Sensaciones compartidas

El estudio de Géorges Méliès en Montreuil.

El pasado con los abuelos. Una de las cosas que más me unió a los míos fue compartir una formación sentimental, social y artística a base de películas buenas-buenas. De películas de verdad. De películas de Hollywood: las del oeste, el cine negro, las de tiros. Las de los grandes actores carismáticos: John Wayne, Paul Newman -el más guapo de los guapos-, James Stewart. Más tarde, mi iaia Quimeta se hizo fan de Sylvester Stallone¹.

Si no nos dejamos llevar por la nostalgia, encontraremos que esta formación común en el cine compartida por abuelos y nietos es un hecho inédito en la historia. El cine -el Séptimo Arte-, con su apenas siglo y medio de historia, es un arte completamente nuevo si lo comparamos con las seis Bellas Artes precedentes, tan antiguas como la versión de la humanidad que conocemos.

El cine no se inventó. El cine se creó, y su creación es la historia -simplificada- de cuatro personas que recogen, encadenan y suman sus hallazgos hasta que, en 1915², el cine queda convertido en un arte maduro tan sólo veinte años después de la considerada como primera proyección, que consistió en la puesta de largo del cinematógrafo de los hermanos Lumière³ mediante una película de 46 segundos que mostraba la salida de los obreros de su fábrica familiar, proyección realizada el Día de los Inocentes de 1898 en el Salón Indio del Grand Cafè de París.

D.W. Griffith, que lleva el cine a su madurez, es trece años más joven que Auguste Lumière (1862) y once que su hermano Louis. El último personaje en discordia es el más fascinante de todos: el ilusionista Georges Méliès, por edad el mayor de todos (1861). Méliès es el personaje más importante de los inicios del cine, el que le da su ingrediente más importante: la magia. Méliès, tan sólo siete años más tarde de esta primera proyección, lleva al hombre a la luna, hace desaparecer personas, los encoge. Inventa seres fantásticos. Méliès es el responsable de crear el evento. De que nos riamos en una película. De que lloremos de emoción. Méliès es quien convierte el cine en ese productor de emociones colectivas que pude compartir con mis abuelos.

El cine cuenta historias de personas⁴ que viven y se mueve por un lugar determinado. Por un espacio. El que sea: y el espacio por donde se mueven los humanos, este espacio antropizado, es o quiere ser arquitectura.

La arquitectura siempre ha formado parte del cine. Desde el primer día. Hablar de arquitectura y cine es un jardí, poruqe es un tema inabarcable. La primera proyección de los hermanos Lumière es una ventana abierta a una arquitectura real, un documento de la vida cotidiana. Georges Méliès inventa el espacio cinematográfico, un espacio que no existe en la vida real, propio de la pantalla, que crea su propia arquitectura⁵. Los lugares, las arquitecturas del cine pueden ser obvios, reales, o ficticios, como los que pueda crear El Señor de los Anillos, o pueden ser lugares reales mostrados como no los hemos visto nunca, como Michael Mann y su equipo hicieron con Los Ángeles en Heat: arquitecturas que son el fondo, el lugar por donde se mueven los protagonistas, que en cualquier momento pueden hacer clic y convertirse en forma, en protagonistas de la trama.

El estudio de Géorges Méliès en Montreuil.

En este número reflexionaremos sobre esta relación fondo-forma de la arquitectura con el cine. Y lo haremos a partir del cine que no se ha ocupado directamente de la arquitectura -es decir, del cine-. Y sobre cómo los arquitectos nos relacionamos con esto.

Empezamos con Localizar, un artículo donde Cordelia Alegre, directora de cine y guionista, nos habla, a través de la que la revista Sight and Sound considera la mejor película de la historia, de la relación intrínseca que se produce entre la obra y el espacio filmado.

Luís Amália, actriz y performer, incide en cómo el cine se forma a partir de la relación entre la arquitectura y sus habitantes. Y lo hace en dos tiempos, el del espacio que filma el cine y el espacio propio que crea. Y que sale de sí mismo.

El entrevistado del mes es Pau M. Just: Pau hace vídeos que hablan de cine; lo que se cuenta y cómo se cuenta, aunados en una obra consistente. Podía reflexionar sobre ello.

Andrea González debuta en nuestro blog relacionando el urbanismo con la fantasía: espacios reales y espacios que sólo existen en la pantalla poblados por seres que sólo existen en la pantalla a través de Buffy Cazavampiros. El contrate nos permite recalificar lo que vemos cuando paseamos por la calle.

Ángela Millano y Julián Pacomío, actores, performers, coreógrafos, nos reflexionan sobre uno de los mecanismos de creación más profundos tanto de la arquitectura como del cine: el doppelgänger, el doble. Copiar hasta que lo que salga vuelva a ser creación para.

En ensayo del mes nos lo brinda la novelista, comisaria y música -entre otras cosas- Raisa Maudit. Raisa nos brinda una pieza sobre otro de los mecanismos más profundos de creación que existen en las dos artes: la repetición -y la fuga.

El micropodcast del mes es obra de Eduard Llorens: nuestro primer relato narrado, con efectos especiales y todo, que nos sirve para seguir experimentando en este formato.

Finalmente, la fotógrafa del mes es Ángela Losa, que nos ha brindado una foto y una reflexión inéditas.