La formación del arquitecto y sus mil salidas de emergencia

emergency exit at West village in New York City

Imagen tratada por Rodrigo Almonacid © r-arquitectura; fuente original: “diego3336” – Flickr

Digámoslo claro desde un principio: la formación del arquitecto está siendo peligrosamente devaluada. En un momento en que la sociedad se somete a ejercicios de autocrítica continuos, las Escuelas de Arquitectura siguen sin reaccionar ante las demandas sociales y las del propio sector profesional. Tampoco el colectivo profesional (CSCAE, Colegios de Arquitectos, etc.) ha mostrado interés alguno por aportar su visión del estado de la profesión para enmendar algunos errores o introducir nuevas áreas de conocimiento que están definitivamente presentes en nuestro panorama profesional: ecología urbana, diseño bioclimático y construcción sostenibles, proyectos de rehabilitación, protección del patrimonio arquitectónico y paisajístico, diseño de mobiliario, etc.

La crítica a los nuevos planes de estudios “boloñeses” implantados en las Escuelas de Arquitectura no acaba con el nivel “habilitante”, pues los estudios de post-grado (tipo “máster” o “especialista”) tampoco han sido estructurados por los departamentos universitarios con una visión de conjunto que alinee en vertical los tres niveles académicos (grado>máster>doctorado). El resultado es un maremágnum de títulos muy dispares, que a menudo suponen un fraude a las expectativas de sus estudiantes, y que solo se explican desde la perspectiva mercantilista de los estudios universitarios en la actualidad: la pelea por conseguir clientela que garantice la viabilidad económica de muchos departamentos, hace que esta oferta de estudios superiores se convierta en vil disputa por conseguir los favores del recién titulado, ansioso por mejorar su CV con “nuevas medallas” que le aseguren el éxito profesional.

De los doctorados casi mejor ni hablar, pues el ámbito de la investigación en Arquitectura se justifica solo para adquirir la habilitación necesaria para poder inscribir la tesis, pero no por el legítimo interés en sumarse a alguna de las líneas de investigación abierta en el departamento en cuestión (que, por cierto, nunca existen como tal en nuestras ETSAs). Como quiera que, este nivel de máxima cualificación en España no tiene ninguna repercusión en el ejercicio profesional salvo para el ejercicio de la docencia universitaria, y en tanto que la creación de nuevas plazas para profesores está inhabilitada de facto por exceso de funcionarios o de profesores “asociados” (mano de obra muy barata, al fin y al cabo), no ha de extrañar que los únicos interesados en la investigación sean parte de esos profesores low-cost y algún becario aspirante mientras el período de beca cubra su supervivencia. Eso sí, luego políticos y rectores se atragantan de tanto pregonar los parabienes de la investigación, la senda hacia los futuros yacimientos laborales de calidad, y bla-bla-bla…

Con todo este caos en marcha, no ha de sorprendernos que los Colegios de Arquitectos hayan querido sumarse a la causa “festiva” de la Formación, agarrándose a la lógica demanda de un reciclaje continuado que precisa el colectivo profesional. Aunque la razón verdadera de nuevo resulta más pecuniaria que otra cosa, intentando mejorar la cuenta de explotación de cada demarcación provincial, albergando cursillos de formación de toda clase y naturaleza —hasta de “cockteleros” hemos tenido, oigan…—, solo para cubrir los gastos que supone mantener abierta cada suntuosa sede colegial. Se conforman los colegiados con cursillos rápidos para ponerse al día en tal o cual cuestión, cuando lo natural sería que dicha formación tuviera un profesorado altamente cualificado y de cuya participación quedase debidamente y oficialmente reconocida a los efectos curriculares de sus discentes. Este nicho de formación profesional no ha sido atendido de forma consensuada ni por ETSAs ni por COAs, interesados ambos como debieran estar en lograr la máxima calidad de la formación de los arquitectos, ¿o no?

 

Seguimos pretendiendo resolver los problemas de nuestra casa con “salidas de emergencia”, cuando lo que toca ahora es afrontar con valentía el reto de rehabilitar su construcción.

 

Por:
(Teruel, 1974) Arquitecto por la ETSA.Valladolid (1999) y doctor en Arquitectura (2013). Fundador del estudio [r-arquitectura], oficina de proyectos arquitectónicos y editor del blog de [r-arquitectura] . Investigador permanente sobre Arquitectura Moderna y Contemporánea, profesor de la ETSA.Valladolid, y autor del libro Mies van der Rohe: el espacio de la ausencia.
  • Daniel - 21 julio, 2014, 11:48

    Necesaria reflexión. Y déjame añadir que me molesta muy particularmente el poco respeto con el que se trata a otras profesiones, cuando se afirma con una superioridad casi repugnante que «valemos para muchas cosas»… Justo cuando nos quejamos de que otros no pueden hacer lo que hacemos nosotros.

  • Ana Asensio - 21 julio, 2014, 12:07

    Muy buen artículo. Me llama mucho la atención el contraste entre el «exceso» y la «austeridad» en éste ámbito en el que nos movemos: escuelas y colegios.

    La mayoría de las escuelas, tienen muy pocos medios económicos hoy en día para afrontar complementos formativos y para llevar con seriedad muchos de los proyectos en los que se implican. En mi escuela, en concreto, desde que comencé mis estudios, nos han metido en la cabeza la necesidad de austeridad. No tenemos de esto pero es que no hay dinero… no hay más espacio pero es que no hay dinero, y así sucesivamente (y sin haber llegado aún la crisis). Sin embargo, ¿cuántas escuelas de arquitectura hay en España? Exceso de escuelas frente a austeridad en los medios, y no sólo en los medios: también en lo educativo: profesores mal pagados, profesores sin interés o pasión alguna, anclados en su profesión desde hace demasiado (los mismos power point que hace 15 años), becarios explotados que acaban quemándose antes de llegar siquiera a profesor adjunto… Hace de la propia formación del arquitecto un terreno deshidratado. Y sin hablar de los planes de estudios.

    Y después de todo eso, se llega a los colegios: muchas veces los estudiantes nos preguntamos cuál es su misión EXACTAMENTE, ya que en medio de todos esos suntuosos espacios, todo ello no queda muy claro.

    Gracias por el post!

  • RODRIGO ALMONACID C. - 21 julio, 2014, 13:48

    Gracias por sendas aportaciones, estimados Daniel M. y Ana A.
    Nuestra descarada polivalencia, siendo cierta Daniel, no debería mostrarse con arrogancia, con ésa tal del uso tradicional del «Señor Arquitecto», es verdad.
    Y acerca de los recortes, Ana, qué te puedo decir…!! En fin, que nunca la imaginación hará menos que un presupuesto holgado. Ahora las ETSAs están en los huesos, es verdad, pero como todos… Lo malo es quedarse de brazos cruzados sin pensar en alternativas sensatas, viables, y que atiendan como merecen las verdaderas demandas de la Sociedad a la que nos debemos, y de quien hemos obtenido buena parte de la financiación del sistema universitario, ¡¡no lo olvidemos!!
    Un saludo a ambos y gracias por pasaros por aquí a comentar. ;-)

    • Ana Asensio - 23 julio, 2014, 22:01

      Bueno, no me refería a los recortes, claro. La UGR lleva siendo así desde que la conozco, y empecé la carrera en 2004. Mi crítica es a la ploriferación de escuelas, y de privadas, cuando en realidad ni el propio plan de estudios ni los medios avalan muchas veces una correcta formación. Eso se agrava con los recortes, con bolonia, etc, etc…
      Curiosamente son los alumnos, y los profesores «recién llegados» los que más hacen por salvar las escuelas y su formación, mientras que ni los planes ni el profesorado «de toda la vida» hace mucho por frenar esa marea. Obviamente, la imaginación en malos tiempos, y la ilusión, son el mejor arma. Pero eso no es justificación ni excusa. Hay que replantear los estudios desde la base.
      Supongo que los colegios necesitarán una revisión parecida. Como estudiante, mi roce con el sistema colegial ha sido el justo, pedir salas para exposiciones, apoyo para cursos o seminarios, etc. Es decir, acudir buscando ayuda. Lo curioso es que no haya la misma curiosidad (valga la redundancia) a la inversa.

  • Manuel Aparici - 25 julio, 2014, 15:34

    Enhorabuena por el artículo. Valiente y claro. Muchos amigos no harás con estos comentarios, ya que mucho buitre se nutre de este desolador festín de arquitectos. Quizás lo completaría con la denuncia de la total ausencia de compañerismo en nuestro colectivo. La bajada generalizada de pantalones en cuánto a precios, por no hablar de los honorarios terroristas que algunos compañeros publicitan por todos los medios físicos y digitales posibles. En fin, me callo que voy a perder amigos y posibilidades de empleo, precario, eso sí. Espero que tu artículo levante ánimos entre los caídos, y solidaridad entre colegas, aunque mucho me temo que provocará más bajadas de cabeza con silbido incluido que otra cosa.
    Virgensita, virgensita, que me quede como estoy. Qué triste.

  • Rodrigo Almonacid - 25 julio, 2014, 15:53

    Manuel: el silencio, otorga. Y no creo que estén los tiempos para seguir callados. Además, muy poco tenemis que perder los que nunca hemos firmado cientos de proyectos de viviendas ni ocupamos una poltrona institucional (léase cátedra universitaria, dirigente COA, p.ej.). Los de siempre quieren que sigamos al rebaño, y en el caso de las ETSAs eso es lo que hay instaurado, debido al régimen militar impuesto por los profesores funcionarios. Esos que han olvidado el sentido de los planes de estudios, y su responsabilidad social. Ahora hace falta imaginación para encontrar SALIDAS que no sean de emergencia sino de futuro y calidad. ¿Se puede tener miedo a éso? Callados no haremos nada, como mucho esperar… o emigrar.

  • Manuel Aparici - 25 julio, 2014, 16:33

    Tienes toda la razón del mundo. Callados no conseguiremos nada. Pero cuando uno tiene la sensación de que le grita a una pared, perdón, paramento vertical, al final uno se va cansando y aceptando la solidez de dicho muro, e incluso le llega a agradecer la sombra que arroja en los momentos de más sol, perdón, soleamiento. Esa es mi situación y la de muchos compañeros, que si queremos seguir viviendo en nuestras tierras, nos vemos obligados a pasar por el aro, o toroide, y tragar con la situación en la que se encuentra nuestra profesión, a sabiendas de que estamos colaborando a que esto se prolongue y empeore con el tiempo.
    Pero, ¿a quién reclamamos? A los colegios que solo se mueven cuando ven peligrar su razón de ser, al CSCAE, que solo se enfurruña cuando los ingenieros nos quieren meter codazos, a los arquitectos estrella con estudios llenos de becarios y recién titulados a coste cero, a los directores de las ETSAs con aires imperialistas, joder, es que uno al final no sabe qué hacer.
    De todas formas, si a alguién se le ocurre una idea para frenar esto, conmigo tiene una voz, que aunque tocada, todavía es lo suficientemente potente como para pegar cuatro gritos allá donde se necesite.
    Y que conste que soy un optimista nato. Menos mal…

  • estudio arquitectura - 6 agosto, 2014, 16:42
  • woolrich Bologna - 15 septiembre, 2014, 14:38

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