Realizado en contextos de retail liderado por el Clúster AMBIT.
Proyecto en vías de publicación.
Realizado en el contexto educativo liderado por el Clúster AMBIT e Interiors Living Lab.
Los espacios que trabajamos y los estímulos que no esperamos
Desde la ergonomía a la neuroarquitectura
En el campo de la arquitectura, cuando hablamos de espacios de trabajo, generalmente imaginamos paisajes de oficinas cargadas de escritorios y pantallas, pero habitualmente no nos extendemos a las diversas actividades humanas que configuran otros tipos de trabajo, como atender clientes en un contexto comercial, pacientes en el sector sanitario, conducir un medio de transporte público, entre otros. Donde se hace fundamental observarlos e incorporarlos al momento de realizar intervenciones con criterios confortables y saludables, más aún en la situación pospandémica que vivimos.
En muchos de estos espacios, las decisiones de diseño que se adoptan se vinculan a sistemas de estímulos y características, como luces, sonidos, aromas, colores, etc., que no necesariamente se basan en una perspectiva laboral, sino que nutren las experiencias de otros usuarios, como clientes, que pasan menos tiempo en dichos lugares. Esto puede ir en desventaja con quiénes si deben habitarlos gran parte de la jornada, y que presentan necesidades muy diferentes desde el punto de vista físico, cognitivo y metabólico. Como, por ejemplo, un cocinero que debe estar concentrado y ser creativo, inmerso en una producción de calor que se eleva al estar en constante movimiento y contacto con diversas fuentes emisoras.
Para hacer frente al bienestar laboral, la ergonomía ha sido por antonomasia la disciplina científica que ha hecho frente a la calidad de vida de las y los trabajadores. No obstante, desde el ámbito más creativo y proyectual tendemos a enmarcarla solo en su área física o geométrica, es decir, en las medidas, las posturas y los movimientos del cuerpo y no consideramos la complejidad de su interdisciplinaridad y la rica conexión con sus áreas cognitiva y ambiental. En dicha sinergia, la neuroergonomía se posiciona como un camino metodológico que ayuda a comprender las experiencias desde este paradigma explicativo y que se transforma en un puente que dialoga de manera fluida con la neuroarquitectura.
Vale mencionar, que la neurociencia es un campo del conocimiento que cada vez está más a la mano de otras disciplinas como el diseño, la ergonomía y la arquitectura. Y que nos ayuda a comprender de manera objetiva, a través del estudio de las respuestas cerebrales mediante la electroencefalografía (EEG), el impacto y las incidencias que tiene el entorno construido en el ser humano.
Impacto que desencadena una serie de reacciones a nivel corporal que pueden ser evaluadas con otros tipos de tecnologías de medición fisiológica, contribuyendo así, con más datos que nos permiten trabajar en el marco del diseño basado en la evidencia y la neurociencia.
En el estudio de la calidad de vida laboral en cualquier contexto, esto nos ha permitido realizar investigaciones y aplicaciones en entornos reales, enriqueciendo las correlaciones que puedan surgir entre: las respuestas más subjetivas y todo el sistema de estímulos y características que constituyen nuestros espacios.
En el proyecto VITA1, realizado en contextos de retail, se analizaron a través de inteligencia artificial, las emociones y ciertos comportamientos tanto de las y los clientes, como de los trabajadores, donde se confirmaron las relaciones entre ambas respuestas de manera objetiva, siempre vinculadas con las características del espacio tienda. En este estudio se detectó una zona crítica que repercutía sólo en emociones negativas, pero a través de diversas intervenciones realizadas con base científica, se logró revertir dichas respuestas emocionales, repercutiendo así en la mejora del bienestar, sobre todo de los trabajadores vinculados a las experiencias espaciales.
En el proyecto HTs2, otra investigación desarrollada en espacios de restaurante, se evaluaron las respuestas fisiológicas de cuatro perfiles de trabajadores, para estudiar los picos de estrés vinculados a las actividades y a las condiciones físico-ambientales del entorno. Al tratarse de un restaurante de alta gama, las percepciones y experiencias de los clientes, eran más positivas y contrarias a las vividas por el personal. Donde factores como la falta elementos biofílicos o el poco control de la luz natural, se identificaron como parámetros importantes a mejorar.
Finalmente, destacar INTEDU3, un proyecto de investigación realizado en el contexto educativo, donde se relacionaron las experiencias tanto de las y los estudiantes como de los profesores. Al contrario que en los casos anteriores, las percepciones y experiencias laborales vinculadas a las características de los espacios y objetos, tendían a ser más positivas.
Todos estos casos aplicados sumados a la gran cantidad de investigaciones que se están desarrollando, nutren al paradigma de la neuroarquitectura y las bases que han sido definidas en el tiempo por importantes exponentes del sector. El siguiente paso es incentivar a los estudios de arquitectura a que tomen decisiones de diseño considerando este conocimiento para impactar de manera más positiva en las personas.
Realizado en contextos de retail liderado por el Clúster AMBIT.
Proyecto en vías de publicación.
Realizado en el contexto educativo liderado por el Clúster AMBIT e Interiors Living Lab.
Desde hace muchísimos años siempre digo lo mismo respecto a la arquitectura. Hay dos tipos de personas, las que tienen conocimientos técnicos relacionados con arquitectura y saben interpretar esos sentimientos que genera la arquitectura, los edificios o los espacios urbanos y los que no tienen conocimientos pero «padecen» esos sentimientos. Por eso siempre digo que es importantísimo saber diseñar para todo el mundo y no solo para el regodeo del arquitecto(eso que yo llamo, una «arquitectada»). El saber llegar a las personas y generar en ellos ese sentimiento intencionado es el éxito de algo bien diseñado.