Por: Álvaro Olivares Peralta, Beca Arquia 2018 destino estudio de Rafael Moneo (noviembre 2018-abril 2019).
No es extraño que cada generación afirme que el presente que le ha tocado vivir dista mucho de cualquier época anterior. Es común que los más jóvenes, aquellos que apenas llevamos unos años de aprendizaje en la profesión, nos sintamos abrumados por el caudal constante de imágenes, palabras o acciones que dificultan la tarea de discernir lo correcto en la búsqueda de referentes que nos ayuden a saber formular respuestas.
Si bien el acceso universal a la información nos ha permitido ampliar este campo de búsqueda, es cierto que fenómenos como la masificación de las escuelas, la reducción de planes de estudios o su distancia con la realidad profesional dificultan el aprendizaje de una profesión que tantas veces ha sido descrita como oficio. Planteamientos como el de esta convocatoria de becas, nos conceden el privilegio de volver a disfrutar de la cercanía en el aprendizaje a través del rigor y profundidad que requiere la realidad, unido al crecimiento personal que supone el traslado a una nueva ciudad y la oportunidad de dar un primer paso en nuestro camino profesional.
La sospecha de que este paso pueda estar relacionado con los siguientes me ayudó en la difícil tarea de elegir un estudio de destino tras la asignación de la beca. De las pocas certezas que pueden tenerse recién terminada la carrera, sabía que me interesaba la historia de la arquitectura, comprender el trabajo de los demás y esa búsqueda de sentido, razones y conexiones que empezaba a conocer en la teoría, con el gran interés y enriquecimiento que ofrecía cuando estaba ligada al trabajo profesional. La figura de Rafael Moneo era conocida por encarnar estos principios, así como por su generosa vocación didáctica de la que habían disfrutado varias generaciones, y si bien consideraba inabarcable la comprensión de su dilatada trayectoria, podía intuir una profundidad y un método que me resultaban muy atractivos.
Si buscaba la cercanía, entrar en el estudio de Rafael Moneo en una etapa avanzada de su trayectoria me ofrecía una oficina que había reducido considerablemente su tamaño, donde desde el primer día es habitual el trabajo directo con Rafael, quien mantiene una intensidad, actitud, energía y optimismo envidiables incluso para alguien de mi edad.
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