TestimoniosFQ | Rocío Julián desde el estudio de Patxi Mangado

Por: Rocío Julián Gil, Beca Arquia 2018 destino Estudio Francisco Mangado (Pamplona, enero – julio 2019).

A lo largo de la carrera, aprendí a ver la arquitectura desde diferentes ángulos. Los primeros años fue un juego mas idílico, algo intuitivo y sencillo, que debe nacer de manera ágil. Pequeñas ideas que nacían con inocencia pero con mucha ilusión. Una etapa en la que veía la arquitectura como si fuera un niño y la imaginación junto a la lógica eran las más potentes de las herramientas.
Me gusta pensar que conforme crecemos no nos desprendemos de la forma en la que entendíamos el hecho de proyectar, sino que lo implementamos. Es por ello que,
siempre ha de haber un niño dentro de nosotros que nos haga entender la arquitectura como un juego, como una primera intuición, sencilla, pura e inocente.
Sin embargo, con el tiempo, todo parecía hacerse algo mas complejo, había que darle profundidad a proyectar, debía convertirlo en una acción reflexionada. La arquitectura como respuesta al entorno, a las circunstancias, a las exigencias, al programa, al precedente, al referente, demasiados elementos en la búsqueda de un resultado sencillo.
El ultimo año, ese en el que puedes enunciar un proyecto, reflexionar de arquitectura y preguntarte que es lo que te gustaría desarrollar, sentí que la arquitectura pese a ser
implementada por la experiencia, era eminentemente social. Que debía de ser sencilla e intuitiva a veces, porque debe llegar a todos, dar respuesta no solo a las circunstancias sino a todas las personas que puedan vivirla. Que no solo existen las herramientas que nosotros podemos utilizar para hacer arquitectura sino que esta también puede verse como una herramienta con la que participar en un proyecto mayor, la sociedad.
Y poco después de estas reflexiones hice las maletas, y emprendí mi camino para Pamplona, quizás a aclarar algunas preguntas, quizás a complicarlas mas.

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