Tossol es un término catalán que define un poro de lava en una colada frenada por un curso de agua. Este poro de agua se ha convertido en un túmulo. Al ser un término que tan sólo define un fenómeno local, carece de traducción al castellano.
Trigo sarraceno, que crece muy bien sobre suelos poco productivos. El fajol era la base de la alimentación de las clases populares. Se denostó y, en fechas recientes, fue recuperado por la alta gastronomía.
El hereu (heredero) es el primogénito de la familia. Según las costumbres catalanas, éste se queda todas las riquezas de la familia para evitar la división de las fincas, con el deber -a veces- de mantener a sus hermanos menores.
La menos conocida de las facetas de RCR arquitectes es su cargo como asesores de arquitectura del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, que conocen como nadie. RCR arquitectes ostenta este cargo desde 1987 hasta día de hoy.
Unos 400m.
Es una potente cooperativa que centra su producción en los productos lácteos.
Paisajes productivos. El Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa.
Antes de empezar, indago para definir y matizar este título:
En primer lugar, podemos encontrar la definición de paisaje como parte de un territorio que tiene unas características particulares que lo hacen singular. Características formales, sean físicas, biogeográficas o antrópicas. Una de las definiciones que también encuentro relevante, y que puede ayudar en este artículo, es la que dice que un paisaje puede ser un espacio natural admirable por su aspecto artístico, cosa que nos ofrece un margen interesante de intervención y la posibilidad de convertir cualquier espacio natural en paisaje.
En segundo lugar, y por definición, un paisaje es productivo si tiene la virtud de producir, de generar, de alumbrar. Por tanto, todos los paisajes son productivos, pero por convención definimos el paisaje productivo como aquél que produce en beneficio de los humanos.
En tercer lugar, el Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, creado en el año 1982, es uno de los espacios protegidos más singulares de Cataluña, ya que se trata del conjunto volcánico más bien conservado de la Península Ibérica. Este espacio, de unos 120km2, está muy humanizado: en él viven cerca de 40000 personas distribuidas en 11 municipios. El 98% de su superficie es propiedad privada. El territorio es de montaña media y se extiende desde los 200 hasta los 1100m. de altitud. La situación geográfica y el clima han propiciado una gran diversidad botánica y faunística.
¿Qué hace que el Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa tenga un valor paisajístico relevante? Podemos desgranarlo y valorar el paisaje según valores ecológicos, estéticos, históricos, simbólicos, sociales y productivos.
El Parque tiene un valor ecológico, estético y simbólico evidente gracias a la geología: a los volcanes, las coladas, los tossols1, los ríos y las montañas, a su vegetación y fauna. Tiene un valor histórico por las masías, por los muros de piedra seca, por los caminos que se extienden por su territorio. Tiene un valor social por el uso que se hace de este paisaje. Y, finalmente, tiene un último valor, el productivo, que pone en relación la comunidad y su territorio. Veremos que el valor productivo tiene mucho que ver con la morfología del propio paisaje.
Este paisaje está totalmente antropizado. De hecho, el paisaje que apreciamos está esculpido por los humanos, y no precisamente con la estética como objetivo. El cultivo, una de las primeras necesidades de subsistencia, fue el artífice de la colonización del medio. Cultivos puramente productivos han pintado un paisaje singular y adaptado al propio paraje. Campos de judías o de fajol2, que teñían de blanco las zonas llanas con sus flores. No hace demasiados años, cuando era niño, recuerdo que mi padre tenía la obsesión de plantar fajol. Me decía que se estaba perdiendo. Los cultivos tradicionales, que a veces han quedado como anecdóticos, la buena productividad de especies recientemente introducidas, como la colza, han pintado de amarillo los campos.
Los habitantes que trabajaban y hacían producir estos campos buscaban terrenos llanos más fértiles. Por eso apartaban las piedras que encontraban, apareciendo quilómetros de muros de piedra seca y caminos “amurallados”.
La misma lógica productiva sembró masías por el territorio, conjuntos con suficientes campos para producir y alimentar cada familia. Una lógica protegida en el tiempo con la tradición del hereu3. Estas masías son la manifestación de la arquitectura del mundo rural, con una lógica constructiva enraizada en el territorio y a sus materiales, que le confieren un carácter único. Una tipología constructiva adecuada a las antiguas productividades que ha generado un imaginario patrimonial. La aparición del Parque ha propiciado que se vele para guardar y mantener su esencia e identidad, adaptándose a las nuevas necesidades, que a menudo también son productivas. Estoy convencido, y además tengo constancia, de la atenta mirada de RCR arquitectes4 con afán de preservar, estudiar y entender este patrimonio construido y este paisaje. Esta mirada ha sido un libro abierto para entender la arquitectura como paisaje, partiendo de un localismo buscado que tiene una alabada influencia global. Algunas intervenciones del parque se han dotado de un valor añadido que ya es, y será todavía más, productivo.
Otro activo en el paisaje del parque es la Fageda (hayedo) d’en Jordà. Podemos sintetizar y decir que la Fageda aparece gracias a la combinación de tres factores. El primero es la inversión térmica que confiere la sierra del Corb, generando un microclima idóneo para su desarrollo aún careciendo de la altura sobre el nivel del mar habitual en un hayedo en estas latitudes5. El segundo es la poca productividad que se ha acordado expresamente para dejar crecer los árboles. La última es la orografía; un terreno lleno de tossols que carece de espacios llanos y fértiles para el cultivo. Curiosamente, la improductividad ha generado aquí el paisaje.
La Cooperativa de la Fageda6 nace con dos valores principales. El primero es el valor social, dando un servicio generoso y loable a la comunidad. El segundo, necesario para el primerio, es el valor productivo. Pienso que, siguiendo la tesis de este artículo, es de los pocos ejemplos en que la productividad no genera paisaje, al menos de una forma directa. Seguramente a priori no tiene sentido tener edificios industriales en medio de la Fageda. Ahora bien, los beneficios económicos y sobre todo sociales son innegables. ¿Es una prenda a pagar para preservar el paisaje? Me parece razonable.
El volcán Croscat tiene unas características geológicas similares a otros volcanes de la zona, con la diferenciación que, en el siglo pasado, tuvo un papel productivo destacable con la extracción de tierras. Con las protestas y la aparición del Parque se consiguió cerrar la extracción. El paisaje quedó modificado, alterado debido a la exposición de esta producción. Apareció un nuevo paisaje con un componente estético y pedagógico relevante. Se consolidó mediante una intervención paisajística muy celebrada que vino de la mano de Joan Font i Martirià Figueras. Este nuevo paisaje, paradójicamente, vuelve a responder a otra finalidad productiva: el turismo.
El turismo se va convirtiendo en uno de los protagonistas de los valores productivos del Parque Natural. Es un arma de doble filo a caballo entre la preservación y la museización de un medio vulnerable que ya se debía proteger por concepto. El mismo turismo ha hecho, y hace, cuestionar los sistemas de preservación del propio paisaje mientras añade nuevas y complejas ecuaciones. El turismo eleva globos aerostáticos cada mañana, viaja con carros por el centro de la Fageda, coloniza volcanes, dispone trenecitos, llena aparcamientos de coches, planta restaurantes, reforma masías para convertirlas en alojamientos rurales, o convierte en baños públicos los cañones de la cuenca del río Fluvià. El turista pretende visitar la autenticidad del territorio, pero deberíamos revisar el concepto. Posiblemente lo auténtico de un paisaje ya no es únicamente aquello que deriva de un mundo bucólico y de la lógica de este pasado remoto que ya no nos pertenece. La autenticidad de un paisaje deriva de la comprensión de sus características y, sobre todo, de los valores que lo singularizan.
El paisaje del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa no sería paisaje, y no lo será, si no es también un paisaje productivo.
Tossol es un término catalán que define un poro de lava en una colada frenada por un curso de agua. Este poro de agua se ha convertido en un túmulo. Al ser un término que tan sólo define un fenómeno local, carece de traducción al castellano.
Trigo sarraceno, que crece muy bien sobre suelos poco productivos. El fajol era la base de la alimentación de las clases populares. Se denostó y, en fechas recientes, fue recuperado por la alta gastronomía.
El hereu (heredero) es el primogénito de la familia. Según las costumbres catalanas, éste se queda todas las riquezas de la familia para evitar la división de las fincas, con el deber -a veces- de mantener a sus hermanos menores.
La menos conocida de las facetas de RCR arquitectes es su cargo como asesores de arquitectura del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, que conocen como nadie. RCR arquitectes ostenta este cargo desde 1987 hasta día de hoy.
Unos 400m.
Es una potente cooperativa que centra su producción en los productos lácteos.