Paisajes productivos, por Carles Sánchez.
La fotografía que ilustra este escrito quiere retratar la zona del Bajo Ter, catalogado como Parque Natural. Se trata del final del recorrido del río Ter, en la provincia de Girona, donde se ensancha, calma sus aguas y gobierna los terrenos situados entre dos grupos montañosos, el Montgrí y Begur. En esta zona, el agua y el paisaje que genera dicta el modo de vida de quienes lo habitan. El Bajo Ter, un llano, está sembrado de pequeñas poblaciones mayormente de origen medieval asentadas en colinas, tratando de no pisar los terrenos altamente fértiles de estas llanuras. Pero no lo hacen tan solo para maximizar el provecho de éstos, sino también para evitar las inundaciones periódicas y la insalubridad que generaban los humedales en su momento.
Me gusta pensar que el paisaje prescribe al hombre qué actitud tener en él. De algún modo, se tiende a lo simbiótico. El paisaje natural no se convierte en uno artificial, sino en un paisaje antropizado.
Si volvemos a la fotografía, encontramos un paisaje netamente productivo. No puede ser de otro modo dadas sus características biológicas y ecológicas. El hombre llegó y añadió otra capa a éste, como puede ser la red de acequias que esparce el alcance del río para irrigar los campos, el entramado de caminos para llegar a ellos, o las franjas arboladas que sirven de protección frente a la tramontana. Cada uno de esos elementos tiene razón de ser por el carácter productivo del paisaje. El hombre, por lo tanto, saca provecho de esta tierra para producir, pero obedece a las reglas que establece la naturaleza.
Un artículo muy completo, muchas gracias por compartir.