Miguel González Fernádez, ganador de la beca de matrícula para el Campus Ultzama 2020 participó el pasado mes de septiembre en el taller organizadso por la Fundación Arquitectura y Sociedad en sus instalaciones del Centro ecuestre de Ultzama. Éste es su testimonio.
Este escrito es la respuesta al interrogante expresado por la Fundación Arquia a través de las becas para participar en el Campus Ultzama. Dosier, informe, expediente. Deseo hablar de otra experiencia. De la práctica de tantos aprendices en el taller del maestro. Del taller de Fidias en la Grecia Clásica, del taller de Mateo en la catedral de Santiago, del Taliesin West de F. Ll. Wright en Arizona. Es esto lo que nos interesa.
El Campus Ultzama es quizás reflejo de esta experiencia radical del taller. Posible por tres razones: la hospitalidad del maestro, la convivencia de los aprendices y la generación de conocimiento, a través de la práctica humanista de la arquitectura, para la sociedad.
La arquitectura y el dibujo son un hecho físico. En el aprendizaje de la arquitectura es fundamental la presencialidad.
Miguel tomando anotaciones durante la visita al palacio de Mendillorri. | Miguel exponiendo el proyecto ante NASUVINSA. Fotografías (c) Fundación Arquitectura y Sociedad.
«La belleza salvará al mundo». Sí, en palabras de Eduardo Soto de Moura. Pero la belleza no es el fin del que parte el arquitecto. Es el fruto de la buena arquitectura. Aquella que pasa el examen del tiempo.
Generación de conocimiento para la sociedad ¿Qué sentido tiene todo esto? Si no fuera porque al amparo de Navarra Suelo y Vivienda se desarrollan y presentan dos proyectos residenciales de vivienda pública de alojamiento temporal y para artistas con el fin último de construirse. Esta es la realidad. Los proyectos que hemos desarrollado y presentado a NASUVINSA, tienen el fin último y pueden construirse. Este es el propósito aprender haciendo, aprender construyendo. Tienen sentido las becas Arquia.
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