Los finlandeses crearon en 2019 un grupo de trabajo (Architectural Policy Programme work) con el fin de formalizar un programa que reuniera las directrices políticas que se deben seguir en temas de arquitectura ante los nuevos desafíos y cambios sociales. Este programa fue entregado a la Ministra de Ciencia y Cultura y a la Ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático el pasado 12 de enero (ver aquí).
En él se definen los retos a resolver y propone acciones a emprender para asegurar un futuro sostenible. El informe identifica cinco líneas principales de trabajo: el cambio climático, el envejecimiento de la población, la urbanización del territorio, las nuevas tecnologías y la internacionalización. Y entre los objetivos se incluyen aspectos concretos como mejorar la flexibilidad en el uso de los edificios, crear criterios para la calidad de construcción de las viviendas o aumentar el interés por la arquitectura y el patrimonio cultural. También, el programa señala que una zonificación y construcción de calidad implica un entorno construido con bajas emisiones de carbono, ya que es urgente favorecer la biodiversidad, y que en el sector de la construcción debe darse un predominio de la economía circular. Por último, también aborda la capacidad de la arquitectura para incluir la viabilidad, la igualdad social y la incorporación de los cada vez más diversos modos de vida, siendo, para ello, imprescindible la participación de los residentes en la zonificación y el diseño.
Pero, ¿Cómo conecta esto con la educación en arquitectura para niños/as y jóvenes?
Parte de la respuesta surge de la importancia social otorgada en Finlandia a la participación. Si consideramos que crear un entorno confortable es un trabajo que surge de la interacción entre planificadores, diseñadores y ciudadanos, será necesario un cierto grado de entendimiento técnico y claridad de objetivos como prerrequisito para el diálogo. Pero, ¿Cómo y quién enseña arquitectura en las escuelas finlandesas?
En este país existen dos formas de acceso a esta materia: como parte de la educación básica en arte y como parte del currículo oficial escolar. En el primer caso, existen escuelas de arte (ya sean de artes visuales o específicamente de arquitectura) que organizan tanto actividades para colegios, como extraescolares, exposiciones y talleres puntuales impartidos por especialistas. En ellas se ha desarrollado un plan de estudios general en arquitectura y otro avanzado (ver aquí).
Arkii, Lastu y la escuela de artes visuales de Jyväskyla son pioneras en esta educación, iniciando su andadura desde mediados de los 90 y con la importante participación en su formación de los colegios de arquitectos. La arquitectura es, además, una de las extraescolares favoritas de los niños finlandeses (ver aquí).
Por otra parte, el propio currículo escolar favorece la enseñanza de la arquitectura. En preescolar se abordan temas como: El hombre y su entorno construido y en primaria y secundaria, de las siete líneas que definen el currículo, el de Responsabilidad por el Medioambiente, bienestar y futuro sostenible incluye necesariamente la educación en arquitectura. Son los profesores finlandeses los que reciben formación continua para impartir esta materia1 .
Como podemos observar, los desafíos de la arquitectura en Finlandia aparecen incluidos en su programa educativo. Pero regresando a nuestra realidad, de perfil formativo menos exigente, ¿estamos los ciudadanos preparados para afrontar los desafíos a los que se verá sometido nuestro entorno? Si no hay educación específica, ¿será la participación igual de eficaz? ¿Están tales desafíos definidos e incluidos en la agenda política? Quizás empieza a ser urgente que los colectivos de arquitectos seamos proactivos en destacar la importancia social y medioambiental de la arquitectura y en la necesidad de tener una formación mínima en esta materia, ya que la consecución de entornos adecuados será, finalmente, responsabilidad de todos.