Utilizo el femenino para hablar del estudiantado ya que más del 60% son alumnas. En otras partes del texto hablaré de profesoras y compañeras porque, si bien las mujeres no somos mayoría entre el profesorado de arquitectura, mi circunstancia personal sí está más vinculada al trabajo con otras mujeres.
Hay otras profesiones con las que nos solapamos en el proceso edificatorio y en su gestión, pero la concepción del proyecto es algo exclusivo nuestro.
John Cotton Dana (1856-1929)
Ahora que se vuelve a llevar el vinilo se entenderá mejor esta referencia.
“We will rock you”, de The Queen, apareció en la cara B del sencillo de “We are the Champions”.
Organizar estas actividades también forma parte de nuestro trabajo. En este caso la jornada fue coordinada por la profesora Mª Pura Moreno.
Una arquitecta en la academia
Me invitan a reflexionar sobre lo que significa ejercer la profesión desde la Academia. Y me surge la primera pregunta ¿se sigue siendo arquitecta cuando se enseña arquitectura? Cuando se renuncia a proyectar y construir y se centran los esfuerzos y las pasiones en transmitir lo aprendido en las aulas y en ayudar a otras a convertirse en arquitectas, ¿se sigue haciendo arquitectura?
El debate podría zanjarse rápidamente recurriendo a lo que le contesta a Jose María Echarte su padre cuando le expone dilemas similares: “Pues lo que diga tu título”. Y mi título, efectivamente, dice “Arquitecta” (con “a”) y fue necesario presentarlo como aval – junto a otros méritos – para ejercer la docencia.
Dejando de lado, al menos de momento, mi crisis de identidad, trataré de explicar en qué consiste ser profesora de arquitectura. Esta labor tiene dos derivadas claras: la docencia y la investigación; y una tercera que no siempre se produce, pero que en mi caso sí ha sido relevante: la gestión. Se concreta en un espacio, el aula, y se vincula a dos colectivos: las estudiantes y otros docentes1.
Docencia: Hablar de arquitectura
Como profesora estoy vinculada al área de Proyectos Arquitectónicos, el hogar de todos los males de las escuelas de Arquitectura, si hacemos caso a la fama que circula tanto en redes como entre la profesión. Sin entrar a hacer una defensa del área, y entendiendo la parte bien ganada de descrédito, enseñar a proyectar supone para mí estar en contacto con lo más específico de nuestra labor como arquitectas2.[2] Dar clase de proyectos me permite seguir hablando de arquitectura desde su lado más luminoso. Y esa luz es lo que tratamos de transmitir a nuestras estudiantes en el aula. Y aquí uso el plural porque es un trabajo de equipo, con otras compañeras docentes.
Sin querer establecer aquí un método sobre cómo proyectar, diría que el proceso se divide en tres etapas: aprender a ver, aprender a proponer y aprender a construir. En un primer momento, tratamos de mostrarles cómo leer un proyecto y detectar qué valores tiene. Y estos pueden estar en sus materiales, en su atmósfera, en la composición de sus partes, en el espacio que se crea o en la imagen que ofrece. Enseñar a proponer incluye la lectura de un lugar, de un programa, de un usuario; entender qué se necesita, cómo se puede mejorar una situación y encontrar una respuesta: la idea. Aquí entran en juego las referencias, que pueden venir de diversas disciplinas, y la creatividad, entendida como la capacidad de relacionar entidades de diferentes categorías en una nueva. Por último, queda la parte de la construcción de esa idea, enseñar a materializar lo que se quiere sin perder en el camino su esencia.
El trabajo en el aula no es sencillo e implica habilidades que van más allá de los conocimientos arquitectónicos. Es importante estar atenta a lo que cada estudiante necesita, detectar qué puede ayudarle a avanzar. Hay que estar abierta a la sorpresa y reconocer en sus propuestas posibilidades que tú no habías contemplado.
Investigación: “Quien se atreve a enseñar, nunca debe dejar de aprender3”
La investigación, la segunda pata del trabajo en la universidad, tiene una cara áspera que se podría caricaturizar como una carrera por colocar artículos en revistas de gran impacto y dar ponencias en congresos de prestigio, a fin de sumar méritos que te permitan ir escalando posiciones – y con ello estabilidad – en el sistema. Sin embargo, esta simplificación oculta que tu docencia se nutre también de lo que investigas.
Investigar te permite aprender más, mejorar en lo que enseñas y en cómo lo enseñas – la innovación docente se ha convertido en un elemento significativo en los último años – y también ayuda a construir lazos y redes con otras investigadoras. Como en todos los trabajos, las personas marcan la diferencia. Una buena red de compañeras es fundamental para gestionar los escollos y avanzar académicamente.
Gestión: La cara B4
Hay un tercer elemento que no siempre está presente, la gestión. Muchas compañeras huyen de ella, bien porque no se adecúa a su carácter, bien porque no da muchos réditos en las temidas acreditaciones. Pero yo he encontrado que, aunque con dificultades, muchas cosas solo se pueden cambiar desde dentro. Coordinar durante años el Grado y el Máster, redactar planes de estudios, pelear por espacios y materiales, estar en contacto con profesorado y estudiantes, te permite ayudar a construir un ecosistema donde el proceso de enseñanza-aprendizaje florezca. En ocasiones es ingrato, pero como en el caso de “We will rock you”5 puede ser tan importante como la cara A.
El pasado viernes 27 de octubre, en una Jornada sobre la Nueva Bauhaus Europea6, el arquitecto y profesor Luis Palacios instaba al estudiantado a abrazar la amplitud de la profesión y las posibilidades que ofrece el ejercicio de la política, o la gestión inmobiliaria, donde “se puede influir más en la arquitectura de un país que construyendo un edificio”. Me gustaría cerrar con esa idea, o esa aspiración: ser una arquitecta que enseña arquitectura también construye nuestra realidad y puede tener mayor impacto positivo que ser “solo” arquitecta.
Utilizo el femenino para hablar del estudiantado ya que más del 60% son alumnas. En otras partes del texto hablaré de profesoras y compañeras porque, si bien las mujeres no somos mayoría entre el profesorado de arquitectura, mi circunstancia personal sí está más vinculada al trabajo con otras mujeres.
Hay otras profesiones con las que nos solapamos en el proceso edificatorio y en su gestión, pero la concepción del proyecto es algo exclusivo nuestro.
John Cotton Dana (1856-1929)
Ahora que se vuelve a llevar el vinilo se entenderá mejor esta referencia.
“We will rock you”, de The Queen, apareció en la cara B del sencillo de “We are the Champions”.
Organizar estas actividades también forma parte de nuestro trabajo. En este caso la jornada fue coordinada por la profesora Mª Pura Moreno.