Al estar literalmente bajo la civilización oficial no tiene caso hablar de superposición.
La magnífica novela póstuma de Roberto Bolaño.
Concrete island”, el título original, se tradujo como “La isla de cemento”, lo que un obvio error que me es necesario corregir.
Este gesto coge muchísima más fuerza si se compara esta novela con la más arquitectónica de cuantas escribió Ballard, “Rascacielos”, donde su protagonista no es arquitecto.
Porque “La isla de cemento” es una bizarrísima reescritura de Robinson Crusoe.
El valor de un título
Robert Maitland es arquitecto. Un buen día estrella su Jaguar contra la medianera de una autopista suburbial de Londres, yendo a parar a uno de esos triángulos residuales que quedan entremedio de un nudo de circulación cualquiera. Alicia ha atravesado el espejo. El nudo de autopista es un submundo habitado por gente del margen, una especie de civilización subpuesta1 a la nuestra a caballo entre Harry Potter y 20662. Así empieza La isla de hormigón3, novela de 1974 escrita por el gran J.G. Ballard, que tiene muy claro que su protagonista tiene que ser arquitecto4. En toda la novela, de su profesión sólo le quedará el título, y este título, que Ballard asocia a un modo de pensar, de comportarse, de mirar, será suficiente. Robert Maitland, el nuevo Robinson Crusoe5, es arquitecto porque tiene el título de arquitecto.
Lo que es válido para Maitland, por muy personaje de ficción que sea, es válido para todos nosotros. Somos arquitectos porque tenemos el título de arquitectos. Lo hacemos valer y ejercemos en función del mismo de maneras cada vez más diversas. Y es a esto a lo que hemos dedicado este número. Su origen es Estructura laboral de la arquitectura en España (1211-2010) Del taller gremial al taller horizontal, la imprescindible tesis doctoral de José María Echarte cuyo título no necesita más comentarios. A él le hemos dedicado la entrevista que estructura el número.
El siguiente artículo toma forma de micropodcast, y en él, Ajo Taller, un estudio joven de Burgos con de obra y procedimientos más que interesantes, nos cuentan su manera de trabajar.
Correo Viejo es un estudio valenciano que ha diversificado su actividad. Eva Sanjuán y Ana Beltrán, sus directoras, nos cuentan su experiencia profesional, ligada tanto a su actividad como a su emplazamiento en la plaza del mismo nombre.
A Raquel Martínez, directora académica del Máster en Arquitectura y Coordinadora de Grado en Fundamentos de la Arquitectura de la URJC de Madrid e investigadora, le hemos preguntado por el ejercicio profesional desde la academia y nos ha respondido con este artículo.
Como corolario, os ofrecemos dos artículos íntimamente entrelazados. Beatriz Vilanueva y Francisco Javier Casas, integrantes de Brijuni, fueron a trabajar a Arabia Saudita. Cada uno de ellos nos ha escrito sobre su experiencia profesional, dos experiencias tan diferentes sobre idéntico contexto que merecían artículos separados.
Finalmente, Milena Villalba es nuestra fotógrafa invitada del mes. Milena ha decidido complementar su imagen con un artículo sobre su experiencia profesional que se complementa perfectamente con el resto de las experiencias del número, un fresco que nos esboza superficialmente las múltiples maneras de ejercer una profesión cuyo título es útil para tantas cosas diferentes.
Al estar literalmente bajo la civilización oficial no tiene caso hablar de superposición.
La magnífica novela póstuma de Roberto Bolaño.
Concrete island”, el título original, se tradujo como “La isla de cemento”, lo que un obvio error que me es necesario corregir.
Este gesto coge muchísima más fuerza si se compara esta novela con la más arquitectónica de cuantas escribió Ballard, “Rascacielos”, donde su protagonista no es arquitecto.
Porque “La isla de cemento” es una bizarrísima reescritura de Robinson Crusoe.