado antes. La arquitecta piensa en la termodinámica que rodea tu piel; en el aire que rozas y respiras. Siente el fresco que baja de los cerros, la brisa cálida que sube por la colina y entre el vello de tus piernas. Interpretan las condiciones de un entorno, deja que penetren, buscando la termodinámica perfecta, donde uno disfrute su existencia. El simplemente estar: la buena vida.
Cuida que la sombra caiga en el momento y lugar adecuado. Cual alfarera trabajando en un torno, va creando concavidades donde ocurren las cosas, ya sea en el espacio público como en el privado. Crea cobijo, trabaja el recipiente del arraigo a un lugar. Hace de primera Vesta donde uno luego descansa y redondea su callado tibio interno. Trae a colación lo reconfortante y seguro, lo acogedor, o el calor que emana de un muro que ha pasado el día al sol sobre tu espalda. Talla un volumen cortavientos, un lugar que nos guarda. Intenta hacer la vida más fácil, agradable, accesible, bella y cómoda.
¿Qué hace un arquitecto?
Anímense a preguntarle. Las dos partes definen y acotan exactamente lo que esperan recibir y dar. Una arquitecta habla en plata: si no puede ayudarte, te dirá quién. Cura en salud. Invierte en lo que vale la pena. De la misma manera que un médico, aconseja y prescribe de forma desinteresada. Una profesión atañe a las vísceras y la otra, a lo visceral. No es alguien con un manual de consulta universal con soluciones tipo. No lo ha resuelto todo, ni lo sabe todo. Articula una nueva solución con las herramientas aprendidas. Defiende tus intereses como propios, con sus conocimientos y su saber estar. Asegura que con el mismo presupuesto de ejecución material, un proyecto tenga ese je ne sais quoi, vidilla, equilibrio.
¿Cómo encontrar arquitectos?
De la misma manera que no hay dos perfumistas ni dos parcelas iguales, no hay dos personas iguales, ni dos miradas libres de condicionantes que arrojen exactamente la misma planta o arquitectura. Hay quien iguala en talento, pero no hay dos cogitos iguales. Si das con alguien con quien te entiendes, vamos bien. Si además te ves reflejado en sus valores, discurso o texturas, ahí está.
En definitiva:
Los arquitectos son capaces de permitir la libertad en un mundo con ventanas y ladrillos, en el que se toman decisiones regidas por la estática, la normativa, lo fisiológico y el presupuesto: cuidan la flexibilidad de usos cuando algo debe ser genérico. Formamos equipo y empatizamos con todas las partes. Somos expertos en la toma de decisiones constructivas y en la comunicación efectiva de las razones al resto de los agentes. Amamos lo que hacemos y cuidamos de que nada le quite el sueño a la persona por la que trabajamos. Es así como nos diferenciamos y reafirmamos un lugar en el mundo. De alguna manera vivimos para ello, y cuidamos del descanso del equipo además del propio.
En resumen:
Los seres humanos trabajamos por un sueño, por un futuro, pagamos facturas, vivimos en sociedad, caminamos, dormimos, reímos, follamos, nos olvidamos de algo. Somos parte del refranero y de la vanguardia. Producimos, encontramos, comemos, aprendemos. Consumimos, nos emocionamos. Nos encanta decir hasta luego. Bailamos. Algunas veces decimos adiós. Limpiamos, buscamos el interruptor, nos duchamos. Pensamos hacia dónde abre esta puerta. Contamos cuentos. Nos quejamos de lo que está mal pensado. Disfrutamos, nos damos cuenta de las cosas, tenemos arrojo, arraigo, arrorró.
Me ha parecido un artículo fantástico, muy bello, y me he sentido identificada.
Enhorabuena.
Muy interesante reflexión
Algunos ademas tb hablamos de cosas que tienen que ver con arqutiectura en Youtube y similares.
Me parece muy importante que existan contenidos en RRSS creados por arquitectos pero NO orientados a arquitectos. Son como dos mundos distintos.
Siempre nos apetece mas hablarles a personas con las que compartimos profesión pero creo que hay mas retos y oportunidades en hablar fuera del entorno profesional.
Un saludo cordial
Juanjo Bande
Muy interesante reflexión
Algunos también hablamos de cosas que tienen que ver con arquitectura en Youtube y similares. Me parece muy importante que existan contenidos en RRSS creados por arquitectos pero NO orientados a arquitectos. Son como dos mundos distintos.
Siempre nos apetece más hablarles a personas con las que compartimos profesión pero creo que hay más retos y oportunidades en hablar fuera del entorno profesional.
Un saludo cordial
Juanjo Bande
Perdón por el fallo.
Lo he enviado dos veces sin querer.
Si podéis eliminad la primera versión por favor.
Tiene un par de faltas de ortografía