Arquitectura no antropocéntrica

Fotografía 1_Manga del Mar Menor. Antes y después

Desplazamos a los dioses y pusimos al hombre en el centro; hoy luchamos por que sea la persona quien ocupa ese lugar, y con ella como modulor espacial y conceptual seguimos construyendo nuestro mundo. Sin embargo, para garantizar la pervivencia como especie, parece claro que debemos renunciar a ser los únicos beneficiarios de nuestras acciones.

El ecocentrismo ha de sustituir al antropocentrismo. Esta afirmación, presente ya en muchos discursos y disciplinas, hay que incluirla en la Arquitectura para su transformación. No basta con hacer urbanismo o arquitectura desde una perspectiva ecológica o sostenible, hay que redefinir desde la base el objetivo de la disciplina.

El cambio conceptual que se propone no es trivial. La Arquitectura surgió para mejorar las condiciones de vida de las personas en su relación con el medio, lo que paradójicamente derivó en una alteración de este. Intervenciones justificadas en un principio por necesidades básicas como la seguridad y el confort, fueron dando paso a otros requerimientos, llegando incluso a perpetuar, en algunos extremos, las ocurrencias más delirantes de nuestra sociedad. Y así hasta la actualidad, donde hemos alterado tanto el planeta que hemos abierto otra era, la del Antropoceno.

Sin embargo, es iluso creer que podemos seguir indefinidamente imponiendo al medio las exigencias de la humanidad. Además, al hacerlo, corremos el peligro de que la Arquitectura continúe alienada de la realidad poniendo puertas al campo, mientras este desaparece.

Vivimos en un contexto de emergencias: calentamiento global, migraciones forzosas, catástrofes naturales, enfermedades infecciosas, etc. Y por más que les pese a algunos, todos estamos en el mismo barco. Urge, por tanto, virar y dejar de someter al entorno para adaptarse a él con humildad. Al fin y al cabo, somos una especie invasora.

Afortunadamente aparecen alternativas con las que apremia converger. El pasado marzo celebramos la aprobación en el congreso de la ILP (Iniciativa Legislativa Popular) encabezada por Teresa Vicente Giménez, por la cual se dotó de personalidad jurídica a la laguna del Mar Menor y su Cuenca. Una propuesta sin precedentes en Europa que abre potentes vías para la protección al reconocer los derechos de un paraje natural.

No hay que pasar por alto que la estrategia para defender el medio sea mediante la creación de una personalidad jurídica, es decir, extrapolando estructuras antrópicas para acometer los temas ambientales. Sin embargo, lo logrado es sobresaliente, esperanzador y supone un avance ejemplar en el discurso eco céntrico.

Valga este ejemplo para reflexionar sobre los conceptos de ecocentrismo y antropocentrismo en la Arquitectura. Hay mucho que revisar e investigar sobre qué y cómo proyectar cuando el objetivo no es satisfacer clientes aquí y ahora, sino garantizar el futuro de nuestra especie.