Carlos González Duque, beca Aquia 2018 destinado a realizar las prácticas profesionales en el estudio de Álvaro Siza, Oporto (Junio – Noviembre 2019)
“La fundación Arquia nos pide a los becarios que hemos finalizado la beca la elaboración de un escrito que relate nuestra estancia y considero que es lo mejor que podría pedir de nosotros, porque en mi caso las otras experiencias que ya habían sido escritas fueron determinantes y lograron que me reafirmara en mi decisión; las dudas que tuve se despejaron y pude orientarme con suficiente seguridad entre mis opciones.
(…) Todos estos aspectos operan en la obra de Siza de algún modo, o al menos son esenciales para comprenderla bien. Aquellos viajes que realizó en su juventud creo que le permitieron identificar los elementos más valiosos de la tradición, los que permanecen en cualquier lugar porque son esenciales. No sé si cuando él personalmente me recomendó conocer los testimonios de los viajes que realizó Fernando Távora, de algún modo estaba señalando una vía que le resultó tan fructífera. En su caso es evidente la influencia de una arquitectura popular que, esta sí, era permeable a esas rayas imaginarias del territorio. Quizá en su trabajo sólo ha cambiado el nivel de literalidad con el que vuelve a ellas una y otra vez. Sus viajes habrían sido esenciales como demuestra que aproveche toda entrevista para recordarlo. Por eso he querido exprimir la beca para conocer bien este entorno que siempre estuvo excluido de los tours arquitectónicos.
(…) O arquiteto llega frecuentemente al escritório ya avanzada la mañana pidiendo un café, un vaso de agua y ocasionalmente algo de comer. Se sienta en su sala, fuma y apenas sale de allí. Desde ese momento se suceden inacabables y agotadoras reuniones de todo tipo: colaboradores, clientes, amigos o admiradores, incluso los entusiastas que tienen la suerte de coincidir con él en la calle cuando se mueve a su casa o a una obra. Muchos días es tan grande el trasiego que la puerta permanece cerrada durante toda la jornada y hay proyectos que no se pueden revisar, acumulándose las dudas para otro día. Con frcuencia su amigo Souto de Moura sube del piso inferior, donde está su estudio, y tiene conversaciones con Siza. Gracias a la cercanía de Eduardo pude conocer mejor su trabajo y, al examinar detenidamente su obra más reciente, creo haber encontrado el motivo por el que me concedió esta beca, aunque no me atreví a verificarlo.”
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Imagen de portada: Acceso al escritório de Álvaro Siza. Fotografía cedida por el becario.