Richard Buckminster Fuller fue un pensador, inventor y arquitecto de gran influencia en el siglo XX, pionero del High-Tech y la sostenibilidad. https://es.wikipedia.org/wiki/Richard_Buckminster_Fuller
Rem Koolhaas comisarió la Bienal de Arquitectura de Venecia en 2014. Dedicó el evento a los elementos constructivos de la arquitectura y los recopiló en un verdadero tour de force literario. https://www.oma.com/publications/elements-of-architecture
La Exposición Mundial de 1851 se celebró bajo un gran invernadero proyectado y construido por el jardinero Joseph Paxton, que puso las bases de la modernidad. https://es.wikipedia.org/wiki/The_Crystal_Palace
Entrevista a Eduardo Castillo-Vinuesa
Eduardo Castillo-Vinuesa es, junto con Manuel Ocaña, el comisario de Foodscapes, la propuesta para el Pabellón de España en la Bienal de Arquitectura de Venecia. La entrevista parte de esta experiencia, la contextualiza y la entronca en su obra, nos permite entender mejor la propuesta y los temas sobre los que reflexiona.
¿Podrías describir vuestro proyecto?
Foodscapes es un proyecto basado en la investigación que explora las arquitecturas e infraestructuras que participan en los procesos de producción, distribución y consumo de alimentos.
En un momento donde determinados debates en torno a las energías están a la orden del día hay una serie de dinámicas, que pese a ser ontológicamente energéticas, a menudo quedan relegadas a un segundo plano. La producción agroalimentaria es el segundo proceso humano que más terraforma la superficie del planeta después de la arquitectura. Nos parecía muy interesante mezclarlas, porque una vez empiezas a ver estos procesos, te das cuenta de que el sustrato físico que los sustenta y que los viabiliza es arquitectónico, y que a menudo queda externalizado o relevado a una posición secundaria o se invisibiliza. Son arquitecturas bastardas que siempre han estado fuera de los marcos de interés de la disciplina y que, sin embargo, pensamos que son esenciales para que podamos tener nuestro estilo de vida.
Lo que subyace detrás del proyecto es esta idea de intentar reclamar que durante los últimos años ha habido como una postura muy ciudad-centrista del urbanismo y de la arquitectura. El evento de la ciudad es deudor y dependiente de una serie de paisajes que se instrumentalizan y se operativizan para que la ciudad pueda tener lugar. Reivindicarlo de alguna manera con esta dimensión geológica y tectónica de la arquitectura es algo que nos interesaba. Elegir la comida en particular nos permitía un punto de entrada. Foodscapes, a pesar de lo que pueda parecer, no va de comida. La comida es el medio a través del cual abordamos una serie de temas, una serie de paisajes, una serie de territorios. Es el medio, no el mensaje.
La comida es un medio muy familiar. Todos, seamos arquitectos o no, nos enfrentamos a un plato de comida cada día. Además, tiene algo bastante peculiar, que es que cuando empiezas a ir hacia atrás, desde lo más familiar, que es el momento en que comes, y empiezas a elegir cualquiera de los ingredientes y empiezas a tirar del hilo, descubres una serie de paisajes y lugares cada vez más marcianos. Esto es lo que nos interesaba visibilizar.
¿Qué os movió a emprender y a presentar este proyecto?
Esto surge porque hice un viaje a Perú. Aparte de mi labor como arquitecto, soy director de Medialab Matadero, que es un centro de investigación y producción interdisciplinar donde tenemos varias líneas de investigación. Y una de ellas investiga los metabolismos energéticos que operan a escala planetaria. Uno de estos metabolismos es la alimentación.
En verano de 2022 me fui de viaje a Perú, y fui a Machu Picchu. Cuando buscas Machu Picchu en Google te aparece la ciudadela, lo que todo el mundo ve. Lo que es más difícil de encontrar en Google es el contraplano de donde se toma esa foto, que son todas las terrazas de cultivos que eran necesarios para abastecer la ciudadela. Eso me llamó mucha atención porque hay una determinada serie de paisajes que quedan fuera de plano, a los que no prestamos atención, y que de alguna manera han sido esenciales para que la arquitectura tal y como existe se haya desarrollado. Entender que el evento de la ciudad y el evento de la producción agraria o agrologística son procesos autocatalíticos que se han alimentado desde hace 12.000 años, hasta el punto que no sabes cuál vino primero.
Cuando vuelvo me escribe Manuel Ocaña y me propone que nos presentasemos al concurso para el pabellón. Le dimos una vuelta y decidimos aproximarnos a estos temas que yo ya venia investigando, pero decidimos hacerlo desde las arquitecturas e infraestructuras que viabilizan dichos procesos. Además, gracias a unos compañeros con los que estuve trabajando en Medialab, un colectivo llamado Black Almanac que también investiga temas del futuro de la alimentación, había llegado al Estofado sinergético, un libro de recetas que le regalan a Buckminster Fuller1 por su último cumpleaños un grupo de amigos. Fuller prologa el libro con un pequeño texto donde nos invita a descomponernos en atomos y moleculas narrando una película invertida de algo tan cotidiano como un desayuno, siguiendo la ruta invertida de sus ingredientes hasta la tierra de donde han surgido. En tan solo unas líneas, el texto nos hace reflexionar sobre la dimensión geológica de nuestra propia corporalidad, y de cómo la comida es en un última instancia un proceso de transformación de paisajes que devienen en nosotros. Este texto, que me parece maravilloso, lo que nos está dando a entender es que nosotros también somos arquitecturas. Los seres humanos somos paisajes reensamblados. Desde ahí, nuestra propuesta invita a reflexionar sobre los escenarios donde estas escenas que Fuller está contando han tenido lugar, cuáles son los escenarios donde estos procesos ocurren, y reflexionar sobre ellos.
Es interesante también plantear lo que entendemos por arquitectura. Para mi, la arquitectura es la modificación deliberada de un determinado espacio para que cumpla una serie de condiciones programáticas, espaciales o climáticas. Esto se puede hacer mediante suelos, techos, puertas, ventanas, los elementos de la arquitectura2 que Koolhaas nos dijo en una bienal no hace mucho tiempo, pero puede hacerse mediante muchos otros medios, ya sean aires acondicionados o mediante determinadas performatividades del espacio. Entonces si amplías el concepto de arquitectura te das cuenta de que un invernadero es una arquitectura que está generando un determinado confort climático, a lo mejor no para un ser humano, sino para una entidad vegetal que tiene que crecer en unas determinadas condiciones. Desde ese punto de vista, la cadena del frío también es una arquitectura súper sofisticada distribuida y fragmentada en muchos espacios distintos que, sin embargo, tienen que mantener esta condición climática súper específica. De ahí volver a los paisajes de automatización, volver a los paisajes de producción, a lugares como Almería e incluso volver al final al suelo, al suelo como la infraestructura primigenia, de la cual tanto la arquitectura como la agricultura dependen. Entender la arquitectura como suelos reensamblados. De aquí ya empieza a surgir toda la génesis del proyecto.
Desde ahí, solo tuvimos que pensar en la estructura comisarial adecuada que nos permitiese abrir un diálogo colectivo sobre estos temas.
Lo que planteas tiene un guiño respecto la profesión tradicional, porque se me ha ocurrido que la primera Exposición Universal3 de la historia pasa en un invernadero.
Es una tipología bastante sintomática de la condición humana: la alteración de un determinado espacio para controlar la naturaleza. Manuel (Ocaña) siempre dice que la arquitectura es la lucha del ser humano contra la naturaleza. Yo lo enfoco de otra manera, porque no me gusta hacer esa distinción entre lo artificial y lo natural, pero de alguna manera creo que los invernaderos intentan encerrar y controlar micromundos. Son un reflejo de lo que la arquitectura siempre ha intentado hacer. Estamos llegando a ese momento en que nos damos cuenta que no es únicamente el micromundo del invernadero, sino que es todo el planeta. Entender el planeta como un proyecto de diseño, como un proyecto arquitectónico, que obviamente invita o requiere de sobreescalar los lugares operativos donde la arquitectura pueda actuar. Entender que hay otros procesos que son plenamente arquitectónicos, que no es únicamente la construcción de edificios.
Fuller lo había hecho.
Exactamente. Fuller es una grandísima referencia. Luego hay investigadores como Benjamin Bratton, o tecnólogos, que están también hablando de procesos de terraformación. Hay un proceso aquí que me parece que es súper interesante. Entender que la arquitectura ortodoxa ha sido siempre esa voluntad de condicionar y alterar artificialmente un determinado espacio, solo que cada vez más nos estamos dando cuenta que esa operación ocurre a mayor escala, solo que de manera accidental. Ahora es un momento en que tenemos que responsabilizarnos de esos procesos e impulsar un diseño deliberado del medio.
¿Y esto cómo encaja con el tema principal de la Bienal de Venecia?
Una propuesta como esta no habría tenido cabida o no habría sido tan bien recibida si no fuera por el marco que Lesley Lokko ha propuesto, plantear un laboratorio del futuro. También replantea cuáles son los límites disciplinares donde la arquitectura opera, con una vista muy clara hacia a dónde tenemos que ir y a qué se demanda de la práctica en el futuro.
Los edificios no son cosas que aparecen de la nada. Son procesos geológicos tremendamente complejos, y por cada torre que vemos en una ciudad hay una fosa en algún sitio donde se han extraído los materiales, donde se ha producido la energía. El rol de la arquitectura ya no es únicamente construir la torre, sino que es mediar en cómo la fosa se convierte en torre y cómo la torre en algún momento se volverá a convertir en fosa. Esto es lo que abre Lesley Lokko. Creo que ha sido la bienal de arquitectura con la media de edad tanto de comisarios como de artistas invitados más baja, porque de repente abre la puerta a unas determinadas prácticas que en este tipo de contextos eran más orbitales o periféricas a lo puramente disciplinar, que de repente tienen cabida de manera muy clara en este tipo de contextos con una clara mirada a futuro.
Vuestro pabellón no es una recopilación de obras de arquitectura. ¿Por qué lo hicisteis así?
Es un modelo comisarial distinto. No me interesaba el modelo que venían haciéndose los últimos años, que es un modelo igual de respetable donde tú generas un tema y el pabellón se convertía en una recopilación de cosas que ya existen producidas en España sea bajo esta bandera o bajo otra.
Me parecía que era muy interesante utilizar un pabellón nacional o una bienal como un marco desde el que desplegar un proyecto de investigación. Es decir, qué otros usos podemos dar a estos contextos. Pensar otro modelo de espacio cultural mucho más proactivo con el visitante, que lo activa mediante una serie de procesos. Lo que se exhibe, lo que se expone, es precisamente la visibilización de esos procesos de investigación. Lo que planteamos para Foodscapes es precisamente eso. El proyecto tiene dos grandes bloques, un bloque pre-opening y un bloque post-opening, que son dos grandes proyectos de investigación.
El pre-opening, el bloque previo a la apertura, se materializa en dos formatos. Entendíamos que el sistema agroalimentario es una gran arquitectura. ¿Cuál es su estructura? ¿Cuál es su anatomía? Llegamos a la conclusión de que había cinco capas. Tres que todo el mundo conoce:
La capa de producción, las arquitecturas que producen nuestros alimentos.
La capa de distribución, arquitecturas y sistemas de infraestructuras que viabilizan la distribución de estos alimentos.
La capa de consumo, los espacios donde se consume y se cocina la comida.
También pensábamos que había otras dos capas que normalmente se dejan fuera del espectro, pero que son esenciales, porque convierten esa linealidad en una potencial circularidad.
La capa de digestión, las arquitecturas e infraestructuras que digieren la comida una vez dejamos de considerarla como tal, y entender que, aunque pensamos muchas veces que el proceso agroalimentario termina con nuestra digestión, eso no es cierto. Hay una gran cantidad de cuerpos que están digiriendo de muchas maneras distintas y en muchos tiempos distintos.
La última capa es el prólogo inicial, que es la fundación: el suelo como esa arquitectura, esa infraestructura primigenia sobre la cual penden el resto de capas.
Luego tenemos la otra gran parte. Lo que hicimos es proponer el concepto de receta total, muy en la línea del texto de Fuller. Una receta, al final, no deja de ser un protocolo de ensamblaje de unos determinados ingredientes: cantidad, tiempos, orden. En las recetas normales, esos protocolos de ensamblaje están limitados a los ingredientes que ya están localizados en nuestras cocinas.
La receta total es aquella receta que abarca los protocolos de ensamblaje de toda la cadena infraestructural necesaria para elaborar esos ingredientes, desde los fertilizantes que utilizas en el suelo hasta los sistemas digestores que luego digieren sus sobras. Utilizamos diez platos típicos españoles casi como excusa para recorrer de manera específica para cada uno de ellos las cinco capas que estábamos investigando a través de las películas.
Para terminar esta receta empezamos a darnos cuenta de que hay que localizar en un mapa, que no se ha publicado todavía, puntos, arquitecturas o infraestructuras esenciales para que esos platos pudieran existir. Es decir, hay una serie de arquitecturas sin las cuales no podríamos comer. Luego invitamos a Pedro Pejenaute, que normalmente se toma sus tiempos para hacer sus proyectos y le dijimos oye, Pedro, mira, tenemos 50 lugares donde contamos toda esta historia. ¿Te animarías a recorrértelos y hacer una foto de cada uno de ellos en un mes y medio? De ahí surgió una colección fotográfica impresionante que es la que ocupa el espacio central del pabellón.
Estas dos grandes patas construyen un estado de la cuestión, visibilizan el presente de nuestros sistemas agroalimentarios. Eso genera un marco, un punto de partida para plantearnos cómo queremos rediseñarlos. En vez de responder nosotros a esa pregunta, pensamos que era muy interesante abrirla a una multiplicidad de voces, de audiencias, de expertos distintos.
Para el post-opening hemos planteado esta plataforma de investigación abierta que durante los próximos cinco meses va a estar funcionando en el pabellón y que consta principalmente de una unidad de investigadores que hemos seleccionado mediante una convocatoria pública en colaboración con distintas universidades. Seis investigadores vienen a Venecia y están cinco meses en el pabellón trabajando de manera constante. El espacio central del pabellón se convierte en un laboratorio, con una gran mesa de trabajo en el centro. Así, toda la sala se convierte en un gabinete de curiosidades donde estos investigadores pueden ir sumando los avances de su investigación. Y a ellos se les van a ir uniendo de manera secuencial distintos expertos de diversas disciplinas que van a ir abriendo distintos subtemas vinculados a sus líneas de investigación particulares relacionados con estas cinco grandes capas de investigación, porque las cinco capas que utilizamos para las pelis también son las cinco grandes agendas de investigación. Lo interesante es que todas estas sesiones de trabajo van a estar abiertas. Cualquier persona que esté en Venecia puede asistir a ellas. Además, las estamos grabando y las vamos a publicar mediante nuestro canal de YouTube. Nos parecía muy interesante generar un espacio a caballo entre la pedagogía experimental y la unidad de investigación al uso, con un marco mucho más abierto y colaborativo para recopilar distintos casos de estudio que tengan el potencial de transformar el sistema agroalimentario.
Es decir que vuestro pabellón en el fondo no deja de ser una receta.
También. Es un prototipo en sí mismo, eso seguro. Foodscapes es un proyecto que intenta prototipar otro modelo posible de práctica curatorial, uno que entiende un pabellón como un espacio de oportunidad desde el que desplegar una investigación colaborativa e inesterdisciplinar. Estos modelos escasean en un contexto tan rígido como suele ser un pabellón de una bienal de arquitectura.
Quería preguntarte sobre la interdisciplinaridad, sobre las otras disciplinas, sobre el espacio físico. Me lo has contestado todo. ¿Te queda algo más que añadir?
Hay una gran diferencia entre la multidisciplinaridad y la interdisciplinaridad. La multidisciplinaridad es un espacio donde operan distintas disciplinas pero todas mantienen de alguna manera su jurisdicción. El arquitecto hace lo que tiene que hacer, el cineasta hace lo que tiene que hacer, el matemático hace lo que tiene que hacer. Nosotros hemos intentado construir un marco interdisciplinar, un lugar en el cual se invita a personas de un determinado contexto disciplinar a meterse en otra disciplina distinta, a poner al arquitecto a pensar como un cineasta a poner al cineasta a pensar como un arquitecto. Esto nos interesa por una sencilla razón, es que es una frase que me dijo una vez Uriel Fogué, que a mí se me quedó grabada hace ya mucho tiempo: El cómputo de respuestas que tenemos a una determinada pregunta siempre es deudor de la manera en que formulamos la pregunta en primer lugar, con lo cual un primer paso para tener otras posibles respuestas a una determinada pregunta viene de hacer la pregunta de maneras distintas. Esto es lo que aporta la interdisciplinaridad. Cuando pones a un arquitecto a aproximarse al trabajo de un biólogo o viceversa, normalmente se van a aproximar de maneras que el arquitecto o el biólogo no harían dentro de sus propios campos y da lugar a dinámicas inesperadas o maneras de aproximarse al tema novedosas. Me parece que uno de los marcos más interesantes que a día de hoy están surgiendo es entender estas interdisciplinaridades como lugares desde los que pueden surgir proyectos, prototipos, estrategias o aproximaciones radicalmente distintas a como nos solemos aproximar, y es algo que es muy interesante abordar.
Muchas gracias.
Richard Buckminster Fuller fue un pensador, inventor y arquitecto de gran influencia en el siglo XX, pionero del High-Tech y la sostenibilidad. https://es.wikipedia.org/wiki/Richard_Buckminster_Fuller
Rem Koolhaas comisarió la Bienal de Arquitectura de Venecia en 2014. Dedicó el evento a los elementos constructivos de la arquitectura y los recopiló en un verdadero tour de force literario. https://www.oma.com/publications/elements-of-architecture
La Exposición Mundial de 1851 se celebró bajo un gran invernadero proyectado y construido por el jardinero Joseph Paxton, que puso las bases de la modernidad. https://es.wikipedia.org/wiki/The_Crystal_Palace