Taller de de diseño colaborativo sobre estrategias de regereneración entre ciudadanía y técnicos de la Ayuntamiento durante el proceso #OlotMésB
Por Paisaje Transversal.
El urbanismo de código abierto es la filosofía en la que se basa la propuesta de Barcelona en Comú en materia de urbanismo y vivienda. El objetivo de dicho planteamiento no es otro que mejorar los barrios que componen la ciudad condal contando con la participación de la ciudadanía y las posibilidades de las nuevas tecnologías.
El partido de Ada Colau no ha sido el primero en acoger dicha filosofía, sin embargo. En ciudades como Seattle, Hamburgo o Dublín, sus habitantes ya saben lo que es plantear alternativas que solucionen los problemas que existen en un barrio y vean, además, cómo sus iniciativas se materializan.
Aunque no es necesario irse tan lejos para observar los resultados de este nuevo urbanismo. Desde hace un par de años, en algunas localidades españolas, los ayuntamientos han optado por hacer partícipes a la ciudadanía en sus planes de regeneración urbana. Una participación que va más allá de encuestas que pregunten por el color en el que se quiere que se pinte la fachada de un edificio público o por su opinión ante la nueva fuente instalada en la plaza del pueblo.
El municipio de Olot, en Girona, o el barrio de Virgen de Begoña, en Madrid, se erigen como ejemplos de la puesta en práctica del urbanismo de código abierto. Un urbanismo donde mejorar la habitabilidad de una ciudad o un barrio no pasa únicamente por preguntarle a la gente qué es lo que quiere, sino construir con la gente lo que quiere.
Un urbanismo que nace desde la propuesta y la iniciativa de la ciudadanía y no desde los despachos de un ayuntamiento y que convierte a la ciudad en un espacio cambiante y vivo.
Y, sobre todo, un urbanismo desligado a la corrupción y el afán especulativo de poderes públicos y financieros, responsable de una burbuja que ha dejado como herencia millones de casas y edificios públicos vacíos, desahucios, infraestructuras sin terminar o infrautilizadas y extensas hectáreas de suelo urbanizado a la espera de nuevas edificaciones que, seguramente, nunca llegarán.
Pero para que el urbanismo de código abierto triunfe en el resto de localidades, urbanistas y arquitectos debemos entonar el mea culpa y cambiar la forma en la que vemos la profesión. Porque un arquitecto no es aquel que únicamente construye edificios majestuosos y los urbanistas, simples técnicos.
En un país con millones de casas y edificios públicos vacíos, arquitectos y urbanistas debemos cambiar el objetivo de nuestra profesión. Más que constructores, somos facilitadores, agentes que median entre la ciudadanía y la Administración Pública, que crean una hoja de ruta para poner en marcha los proyectos ideados entre ambos, que establecen canales de comunicación que sirvan para coordinar y que sus ideas se hagan realidad.
Y las primeras en recordar la función de arquitectos y urbanistas en el nuevo modelo urbano deberán ser las Escuelas de Arquitectura, que llevan mucho tiempo planteando una formación de la profesión que es completamente ajena a la realidad y que se ha centrado, exclusivamente, en la producción de la arquitectura espectáculo.
Urbanistas y arquitectos somos agentes sociales, responsables de mejorar la calidad de vida en las ciudades y de sus habitantes al distribuir de forma equitativa los beneficios que trae consigo las tácticas urbanas pensadas entre todas y para todas las personas y que crean, además, oportunidades sociales y económicas. Profesionales renovados para el urbanismo del futuro, que no tienen por qué construir.
Voluntad política es la.clave, buscar humanos capaces de anteponer el bien común antes que el.propio. Líderes reales par. Que inicien la verdadera revolución urbanística!!!
Es sumamente importante que la ciudadanía vea en los urbanistas al profesional que le dará calidad de vida en la polis y no al que con su conocimiento le dará a ganar mucho dinero abusando del suelo urbano, sin importar la afectación a las condiciones mínimas de habitabilidad de nuestros centros urbanos en México.
Tìpicamente el ejercicio de la profesión cubre las deficiencias en la enseñanza, tal fue mi caso ya que la universidad entonces tenía un enfoque mas bien sociológico en la formación del arquitecto, dejando de lado el aspecto técnico, que tuve que aprender en el área específica de trabajo, que en mi caso fue la construcción industrial -instalaciones que ahora regalan los usurpadores del Estado Mexicano- Tal vez por eso difiero de éste enfoque sugerido. Los arquitectos no somos promotores de la vivienda ni del uso de infraestructura. En todo caso todos deberíamos promover el cambio social hacia la justicia que haga que tales viviendas e infraestructura estén al alcance de sus destinatarios.
Este tipo de propuestas #open siempre me parecen dignas de respetar y de impulsar, no solo porque sean novedosas (que lo son) sino porque da sentido a nuestro trabajo como arquitectos al servicio de una sociedad, algo que tanto se nos ha reprochado como colectivo profesional, y con razón.
Ahora bien, advierto dos importantes escollos en el camino: uno, depender solo de la iniciativa pública para su puesta en marcha y financiación, lo cual en el estado de las arcas de la Administración es un serio inconveniente, lo que obligaría (creo yo) a saber cómo convencer a la promoción privada para integrarse en estos procesos abiertos; y dos, la educación de la sociedad o colectivo para el que se dirige los beneficios directos de nuestra intervención, pues una toma de decisiones basada solo en opiniones estadísticas en términos cuantitativos (encuestas, asambleas, o similares) puede llevar a un final bien consensuado pero no por ello necesariamente con la calidad arquitectónica/uraban debida, a no ser que los arquitectos/urbanistas (y técnicos, en general) dediquen tiempo suficiente a explicar con todo detalle las alternativas en la fase de proyecto (ventajas/inconvenientes) y llegar así a un consenso razonado de calidad.
Dicho ésto, insisto en la pertinencia de este tipo de modelos colaborativos de hacer ciudad. No sé si estamos todos (ciudadanos y técnicos) preparados para resolverlo con criterios sostenibles y de calidad, pero soy de los que opina que hay que intentarlo… Ojalá las nuevas corporaciones municipales sean condescendientes con este tipo de fórmulas y veamos muchos casos de éxito.
Enhorabuena por el texto a sus autores, por invitarnos a la reflexión y al debate, tan necesario en estos tiempos…
( @ro_almonacid )
La participación es principalmente política y en la urbano arquitectónica es darle el poder a todos los actores especialmente a los habitantes y debería ser por la transformación de la sociedad y de las ciudades, no se puede una sin la otra o solo son cosmeticas. La participación puede solo funcionalista para que las cosas que estan mal en lo específico esten un poco mejor pero no cambian las causas que las determinan. La iniciativa privada esta en esta posición última y no le interesa cambiar el estado de cosas desiguales ni la crisis ambiental. Los arquitectos tradicionales que creen que ellos saber lo que debe hacerse carecen de actitudes y aptitudes y herramientas para trabajar en una producción colectiva y siempre quieren imponer su ideología formal/ artistica y tecnológica depredadora y muchas veces alejada de las realidades sociales especialmente en nuestros países colonizados como lo somos los latinoamericanas.
Muy interesante y oportuna información .
El urbanismo, la arquitectura, el diseño participativos se vienen haciendo desde los años 60s,70s, arquitectos entre otros,como John Habraken, Ralph Erskine, Henry Sannof, Lucien Kroll, Cristopher Alexander. Rodolfo Livingston, Michael Pyatok, Hanno Weber y La ONg del habitat Mexicana hemos desarrollado teorías, métodos y prácticas con esta visión. De alguna manera es una propuesta epistemológica diferente sobre el conocer y el hacer urbano arquitéctónico. Es interesante ver como desde los 90 existe un crecimiento de esta concepción y postura, la mayor parte empíricas y de voluntad y es interesante ver este grupo que se suma pero que aún son pocos ante las prácticas autoritarias y dominantes de los profesionales tradicionales
Gracias
Parece todo muy hermoso e idealista, puro peace and love, pero los arquitectos también tienen familia y la responsabilidad de poner pan sobre la mesa. Los propietarios de los bienes inmuebles también necesitan ingresos, rentas. Nadie regala nada en esta vida excepto las «madres Teresa» que son pocas y contadas. Los vecinos apreciarían mucho si sus propiedades ganan plusvalía. Digo esto porque el artículo no menciona nada al respecto ni considera demanda y oferta. Los espacios urbanos no deben ser solo habitats funcionales, ecoamigables y autosustentables, sino también generadores de beneficios financieros que provoquen su copia, crecimiento, evolución y multiplicación en más y mejores proyectos urbanos comunitarios eficientes. Cualquier comunidad de barrio o rural apreciaría una rentabilidad constante increscendo.
Leo perplejo la entrada. La participación pública siempre ha existido. En los procesos de elaboración de planes generales se han adoptado sugerencias de la ciudadanía, y luego está la exposición pública… Poner al ciudadano al mismo nivel que el profesional es un error, es convertir el urbanismo en Operación Triunfo, la idea más votada es la más buena… (ya lo hemos visto en algún concurso de ideas en el que se preveía el voto ciudadano). Hay que escuchar, por supuesto, pero no dar cabida a cualquier idea, para eso están los urbanistas con una formación específica.