1

https://www.gutenberg.org/ebooks/26184?ref=404media.co

2

Sara Ahmed (2023) Manual de la feminista aguafiestas. Buenos Aires: Caja Negra.

3

Saidiya Hartman (2019) Wayward lives, beautiful experiments: Intimate histories of social upheaval, New York: W. W. Norton & Company.

4

Rita Laura Segato (2018) Contra-pedagogías de la crueldad. Buenos Aires: Prometeo Libros.

5

Varios Autores (2024) Las Sin Sombrero y un nuevo 27, Barcelona: Alba editorial.

¿Puede la arquitectura ayudarnos a sabotear las crueles lógicas económicas y políticas de nuestro presente, combatiendo el olvido y la exclusión presentes y pasados?

En enero de este año, una guía publicada durante la Segunda Guerra Mundial por la Oficina de Servicios Estratégicos estadounidenses, destinada a enseñar a la población civil a luchar contra el fascismo y titulada “Manual de campo del sabotaje simple”1, se volvió viral en redes y fue el texto más descargado en el repositorio de acceso libre en el que se encuentra. El texto dejó de ser solo un testimonio en el archivo acerca de cómo realizar pequeñas acciones para resistir y resuena como una posible guía de acción en el presente para potenciales lectores y lectoras, en otro ejemplo más de cómo el pasado está abierto, incompleto, listo para ser movilizado en el presente y participar en la configuración del futuro. La disponibilidad del texto en el repositorio de código abierto y acceso libre recuerda también a una trama de relato de ciencia ficción de mundos paralelos, al estilo Philip K. Dick, donde los habitantes de uno de esos mundos mandan mensajes y ayudas a las personas que se encuentran viviendo otros presentes posibles en el mismo espacio en un modo que les sea comprensible y no les asuste. Una guía digitalizada, un texto escrito hace más de 80 años, en tiempos de violencia e incertidumbre, un objeto mediado por las tecnologías actuales que lleva en sí inscrito el tiempo en que fue fabricado, las manos y las máquinas que lo hicieron, cuya huella está presente en las remediaciones tecnológicas de periodos posteriores, reconocible en sus mutaciones, al igual que los entornos materiales y las relaciones sociales que sabotear descritos en la guía son aún fácilmente reconocibles por quiénes la leen hoy y pueden imaginarse realizando tales operaciones ordinarias de sabotaje y resistencia.

 

Las arquitecturas y espacios que habitamos también llevan inscritos el tiempo en que fueron construidas y los pasados que en ellos transcurrieron y habitaron, de manera que nuestro habitar actual de esos espacios permite ese juego de tiempos, prestarle atención a ese pasado aún abierto a lecturas e interpretaciones, a escuchas y sentidos, que puede resonar y movilizar nuestro presente y participar en la configuración de posibles futuros. Los edificios, las viviendas, las calles, plazas y parques, los espacios urbanos que nos acogen o nos expulsan, donde podemos practicar la hospitalidad o la exclusión, también son repositorios de memorias, disponibles para el recuerdo y para el olvido, para la vibración conjunta en el ahora con las presencias espectrales que aún lo ocupan, que llaman a nuestra memoria o sufren de nuestro olvido. El presente es una oportunidad para revitalizar los contactos con otras presencias, para multiplicar las conexiones entre mundos paralelos, para acercar las memorias a la complejidad y multitudes pasadas, para mover las lindes del olvido, para darle carne a los fantasmas y espectros desvaídos por la desmemoria, para propiciar modos de existencia y vínculos a las que nos precedieron, a sus luchas, alegrías y sufrimientos. Entonces, podemos preguntarnos si pueden la arquitectura y el urbanismo asistirnos en esa redención del encuentro con las vencidas, los olvidados, lo que dejamos de lado, ayudarnos a resonar y escuchar, a localizar y amplificar los ecos para ampliar y ralentizar el tiempo del presente, y resistir a las afecciones del futuro como la ansiedad, la anticipación angustiosa y sus miedos que disminuyen nuestra capacidad de resistencia en común. ¿Pueden las acciones y prácticas espaciales y urbanas servir de manual de pequeños sabotajes ordinarios y colectivos? ¿Cabe esperar que la arquitectura, que algunas arquitecturas, formen parte de ese conjunto de servicios estratégicos contemporáneos que nos ayuden al sabotaje civil ordinario de las desigualdades crecientes, del expolio, del destrozo medioambiental, y de la pedagogía de la crueldad que las acompaña y hace posibles? Para que, como esa guía releída hoy, habiliten a participar a las y los civiles sin entrenamiento, ni equipo especializado, para que, parafraseando a esta guía de sabotaje, podamos crear demoras e ineficiencias contra la aceleración de las operaciones enemigas: enemigas de lo común, de lo público, de la diversidad, de la justicia, de la buena vida, de la sostenibilidad, de la duda y el intervalo, del ritmo y el baile, del erotismo distribuido, de la infancia y de la vejez,

Vale la pena pararse a pensar, siguiendo la invitación que nos lanzan desde el mundo paralelo de la resistencia a la lógica y al relato de los vencedores, como podemos arruinarles el inventario y el cálculo, y qué arquitecturas y espacios necesitamos para esto dentro de las que ya moramos, cómo podemos reorientar, desorientar y desubicar, cambiando las señales en las intersecciones y bifurcaciones, torciéndolas y torciéndonos. La guía enseña a hacer mal el trabajo que se nos atribuye y ordena para repetir el orden social vigente, a ser desobedientes, disfuncionales, indisciplinados, podíamos añadir también ser lentas, aguafiestas y obstinadas, como las feministas de Sara Ahmed2, o aprender a llevar vidas caprichosas e incontrolables que experimenten con la belleza y el erotismo en el ejercicio de la libertad y la solidaridad, como las jóvenes afroamericanas que se inventan una vida hermosa en un entorno hostil hace más de un siglo, tras la abolición de la esclavitud que describe Saidiya Hartman3. Cuyo texto es también una invitación al reconocimiento de esas mujeres olvidadas y a aprender de ellas, para contrarrestar lo que Rita Laura Segato4 llama la pedagogía de la crueldad contemporánea, o sea, retomar el hilo de las experiencias y enseñanzas de quienes resistieron la crueldad racista, sexista, clasista y bienpensante de hace un siglo para hilar la trama del presente y abrir y airear los horizontes futuros. Una trama de defensa de la vida y las vidas que también se trence con explorar los espacios corporales, afectivos, colaborativos, que habilita la poesía, su lectura, recitado y escucha, su ritmar, en iniciativas editoriales que la redimen de los estragos del canon excluyente y generador de olvidos y ausencias, como la antología de “Las Sinsombrero y un nuevo 27”5 editada por Ana Fernández-Cebrián,  que permite hacer presentes y adjetivar legítimamente como nuevo los versos, relaciones, iniciativas y vidas de hace cien años.

Notas de página
1

https://www.gutenberg.org/ebooks/26184?ref=404media.co

2

Sara Ahmed (2023) Manual de la feminista aguafiestas. Buenos Aires: Caja Negra.

3

Saidiya Hartman (2019) Wayward lives, beautiful experiments: Intimate histories of social upheaval, New York: W. W. Norton & Company.

4

Rita Laura Segato (2018) Contra-pedagogías de la crueldad. Buenos Aires: Prometeo Libros.

5

Varios Autores (2024) Las Sin Sombrero y un nuevo 27, Barcelona: Alba editorial.

Por:
Profesora de sociología de la Universidad Complutense de Madrid y coordinadora del grupo de investigación Sociología Ordinaria, que organiza encuentros anuales con ese mismo nombre en el Museo Reina Sofía (los próximos son 29-30 de mayo 2025), investiga y escribe sobre temporalidades, cultura digital, vida cotidiana, relaciones y coreografías de género, subjetividades e intimidad.

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