Rastreando la Economía de Old Kent Road Fuente:
Vital OKR
“Ruby Triangle” constituye uno de los primeros planes de regeneración propuestos en Londres para el desarrollo de Old Kent Road – todavía la calle más barata del Monopoly. A éste han seguido “Malt Street,” “Southernwood Retail Park,” “Cantium Retail Park” y tantos otros ya aprobados que, según sus respectivos diseñadores, han sido capaces de situar “a la comunidad en el centro del proyecto” a través de “un diseño transformador.” Según sus promotores, estos planes proponen una visión que aspira a “hacer las cosas de manera diferente” mediante torres de vivienda, espacios comerciales flexibles, centros deportivos y zonas verdes. Todos ellos responden al Plan de Acción del Área, en el que se garantiza en un plazo de veinte años la construcción de 20.000 nuevas viviendas y numerosos servicios que prometen no sólo contribuir a solucionar la crisis habitacional, sino doblar los actuales puestos de trabajo en la zona.
Old Kent Road es una de las arterias más antiguas al sur de Londres que une la ciudad con la costa de Kent. En la Edad Media, esta carretera ganó popularidad por conducir a los peregrinos en su ruta hacia Canterbury. Con la creación a principios del siglo XIX del Grand Surrey Canal, así como la llegada del ferrocarril y la fábrica de gas, numerosas industrias comenzaron a surgir en esta zona: almacenes de madera, cervecerías, curtidurías, etc. Hoy en día, se mantiene un pequeño carácter industrial en el que se puede encontrar desde un fabricante de queso mexicano a uno de bandejas metálicas. Se trata de una economía creciente, que da trabajo a más de diez mil personas a través de más de setecientas pequeñas industrias, muchas de las cuales cerrarán o tendrán que trasladarse a Kent o Essex debido a los nuevos desarrollos de vivienda.
El desplazamiento de zonas industriales de las ciudades se viene produciendo desde mediados del siglo pasado. Tradicionalmente, entendemos las manufacturas como industrias altamente contaminantes, capaces únicamente de proporcionar un tipo de trabajo pesado y alienante. Así, la mayoría de las ciudades occidentales han dejado de basar su economía en la fabricación de distintos productos para, en su lugar, promover una economía de servicios en la que predomina el trabajo inmaterial y el consumismo. Pese a ello, en los últimos años, han surgido nuevos fabricantes urbanos que basan su modelo productivo en una economía circular y, haciendo uso de nuevas tecnologías, ponen de manifiesto que otro modelo de manufacturación urbana es posible.
Ciudades como Los Ángeles, Nueva York, Bruselas, Rotterdam, Viena o Londres 1 han aprobado legislación para incentivar este tipo de actividades y así ayudar a diversificar el modelo de desarrollo especulativo a través de “enclaves”2 mediante un modelo que entienda la ciudad como un núcleo de innovación en el que sean capaces de coexistir distintos usos. Por ello, ante la amenaza de que Londres se convierta en “un caro dormitorio altamente densificado,” varias asociaciones reclaman al nuevo plan no sólo cumplir los estándares establecidos de vivienda social,3 sino el garantizar la diversidad de la oferta laboral a través de la protección de terreno para las manufacturas (SIL, Strategic Industrial Location). En este sentido, la visibilización de los fabricantes urbanos pone de manifiesto la necesaria reflexión sobre el crecimiento de la ciudad contemporánea y la posibilidad de una política urbana más diversa, inclusiva y sostenible. En definitiva, un verdadero hacer de manera diferente.