Parte de una conversación con Elif Satanaya Ozbay en la serie de programas de radio “Vampires Can´t Have Anything” en Ja Ja Ja Nee Nee Nee radio.
El urbanismo de Buffy Cazavampiros
Una breve colección de notas sobre por qué Buffy Cazavampiros es una serie sobre urbanismo.
Buffy, cazavampiros (Buffy the Vampire Slayer) es una serie de televisión estadounidense de 1997. A lo largo de siete trepidantes temporadas, el espectador acompaña a Buffy, La Cazavampiros, una adolescente californiana, en sus periplos contra las fuerzas del mal, seguida por su pandilla de inseparables amigos y su “guardián” Gilles.
La serie está ambientada en Sunnydale, una ciudad ficticia a dos horas de Los Ángeles inspirada en Santa Bárbara. Sunnydale tiene muchas características comunes del género de terror, como una gran cantidad de callejones oscuros, mansiones y fábricas abandonadas, y una población adulta que o no tiene ni idea de lo que pasa a su alrededor o está en estado de profunda y constante negación. En contraste con los protagonistas adolescentes, en permanente lucha contra los demonios.
Sunnydale, además de una ciudad idílica arquetípica de teleserie de domingo por la tarde, es la Boca del Infierno. Boca del Infierno, que, para mayor precisión, se encuentra exactamente debajo del instituto público. Esta desafortunada coincidencia geográfica manifiesta una energía telúrica descomunal que atrae a todo tipo de criaturas maléficas sobrenaturales. La Boca del Infierno es un lugar de convergencia mística donde los poderes demoníacos son atraídos y obran con mayor violencia. El paso entre el mundo real y los diferentes planos o mundos demoníacos.
La Boca del Infierno convierte a Buffy Cazavampiros, antes que en una serie, en una serie sobre series. Un ejercicio de estilo con los clichés de dos géneros diferentes: el género de instituto adolescente y el género de terror. A pesar de que la trama principal gira en torno a lo vampírico, estos vienen acompañados de todo tipo de criaturas sobrenaturales, como sirenas, demonios, mutantes, aliens, licántropos, el ejército de los Estados Unidos, fantasmas o dioses.
Los escenarios de Buffy Cazavampiros
El vampiro, como monstruo en constante evolución, manifiesta los terrores de la sociedad a lo largo de la historia. Los poderes y debilidades que se le conocen en la cultura de masas actual están en gran medida informados por la mitología cristiana. El poder de las cruces sobre su cuerpo, la ausencia de alma como sinónimo de la ausencia de moral o el propio desafío a la vida y la muerte, como pecado fundacional que propone su resurrección, demarcan al vampiro como un esbirro del demonio, que representa el mundo oculto, el infierno.
La primera temporada de Buffy Cazavampiros se ocupa de establecer los escenarios, que beben del archivo e imaginario de la cultura popular de este tipo de configuración urbana. Arquitecturas ordinarias como la casa de Buffy, 1630 Revello Drive, estilo American Craftsman con su porche y su jardín, o el instituto público – Boca del Infierno. El club Bronze, en el que los vampiros y los adolescentes conviven en relativa armonía. El puerto, la zona industrial en decadencia. Una sorprendente cantidad de cementerios estilo gótico, doce, ciertamente razonable para una ciudad de estas dimensiones. Sin olvidar la aparición estelar del hito de la arquitectura angelina, la Casa Ennis–Brown de Frank Lloyd Wright, de estilo neomaya.
El vampiro es la metáfora de la colisión entre dos mundos. El mundo de lo racional, lo normativo y lo formal, representado por el día, y el de lo irracional, oculto, sumergido, encarnado por la noche. El bien y el mal, lo divino y lo demoníaco. Cruza la frontera de la vida y la muerte, desafiando al tiempo como un ser liminal que acecha el mundo de los vivos.
En Buffy Cazavampiros, esa dualidad se despliega espacialmente a través del catálogo de escenarios típicos de la ciudad suburbana americana. Y en esta ficción, especialmente, el vampiro es un vehículo para hablar de lo público y lo privado y de los órdenes que los articulan.
La casa y el instituto son los espacios del día, regulados por el trabajo y la familia. El club y los doce cementerios son los espacios de la noche, libres de orden, donde acechan los vampiros. El Bronze, sin embargo, es a su vez un espacio intermedio, en el que por algún motivo conviven los dos mundos. El mundo del día se acerca sensualmente al de la noche. Pero su callejón trasero es escenario de trifulcas, ataques de vampiros, consecuentes piruetas, patadas en el aire y estacazos en el corazón de nuestra heroína.
El Bronze es una arquitectura que no existe sin los eventos que ocurren en ella, como se ve en los 66 de los 144 episodios de Buffy donde aparece. Este club ficticio es utilizado por el equipo de producción para presentar nuevas bandas del área de Los Ángeles y artistas reconocidos como Aimee Mann, Cibo Matto (que en When She Was Bad nos regalan el increíble Sugar Water) y Michelle Branch, entre otros. Las bandas que tocan en el Bronze y el propio espacio, son una manera de expandir el paisaje emocional de los personajes y profundizar en ellos, el club es un personaje más. Es un espacio recurrente que nos ayuda a ordenar la ciudad. Y la música nos ayuda a ordenar la trama. Esta música también captura un momento y una escena musical específicos de los años noventa. Cada vez que un personaje asiste a un concierto en el Bronze, los telespectadores también forman parte de esa audiencia expandida, lo que crea una doble espacialidad.
Los vampiros son criaturas ruinosas, literal y metafóricamente. Las ruinas, a su vez, son lugares en los que el tiempo está literalmente fuera de lugar. Donde pertenece el no pertenecer. “Donde hay vampiros, hay ruinas”1. Así vemos como ese callejón trasero, pero también los espacios industriales en decadencia, son los espacios en los que los chupasangres campan a sus anchas.
El campo de batalla por excelencia de las fuerzas del mal y la cazavampiros son precisamente aquellos doce cementerios góticos que representan la absoluta decadencia, de los cuerpos y de las arquitecturas. La puerta entre la vida y la muerte que los vampiros se resisten a cerrar.
Lo público y lo privado
Al hilo de las puertas, en Buffy Cazavampiros quizá una de las manifestaciones espaciales más relevantes de los poderes vampíricos es la invitación.
Los vampiros no pueden entrar en una casa sin haber sido invitados. El límite físico de la puerta se convierte en línea invisible que impide cruzarla. Pero una vez que han sido invitados, pueden entrar cuantas veces quieran.
Los vampiros son entonces indicadores de los límites de lo público y lo privado. Y en la casuística de la serie encontramos interesantes conclusiones. Por ejemplo, si y sólo si la casa está abandonada, los dueños han muerto y no existe un documento legal que certifique a quién pertenece la casa, es que el vampiro puede entrar. La casa es la misma casa, pero al dejar de ser propiedad privada puede ser traspasada.
En las tiendas, que en principio también serían un espacio privado, los vampiros pueden entrar sin ser invitados. Esto vendría a significar que en esta ficción se entiende que el espacio comercial es un espacio público en términos vampíricos.
El capítulo 17 de la temporada 2, Passion, está enteramente dedicado al fenómeno de la invitación. La pandilla cazavampiros está intentando desinvitar a Angel, el ex-novio de Buffy. Angel es un vampiro que ha perdido su alma y con ella su moral. Ha de ser expulsado de los espacios del bien en los que ha sido invitado y en los que ahora representa una amenaza, como la casa de Buffy, la casa de su amiga Willow y el coche de su amiga-enemiga Cordelia. El automóvil, en la mitología californiana, es el epítome del espacio privado, una extensión de la casa sin el que la ciudad no se entiende. Finalmente, a través de un sortilegio, el ex-novio vampiro es desterrado de todos aquellos lugares al ser desinvitado.
Es en este capítulo donde descubrimos que el instituto también es un límite entre lo vampiro y lo humano, por más que sea a priori un espacio público, no puede ser traspasado por los no-muertos. Aun así, Angel logra entrar gracias a un cartel en la puerta que reza en latín “Bienvenido todo aquel que busque conocimiento”. Asesinando a una profesora – hechicera en el intento frustrado de devolverle el alma a través de un conjuro milenario grabado en un diskette (benditos 90).
El espacio urbano de Sunnydale
En Buffy Cazavampiros, el espacio urbano de Sunnydale es un elemento fundamental en la trama, pero el mapa de la ciudad no se presenta en la serie hasta bien avanzada la serie. A pesar de esto, los fans han creado sus propios mapas de la ciudad, que van de lo más esquemático a lo interactivo, a través de la observación y análisis de los escenarios que aparecen. Estos mapas apócrifos, que varían en su grado de detalle y complejidad, y sus presunciones, por ejemplo la retícula, nos ofrecen una visión de cómo los espectadores construyen su propia comprensión del espacio urbano presentado en la pantalla.
Además, estos múltiples mapas nos hablan de la cultura audiovisual y su capacidad para establecer y reproducir estándares urbanos. Son un ejemplo de cómo los espacios ficticios afectan la forma en que entendemos y nos relacionamos con los espacios reales. La forma en que los fans de la serie organizan y presentan los distintos escenarios de Sunnydale en sus dibujos refleja cómo los elementos arquitectónicos y urbanísticos presentados en la serie se han convertido en un cliché, un conjunto de elementos estandarizados que se repiten en las representaciones de ciudades suburbanas en la cultura popular.
Fin del mundo
Buffy no es solo una serie sobre adolescentes cazando vampiros, sino sobre urbanismo, y como descubriremos a medida que avanza la trama, sobre geopolítica. Sunnydale se encuentra literalmente sobre La Boca del Infierno. Si este portal interdimensional se abre, lo sumergido emergerá y el mundo encontrará un nuevo orden, el orden del mal.
La serie explora profundamente quién tiene el control sobre la apertura de este portal y cómo ese control puede cambiar para siempre el orden del mundo. A lo largo de sus siete temporadas, el telón de fondo es una lucha constante por el poder, una lucha por el control de la Tierra misma. Como ejemplo de las consecuencias de esta lucha me remito al final de Buffy. En el último episodio, en la batalla final, la propia ciudad de Sunnydale es destruida implosionando en un cráter gigante.
Parte de una conversación con Elif Satanaya Ozbay en la serie de programas de radio “Vampires Can´t Have Anything” en Ja Ja Ja Nee Nee Nee radio.