Yo tampoco, claro. Os ahorro la molestia: Kunming es la capital de Yunnan, provincia sureña con tetrafrontera al Tibet, Laos, Myamnar (Birmania, vaya) y Vietnam.
En este caso, hablar de ciudades es una sinécdoque. Lo que llamamos Venecia es el centro de la ciudad. Pasa igual con todas las otras que nombro. Quizá -y sólo gracias al cine- se escapa de esto una única ciudad: Los Ángeles, California.
Definición adaptada de la RAE.
Despreciando horarios y honorarios. Esta es la frase con que las hermanas Bofarull solían definir a su arquitecto, Josep Maria Jujol, ese arquitecto que convirtió a Gaudí en el Gaudí que todos conocemos.
¡Felicidades de nuevo, Jose!
La danza de los rascacielos
Apocalypse Now (1979) se abre con la danza de destrucción que efectúan unos helicópteros Huey sobre la selva vietnamita. Ésta empieza con unos segundos mudos a cámara lenta. Luego suena la canción que marcará el filme: The End, de The Doors. No siempre fue así. La inclusión de The End en el inicio de la película es un cambio de última hora sobre el guión inicial, que preveía ilustrar esta danza con Nights in White Satin, de The Moody Blues. Siempre he pensado que Coppola se cortó porque resultaba demasiado cruel hacerlo.
Ahora id a Spotify y poned esta canción es su versión original de 1967. ¿Ya? Ahora poneos este vídeo.
Estamos en el 27 de agosto de 2021 en Kunming, China. Una cierta cantidad de altos explosivos derriban un barrio de 15 rascacielos. Los vemos caer mientras suena la canción. Es una danza de destrucción que parece empezar a cámara lenta, horrorosa y fascinante. Esta danza es uno de los retratos más prefectos que conozco de nuestra sociedad. No, no vale decir que aquello es Kunming, ciudad que pocos de vosotros ubicaréis sin consultar con Google1. Hemos de aceptar que formamos parte de esta locura colectiva, de un comportamiento global que lo ha monetizado todo: objetos, muebles e inmuebles de cualquier tamaño, suelo, recursos naturales. Incluso lo que sentimos, porque las experiencias, cuando se llaman así, se pagan.
Sigamos: ¿os habéis preguntado alguna vez por qué nos gustan ciudades como Venecia2, Florencia, Shiban (Yemen), Barcelona, determinados barrios de Berlín, París o Londres, o pueblos como Pedraza, Calatañazor o Cadaqués? No son las singularidades, ni los edificios remarcables. Es el tejido. Lo que recordamos es lo anónimo, unas calles bellas y homogéneas que las identifican. Y si hay homogeneidad hay ley. Ley entendida como aquel precepto que manda o prohíbe en función de la justicia y el bien de los gobernados3. Esta ley puede estar escrita o no. Tendrá el valor que le dé el conjunto de la sociedad. El marco legal se puede explicitar. El sentido se lo damos nosotros.
La locura que explicita la danza de los rascacielos requiere una reflexión, una acción inmediata desde los organismos competentes. Una ley. En este número, y ya será el último, reflexionaremos sobre el cuerpo de la Ley de Calidad de la Arquitectura: su sentido, su alcance. Si es o no poner puertas al campo. Si es una pequeña pieza, un toque de atención a la sociedad. Si ésta se la creerá. Sus limitaciones, su espíritu.
Para empezar, propusimos a Mireia Martín Salvanyà, que no se había enfrentado con la ley, una especie de reaction writing en forma de ensayo libre: enfrentarse a ella y anotar sus impresiones para ponernos en la piel de cualquiera que, arquitecto o no, no conozca todavía su texto.
Luego, la entrevista. En esta ocasión optamos por Josep Maria Borrell. Josep es Coordinador Técnico de IMPSOL (Institut Metropolità de Promoció de Sòl i Gestió Patrimonial), Entidad Pública Empresarial Local de AMB (Àrea Metropolitana de Barcelona), que promueve vivienda protegida: un arquitecto que ostenta un cargo ejecutivo que hace posible que los arquitectos que se presentan y ganan un concurso de vivienda puedan conseguir llevar a término sus proyectos con la calidad con la que los han concebido. Sólo se necesita echar un vistazo a la web de esta entidad para observar los resultados.
Todo este ciclo sobre la Ley de Calidad de la Arquitectura no podía estar completo sin una mirada sobre esta ley desde una perspectiva feminista. Se la pedimos a Inés Novella Abril. Inés es Profesora en el Departamento de Urbanismo de la Universidad Politècnica de València e Investigadora en la Cátedra UNESCO de Género de la Universidad Politécnica de Madrid, y nos brinda una visión optimista.
Una Ley de Arquitectura alude también a los arquitectos, personajes que tienden a ejercer de manera vocacional4 lo que debería de ser una profesión con más sentido empresarial del que le suponemos. José María Echarte nos brinda una reflexión desde esta óptica, animada -legitimada- por su reciente obtención del doctorado5 con una tesis al respecto. Y lo ha hecho yéndose al siglo XVI, el origen de la profesión tal y como la entendemos actualmente.
El nivel de ejemplaridad en la calidad de la arquitectura lo da la contratación pública, que arrastra el resto de la profesión. Pedimos a Quique Argente una reflexión sobre la contratación, un tema sobre el que la Ley pasa más o menos de puntillas. Es importante conocer las implicaciones de esto.
Enric Massip-Bosch representa a los arquitectos que dependen de esta contratación. Su manera de ejercer la arquitectura depende de la contratación pública. Su currículo incluye diversos edificios públicos de todas las escalas ganados por concurso. Desde esta óptica -y aprovechando su capacidad literaria-, Enric nos brinda una reflexión al respecto.
Finalmente, Beatriz S. González sigue el camino de reflexionar sobre la fotografía a través de una imagen acompañada por un texto que la subraya. La fotografía volviendo el foco sobre sí misma a través de quien la hace para poder reflejar y contar cada vez con más intensidad y precisión la arquitectura.
Yo tampoco, claro. Os ahorro la molestia: Kunming es la capital de Yunnan, provincia sureña con tetrafrontera al Tibet, Laos, Myamnar (Birmania, vaya) y Vietnam.
En este caso, hablar de ciudades es una sinécdoque. Lo que llamamos Venecia es el centro de la ciudad. Pasa igual con todas las otras que nombro. Quizá -y sólo gracias al cine- se escapa de esto una única ciudad: Los Ángeles, California.
Definición adaptada de la RAE.
Despreciando horarios y honorarios. Esta es la frase con que las hermanas Bofarull solían definir a su arquitecto, Josep Maria Jujol, ese arquitecto que convirtió a Gaudí en el Gaudí que todos conocemos.
¡Felicidades de nuevo, Jose!