En 1969, el grupo italiano Superstudio presenta por primera vez el Monumento Continuo, una cuadrícula blanca perfecta superpuesta al territorio hasta fundirse con el horizonte. Sobre diferentes paisajes planeaba la inmensidad de una arquitectura planetaria que abrazaba ciudades, encapsulaba bosques y levantaba nuevos acantilados de paredes brillantes mientras personas paseaban su superficie. Tras los collages, subyacía, sobre todo, una crítica a través de la forma de las pretensiones totalizantes del movimiento moderno. Una atinada demostración al absurdo de las posibilidades de la arquitectura1 y sus condiciones de producción que cincuenta años más tarde se desvela una distopía evocada a través de ciudades lineales en zonas áridas de la mano de prominentes arquitectos.
Hay algo en la propuesta radical de los arquitectos italianos, en su blancura reluciente y cuadrícula perfecta que nos sitúa ante lo sublime, pero también hay reminiscencias de espacios banales, persistencias retinianas de alicatados blancos y llanas coloridas repetidas ad infinitum —al igual que el monumento— en los scrolls de las páginas de arquitectura y redes sociales. Líneas coloridas que nos hablan de esa arquitectura postdigital producida a través de imágenes compartidas en un flujo constante de información e insumos visuales salpicada de fragmentos de Hockney y texturas a baja resolución. Vemos repetida la cuadrícula descontextualizada a través de algoritmos y feeds. Se nos presenta en tableros de Pinterest e hilos de Twitter sin apenas contexto. Sin embargo, al enfrentarnos al monumento, a la inmensidad de sus proporciones, podemos ver también otra manera de hacer crítica más allá de los formatos establecidos, pero también más allá de los códigos que establecen lo que una crítica de arquitectura ha de ser —más allá de la solemnidad, de la argumentación sólida, más allá del texto— compartiendo los mismos espacios, los mismos canales de información y paquetes de datos. En definitiva, operando bajo sus mismas lógicas visuales.
Il Monumento Continuo, Superstudio (1969). Colección Fran Centre – Val de Loire
Otra de las persistencias posibles de este monumento nos lleva a otra clase de espacios, poblados por el zumbido de luces fluorescentes y falsos techos cuarteados: espacios anónimos, genéricos que se presentan ante nosotros en momentos inesperados tomando forma de sala de espera, edificio administrativo o pasillo infinito de un centro comercial. Aquellos espacios basura de los noventa cobran hoy una nueva vida en internet construyendo toda una narrativa en torno a la liminalidad de una arquitectura infinita, genérica e inhabitable. Un reverso interior de ese monumento continuo que hoy opera en el espesor de nuestras pantallas a modo de historias inquietantes o directamente de terror. Las backrooms2 pueblan desde 2019 foros y canales de Youtube, alimentándose de narraciones colectivas y anónimas para hacerlas crecer en su complejidad. Un escenario familiar y fácilmente reconocible que se vuelve inquietante al descubrir la imposibilidad de salir de él, con múltiples puntos de fuga que no hacen otra cosa que volver al punto de inicio. Otra vez más. Si las figuras recortadas de Superstudio o los nadadores de Koolhaas tenían clara una dirección, un punto de fuga al que dirigirse, las backrooms nos sitúan en la perspectiva de los ojos de un jugador en primera persona, un ente incorpóreo que recorre espacios reiterativos, con la sensación constante de volver a pasar una y otra vez por el mismo lugar, paralizados ante la imposibilidad de una escapatoria, retorciendo las posibilidades de una geometría no pensada ya desde las leyes del espacio físico sino con todos los ingredientes de la digitalidad. Una geometría que, al igual que las cárceles de Piranesi, el universo de Kafka o la Casa de Hojas de Danielewski, explica mucho mejor todas las rupturas de un estar en el mundo fragmentado, recursivo y estático.
Backroom looping, Fauzan Antony (cc).
Hay algo en la cuadrícula infinita de Superstudio que nos sigue apelando más de cincuenta años después de su trazado. Tal vez sea porque sea una imagen persistente, que aparece recurrentemente en una de sus múltiples iteraciones de manera cotidiana en nuestra pantallas. Tal vez porque veamos en el proyecto una posibilidad de recuperar un sentido crítico que se infiltre en otros contextos por la potencia de su imagen. Tal vez porque su retícula, en el fondo, nos recuerde también a aquellas retículas de colores vibrantes con el que se representaba lo digital, el ciberespacio (sic), a finales de los años ochenta a modo de metáfora de una infraestructura superpuesta a todo el planeta, tan inmaterial como presente. Un espacio del que, tres décadas después, sabemos que su inmaterialidad es solo una ilusión de una realidad plenamente tangible, una infraestructura física que recorre todo el planeta. Pero, sobre todo, un espacio que ha transformado a través de sus propias lógicas los modos que tenemos de producir, consumir y habitar la arquitectura.
Por todo ello, el primero de los seis bloques temáticos se centrará en recorrer las superficies e interiores de esta retícula continua e infinita que habitamos, en nuestro día a día, de diferentes maneras. En un tiempo donde la exposición a imágenes y vídeos es constante, ¿puede la arquitectura escapar de sus dinámicas o está completamente inmersa en ellas? ¿Podemos imaginar una reflexión y crítica arquitectónica que se inserte en estas mismas lógicas? El blog ha sido, sin duda, una democratización fundamental para configurar un panorama de voces y lecturas al margen de las instituciones que tradicionalmente habían atesorado la producción escrita pero, ¿qué ocurre cuando el texto deja paso a la imagen? ¿Qué espacios construye? Resueltas algunas de estas dudas y abiertas muchas otras, la segunda parte del bloque se sumergirá directamente en la profundidad de esta retícula para imaginar las posibilidades de habitar su interior, en el espesor ínfimo de la pantalla. ¿Cómo pueden los nuevos medios y formatos ayudar a configurar nuevas prácticas espaciales? ¿Qué repertorios disciplinares es necesario desarrollar para habitar las posibilidades de un espacio no regido por las leyes de la materia física? ¿Cómo nos orientamos en el interior de este monumento continuo y sin aparente fin?
A lo largo de estas semanas, autor_s y voces desde dentro y desde fuera de esta disciplina nos acompañarán para ayudarnos a construir paisajes de nuevos y medios medios, repositorios infinitos de arquitectura, bases de datos, plataformas digitales y mundos virtuales, streamers y espacios domésticos en vivo, fotogrametría, museos online, o videojuegos. Ingredientes y herramientas para entender la producción, el consumo, el análisis y la crítica de las arquitecturas surgidas en el horizonte infinito de medios y formatos posibilitados por la digitalidad y a la vez dentro de los límites del ínfimo espesor de nuestras pantallas.
Formatos es el primer bloque temático de la etapa 2024-2025 del Blog de la Fundación Arquia, dirigida por Bartlebooth (Antonio Giráldez López y Pablo Ibáñez Ferrera).