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Entrevista a Miguel Ángel Cajigal, «El Barroquista»

Miguel Ángel Cajigal, El Barroquista. Foto: Berta Delgado-YANMAG.

¿Cómo empezaste tu tarea de divulgación?

Trabajo como educador de museo desde hace una década. En 2014 decidí abrir un blog y lo titulé El Barroquista, porque en un primer momento pensaba que iba a hablar sólo de barroco. Al principio la difusión era muy pequeña. Los blogs tenían una vida muy limitada, por lo menos en aquel momento en que la blogosfera estaba muy poblada. Te leían tus amigos y familia, y poco más. En un determinado momento tomé la decisión de hacerme las cuentas de redes sociales con ese mismo nombre. Poco a poco me fui dando cuenta de que había necesidad y demanda de más información de primera mano. Empecé a hacer lo que yo ya llamaría divulgación como la entiendo ahora, no entrando solamente en problemas de actualidad, o hablando de los temas que a mí me apetezca, sino intentando detectar cuáles son las demandas que tiene la gente.

¿Cómo creaste tu público?

Esa es la pregunta del millón. Toco muchos palos. Una publicación digital ha elegido uno de mis hilos de Twitter como uno de los mejores 50 del año, y es sobre Marie Curie, que a priori no es mi tema. En la temporada pasada de El Condensador de fluzo, el programa de la tele, me pidieron que hablase sobre citas falsas de personajes históricos. Esto es un ejemplo de cómo vas siguiendo al público que pueda tener interés. Si me pides un perfil, sé que es mayoritariamente femenino, sobre todo por Instagram. Me asombra mucho ver que me sigue gente muy mayor, incluso gente que creeríamos que no usa mucho las redes sociales y gente súper joven, gente que está en el instituto. Eso es lo bonito de las redes, que es un público heterogéneo. Supongo que me dirijo a gente con interés por el arte, el patrimonio cultural, los museos, la arquitectura. Al final es el público el que te busca a ti más de lo que tú buscas al público.

Hay un momento en el que afrontaste la divulgación de arquitectura. ¿Cómo lo hiciste desde tu formación?

Mi especialidad como investigador es la historia de la arquitectura. Curiosamente, en redes he estado la mayor parte del tiempo hablando de cosas más cercanas a la historia del arte más clásica. Pintura en ocasiones. Pero al mismo tiempo he notado que cuando he hablado de historia de la arquitectura y del urbanismo, de conservación, de restauración monumental, se ha generado un interés especial. A día de hoy mi publicación de Twitter con mayores impactos sigue siendo cuando hablé del incendio de la Catedral de Notre Dame, más o menos en directo, en la noche del incendio. Al día siguiente hice una especie de resumen y llegó a millones de personas. Creo recordar que fueron 16 millones de impresiones. Una auténtica barbaridad. Me llamaron de distintos países. Aproveché para meter cuña, sobre todo para que la gente lea más sobre arquitectura y sobre patrimonio arquitectónico. El patrimonio construido es algo que nos atrae como sociedad, pero nos da un poco de miedo. La arquitectura es algo muy especializado, que el público general ve con un poco de distancia, así que por ahí me metí yo.

¿Por qué empezaste por la historia? ¿Y por qué otra historia?

Primero escribí Otra historia del arte y luego Otra historia de la arquitectura. Estos títulos tienen algo de irónico. No es historia de la arquitectura a secas, que me parece muy ambicioso. Desde hace mucho tiempo se juega, sobre todo en inglés, con esa manera de escribir. Proponer “una” historia del arte, porque la mía es una de las muchas posibles, pero al mismo tiempo el “otra” tiene algo de guasa, ¿no? Es como decir que soy “otro más” que viene aquí a hablar de arte y de arquitectura. Eso me libera hasta cierto punto, porque evidentemente hago una historia de la arquitectura de autor. Creo que casi todas las historias del arte o historias de la arquitectura que se escriben y que se publican son de autoría, y quiero manifestar que es por un lado mi visión personal pero, al mismo tiempo, intento que tanto el libro sobre historia del arte como el libro sobre historia de la arquitectura toquen temas que no están tan vistos por la mayoría del público. No es que no estén estudiados, sino que al público general, al público que se puede acercar a un producto de divulgación, probablemente no le suenen.

Acabas de acercarte a la siguiente pregunta. Me ha sorprendido el gran compromiso social que muestra este libro, que tiene perspectiva de clase y perspectiva de género. ¿Cómo se transmite esto?

Me alegra mucho que lo señales, porque yo no lo hago. Marilar Aleixandre, Premio Nacional de Narrativa de 2022, me comentó en redes es que tus libros son muy, muy feministas. Le contesté que sí, lo son, pero no hago publicidad de ello. Hay que hacerlo, sin más. Ahí están muchas de las claves. En el mundo del arte hay una problemática de desigualdad entre hombres y mujeres galopante. Pero cuando me puse a trabajar sobre la historia de la arquitectura vi que era más grave. Ya no hablamos de una desigualdad entre las arquitectas y los arquitectos del siglo XIX. Es que hablamos incluso de una desigualdad que llega hasta hoy. ¿Cómo no vas a tener compromiso en eso? Tienes que explicar que esto es un problema de percepción histórica. Ahí entro con bisturí en el gran problema de la sublimación de la figura del arquitecto héroe, que ha provocado muchísimos problemas a la profesión y que ha provocado muchísimos problemas de invisibilización.

No es que no esperase encontrármelo, sino el verlo tratado con esta naturalidad, que los ejemplos surgiesen de manera orgánica.

Cuando escribí Otra historia del arte mi pretensión era que no iba a hablar solo de arte hecho por hombres occidentales, sino que iba a intentar introducir de manera natural ejemplos de hombres y mujeres de otros continentes de manera más o menos igual. Pero a la hora de hablar de la historia de la arquitectura esto se complica muchísimo. En Otra historia de la arquitectura tuve que abordar el problema en un capítulo específico, el siete. Mucha gente me dice que se lo ha leído y ha acabado con un cabreo considerable. Porque no se trata de que las mujeres estuvieran muy marginadas en la arquitectura del XIX. No. Estamos hablando de lo que sucede hasta hace nada con los grandes nombres intocables del Movimiento Moderno, que han hecho un trabajo donde ha habido muchas mujeres implicadas. Hace muy poco tiempo que algunas investigadoras e investigadores han puesto de relieve ese problema. Puedes abrir un manual de historia del diseño o de la arquitectura del siglo XX y ver cosas que sabemos a ciencia cierta hoy día que fueron diseñadas por Lilly Reich o por Charlotte Perriand y que estén atribuidas a Mies van der Rohe o a Le Corbusier. Ya no digo que se les atribuyan a ambos, como ahora sucede cada vez más, es que no se las pone en los créditos. El otro día estuve en el pabellón Barcelona. Ahora ya sí encuentras un cartel donde pone Pabellón de Barcelona, Mies van der Rohe y Lilly Reich. Pero esto es bastante reciente.

La Fundación sigue siendo la Fundación Mies van der Rohe en solitario.

Claro. Un detalle que me encantó y que lo menciono en el libro es que entras en la web de la Fundación Wright y ya hay una sección específica sobre Marion Mahony donde te dicen que los primeros proyectos del estudio son obra suya extensivamente. Si no fuese por los dibujos de Mahony probablemente no habría ganado concursos, porque muchos de esos dibujos maravillosos son de ella, no de él. Esto no quita brillantez a Wright, ni a Le Corbusier, ni a Mies van der Rohe. Estamos hablando de arquitectura, que es algo eminentemente colectivo, donde en un estudio se entremezclan ideas de mucha gente. Y seguimos todavía con la fijación de la atribución al arquitecto estrella, como si todo saliese de su materia gris y no hubiese influencias, no hubiese un ecosistema del que se nutre. Me parece que eso hay que ponerlo en perspectiva. Con naturalidad, además.

Cambiando un poquito de tercio, ¿qué relación existe entre divulgación e investigación?

Es una relación traumática. Como mínimo en el ámbito de las lenguas latinas. No tanto en ámbito anglosajón, donde hay una relación más natural. En castellano estamos muy acostumbrados a que la investigación la hacen una serie de personas y la divulgación, o no se hace, o la hacen otras. Y eso es algo con lo que yo tengo problemas, porque creo que la comunicación es una herramienta básica de la ciencia. Toda persona que hace investigación debe tener unas mínimas habilidades comunicativas, sobre todo para evitar que su historia la cuenten otros. Procedo de la investigación en Historia del arte, pero veo constantemente en arqueología, en historia, en arquitectura, que la gente que hace el trabajo de investigación, cuando consigue por fin verse reflejada en un medio de comunicación, siempre se queja: Esto no era exactamente así. Esto no lo han contado bien. Esto no era exactamente lo que hicimos. Hay que romper esa idea tradicional de que la investigación es algo súper erudito, técnico, entre otras cosas porque la transferencia de conocimiento es una obligación de la investigación, y se ha descuidado mucho, porque en buena medida se ha dejado al personal investigador muy solo. Voy a recibir palos de todas partes, pero hago crítica para todos los lados. Decimos que la gente del ámbito académico no sabe comunicar. Pues enséñales. Porque a la gente a la que le cuesta más explicarse, nadie se molesta en decirle que comunicar bien es sintetizar tus ideas, estructurarlas y tener un discurso claro para ser entendible fácilmente. Luego ya profundizarás.

¿Cómo adecuas el mensaje a cada canal de los que manejas?

Perdiendo los complejos. He recibido críticas al respecto. No es tan sencillo como lo cuentas. ¡Claro que no es tan sencillo! También en primaria, cuando estudias la tabla de multiplicar, no es tan sencillo como te lo cuentan, pero por algún punto tienes que empezar. Pienso sobre todo que el público debe tener un asidero. Mi trabajo en divulgación es darle ese algo a lo que agarrarse. Cuando leo un paper o una monografía pienso en qué es lo que me llama la atención, y qué es lo que podría llamar la atención al público, porque el público no es tonto, y durante mucho tiempo se ha pensado así. A veces parece que la divulgación es coger un tema complejo y simplificarlo, y no. Puedes explicar cosas muy complejas si la narrativa ayuda, y ahí es donde intento trabajar para que esa cosa complicada no sólo no lo parezca, sino que parezca interesante. No entrar citando a Derrida, porque a partir de la cita de Derrida la gente ya ha desconectado. La clave es localizar algo interesante que apele a tu vida, porque la arquitectura apela a la vida. Hay que intentar contarlo de manera que parezca lo interesante que es, y no de manera que yo parezca listísimo. ¿Tenemos que utilizar palabras sesudas, esdrújulas, frases complejas y citas eruditas para que se vea que somos leídos? Eso no funciona con el público mayoritario. Por supuesto que tienes que hacer tus lecturas, por supuesto que tienes que currártelo y tener tu base teórica, pero al público general le tienes que contar lo que hay, ir al meollo, ir a la esencia, ir a lo que realmente tiene poder de persuasión.

Lo que has dicho es perfecto para dejarlo aquí. ¿Quieres añadir algo más?

Deberíamos perder el miedo a la transferencia de conocimiento entre diferentes áreas y profesiones. Yo soy historiador del arte. Cuando estaba escribiendo Otra historia de la arquitectura mis amigos me preguntaban si no tenía miedo de que los arquitectos me diesen muchos palos. Y ha sido justo todo lo contrario. Hace unas semanas estuve en el Colegio de Arquitectos de Madrid en una charla y la reacción fue positiva, y hubo gente que me decía que qué guay que lo cuentes desde tu perspectiva, porque necesitamos más perspectivas, necesitamos más voces, necesitamos que la arquitectura se cuente y se explique y que la gente la pueda entender y que deje de ser algo que la gente de a pie siente lejano. Quizá nos acostumbremos a intercambiarnos voces, a tener voces sobre otras disciplinas que se tocan con las nuestras, porque creo que así construimos una profesión académica o técnica. Si la arqueología va por un lado, la arquitectura va por otro, la historia del arte va por otro y la restauración va por el otro nunca encontramos puntos de encuentro.

Me sumo a las felicitaciones por tu libro y a las recomendaciones entusiastas. Así que eso, muchísimas gracias.

Por:
(Barcelona, 1975) Arquitecto por la ETSAB, compagina la escritura en su blog 'Arquitectura, entre otras soluciones' con la práctica profesional en el estudio mmjarquitectes. Conferenciante y profesor ocasional, es también coeditor de la colección de eBooks de Scalae, donde también es autor de uno de los volúmenes de la colección.

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