En los últimos años hemos asistido al incremento de escuelas que han decidido, principalmente de forma participada a través de sus comunidades educativas, transformar su espacio exterior. Aunque diferentes blogs y Asociaciones, como Patios Habitables, hablan de cómo debería ser esta transformación para crear lugares de aprendizaje y convivencia, ¿por qué la renovación de espacios educativos se ha iniciado en el patio? ¿Y por qué esta demanda se ha producido simultáneamente en muchos países?
Trataremos de resolver estas preguntas mediante tres breves relatos.
Greta Thunberg Fotógrafo. Michael Campanella/The Guardian
Cuidando lo local, cuidamos lo global
Greta Thunberg, 2019, Cumbre sobre Cambio Climático de la ONU. Aunque esta adolescente sueca cuenta por igual con seguidores y detractores, su mensaje no deja indiferente. El activismo que lidera hace visible dos realidades: la dificultad de los poderes locales para hacer frente a los desafíos globales, algo que ya manifestaba Zygmunt Bauman al enunciar la modernidad líquida, y una globalización educativa que por primera vez va más allá del informe PISA, como muestra el seguimiento estudiantil a nivel internacional de sus Huelgas por el clima. La escuela ha empezado a ser local y global. El patio deviene así un escenario universal donde practicar el activismo medioambiental a través de la introducción de Naturaleza. Con la conciencia contemporánea de que nuestra realidad está interconectada, entendemos que cuidando lo local, cuidamos lo global.
Cuando la infancia desapareció de las calles
Principio de los años 90. Se publica el informe “One false Move…A study of children’s independent mobility”.1 En él muestran en cifras lo que es evidente al pasear por las ciudades: en veinte años (entre 1970 y 1990) los niños han perdido las calles. Queda así datado el fin de la autonomía urbana infantil y del juego libre no supervisado en los países desarrollados. Esto ha tenido consecuencias físicas (obesidad, falta de vitamina D) y sociales (poca frecuencia de relación entre iguales, mayor tiempo de pantallas), pero también ha supuesto una pérdida importante de aprendizaje (tomar riesgos asumibles, responsabilidad de los mayores sobre los pequeños, autoorganización, posesión del espacio…) algo que ha explicado Penny Ritscher en El jardín de los secretos (2006). Los espacios exteriores de la infancia quedan reducidos hoy al playground y al patio escolar, y ambos son inadecuados. El diseño del patio adquiere en consecuencia una importancia sin precedentes, ya que debe paliar las pérdidas y conectarse, como el espacio educativo que es, con el proyecto del centro. Conscientes de las posibilidades pedagógicas del juego al exterior, padres y profesores empiezan a liderar, en la primera década del s. XXI, su transformación.
Cambiar el espacio para mejorar la sociedad
Principios del s. XX. Nace la Sociología de la Educación. Por primera vez se analiza científicamente el papel regulador de la escuela como institución que produce un determinado tipo de persona adaptado a un determinado tipo de sociedad, a la vez que se debate entre perpetuar las desigualdades sociales existentes o combatirlas. Hoy, un siglo después, nos encontramos ante una escuela fuertemente burocratizada e influida por la empresa capitalista y el Estado. Sin embargo, son las mejores propuestas educativas las que “están invirtiendo esos procesos burocráticos devolviendo la escuela al conjunto de la ciudadanía, al colaborar el profesorado con el alumnado, familiares, asociaciones y demás entidades”.2 Ejemplo destacado de esta inversión es la transformación de los patios escolares. En ellos no sólo se trabajan temas como la coeducación, la inclusión o la cooperación, sino que su desarrollo supone un caso práctico de democracia en el que cambiar el espacio implica mejorar la sociedad.
Fotógrafo: Carme Cols/ elnousafareig.comEstos relatos suponen reflexiones desde las que mostrar por qué el patio se ha convertido en motor de cambio no sólo de los espacios escolares, sino de la educación. Transformarlo conlleva, en sus mejores ejemplos, afrontar retos medioambientales, nuevas realidades sociales y una infancia deficitaria de juego libre al exterior, todos ellos temas urgentes que no están incluidos ni en los currículos ni en reformas gubernamentales. Pero quizás su principal cualidad es la posibilidad de hacer realidad, ahora mismo, lo que el escritor uruguayo Eduardo Galeano ha afirmado: “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede transformar el mundo”. 3
Gracias Virginia!