El motivo de esta carta es añadir una voz más a las consecuencias de un mundo complejo que desde hace tiempo grita un cambio. Un cambio que, en el último año, ha agitado el sistema educativo: Lía fue a la escuela en días alternos de las semanas; Minerva asistió a webinars con profesores de diferentes países de forma sincrónica; y Lolo fue uno de los más de 700 millones de niños y jóvenes en el mundo sin acceso a Internet que no tuvieron derecho a la educación.1
El confinamiento nos encerró con nuestros elefantes2, y forzó una transformación en meses, que esperaba producirse en décadas, en las formas de enseñar y aprender. Año y medio después, existe una necesidad de búsqueda y revisión –a gritos– de los procesos de enseñanza-aprendizaje. De la educación. Con la arquitectura.
Agentes, ustedes diseñaron el sistema educativo español para cubrir unas necesidades de mercado obsoletas en la actualidad. Una realidad que demanda una formación más dinámica y exigente con las necesidades de hoy y que ha demostrado la importancia de la educación en arquitectura a una edad temprana –no solamente universitaria–. Y preguntarán: ¿por qué arquitectura?
Porque
- Es una herramienta de arte espacial que permite a Minerva analizar, diseñar y construir su ciudad de forma sostenible, poniendo en valor la naturaleza de los espacios donde crece.
- Promueve una alfabetización cívica, cultural y visual en los alumnos mediante el desarrollo de las facultades esenciales del ser humano: fantasía, invención, creatividad e imaginación3 ,que contribuyen al desarrollo integral como personas.
- Es un instrumento político, social, técnico, económico, estético, ético y ecológico4 que le permite a Lolo desarrollar una actitud crítica e integradora del mundo que habita.
Y, sobre todo, porque
todo esto son ingredientes que deben contemplarse en la educación básica de hoy, para generar aprendizajes significativos y transferibles a otras situaciones futuras de la vida del estudiante, sea panadero, científico o artista. Porque todos somos usuarios del ambiente construido.
Así que basta.
Basta ya.
De fabricar máquinas que reproduzcan contenidos vacíos de significado.
De no contemplar la importancia de las Artes y la Arquitectura como herramientas de desarrollo cultural y relegar su presencia curricular a llenar vacíos de un horario semanal.
Basta ya.
De enseñar hoy con herramientas del ayer.
De promover actividades para Lía de ceniceros o imanes para la nevera que no activan su pensamiento: sabe cómo y cuál será el resultado final incluso antes de iniciarlo.
BASTA YA.
Porque esta no es la educación que prepara a Lía, Minerva o Lolo para pensar y actuar en un mundo convulsionado por problemas políticos, sociales y ecológicos… ¿O sí?
Señores Agentes, deberían revisar el currículo educativo y actualizarlo con la presencia de la arquitectura. No como una materia más. No. Sino como acercamiento integrador entre distintas áreas, desarrollando procesos participativos que entiendan el aprendizaje de Dibujo, Historia, Filosofía o Ética como una secuencia en la que todo debe vincularse. Porque la principal función que tiene la educación es educar personas para la incertidumbre, capaces de transformar la sociedad en una más sostenible, justa y equitativa5. Y la arquitectura puede debe ser esa herramienta de cambio.
¿Y entonces qué?
Porque sólo queda una salida.
Enfrentarnos a los elefantes de la habitación.