Entrevista a Teresa Táboas
¿Con qué objetivo crees que se ha promovido la Ley de Calidad de la Arquitectura?
Acercar la arquitectura a la sociedad e indicarles que es un elemento importante. Por una parte, está el tema de la protección del patrimonio histórico. Por otra, está la cuestión medioambiental. La propia arquitectura puede ayudar a no generar desigualdades sociales. La arquitectura no es un elemento aislado, sino un constructor de territorio y puede serlo de una sociedad mejor.
Esta ley la hemos promovido los propios arquitectos.
Ahí está el tema: que tenga una proyección en la sociedad, que es para lo que supuestamente se hizo. Con las leyes hay que tener cuidado porque después hay que desarrollarlas. La ley no puede quedar en la estantería como algo ensimismado. No puede quedar museizada.
Desde tu experiencia, ¿qué legitimación se tiene desde un cargo público para promover leyes de este calado?
Tener una mayoría social que te ha apoyado para que conformes un gobierno. Eso, por una parte. Y después, hay arquitectos en ciertos puestos del gobierno que ayudan a poner en valor la arquitectura.
Cuando estaba de Decana del COAG, pusimos en marcha el Proyecto Terra, y la idea era la misma: que los arquitectos hagamos algo para que la sociedad dé valor a lo que proponemos o hacemos. Si los niños que estudian temas de territorio, de arquitectura popular o contemporánea, seguramente mañana serán ciudadanos, políticos, promotores, desarrolladores inmobiliarios que, a lo mejor, tendrán otra sensibilidad de cara a estas cuestiones. Debemos tener cuidado en no estar, vuelvo a decir, ensimismados en el objeto estético.
Cataluña tiene una Ley de Calidad de la Arquitectura propia. ¿Cómo afrontar estas duplicidades y solapamientos de los marcos normativos? ¿Tiene sentido una ley estatal teniendo en cuenta las amplias competencias de los territorios?
Decir que queremos hacer ver a la sociedad que a través de la arquitectura podemos mejorar cuestiones estatales es muy loable, pero hay un problema: el Estado no tiene las competencias en la mayoría de ámbitos desde lo que se promueve la Arquitectura (vivienda, sanidad, educación, etc.) con lo cual casi sería más lógico que cada comunidad autónoma tuviese su Ley de Calidad de la Arquitectura, pero tampoco tendría mucho sentido tener 17 leyes. La Ley de Calidad de la Arquitectura fue aprobada sin votos en contra. ¿A quién molesta? Es un lugar común, y con los lugares comunes hay que tener cuidado.
¿Qué tiene que ver la arquitectura con los arquitectos?
En nuestro entorno, que es un entorno europeo, la arquitectura está regida por una serie de normativas que obligan a que haya un profesional con una titulación. Cuando vamos a países con crecimientos demográficos exponenciales, con pocos profesionales, la mayor parte de la arquitectura se hace sin arquitectos. Estoy pensando en ciudades de Asia, de África, de América Latina, donde miles y miles de viviendas que se construyen todos los años lo son en condiciones de mucha pobreza. Y eso es arquitectura. Eso conforma el paisaje urbano de Sao Paulo, Ciudad de México, Nueva Delhi o cualquier ciudad africana. El territorio se está interviniendo, y los territorios se intervienen por necesidad o por deseo. En este caso es por necesidad. A los habitantes de estos países les atrae la ciudad porque es donde pueden tener que comer, y tienen que hacerse una chabola, una favela, o tienen que colocar unos plásticos para que no llueva, como en los grandes asentamientos que hay en Bombay. Eso está creando espacio, eso es una vivienda. A medida que hay mayor pobreza, más se aleja el hecho arquitectónico de la profesión.
¿Se tiene que poder pagar a un arquitecto o es algo que tendría que ser, digamos, de oficio?
Utópicamente, los gobiernos de países como los que poseen ciudades grandes con mucha pobreza deberían tener unos servicios arquitectónicos desde lo público que permitan construir con un cierto planeamiento y con profesionales detrás, unos modelos mínimos de vivienda que puedan soportar un tifón, un terremoto, etcétera, que se puedan repetir como si fuera un fractal, porque esa gente no puede pagar un arquitecto. Esos gobiernos son incapaces de parar las grandes migraciones que hay del campo a las ciudades. Y si no pueden, por lo menos que habiliten, que diseñen zonas donde se los pueda proveer de agua, de saneamiento, de unos mínimos módulos, de unos estándares que puedan repetir con materiales de muy bajo coste. Esta sería la función social de la arquitectura, hecha desde los gobiernos.
No podemos pensar en la arquitectura desde una visión occidental, donde hay recursos económicos para poder construir grandes proyectos, pero hay países donde una escuela rural se tiene que hacer con cuatro ladrillos y simplemente es el espacio en el que poder dar unas clases a unos niños en medio de la selva, por ejemplo, en un poblado en Guatemala. Estos son los debates que tiene que abrir la arquitectura: concienciación social, concienciación medioambiental, recuperación y puesta en valor de patrimonio, la ruptura de la línea que divide el ciudad-campo. El territorio es uno. No podemos seguir alimentando el monstruo ciudad a costa de territorios rurales que son esquilmados.
Si este tipo de leyes acercan a la sociedad este tipo de debates, son muy importantes. Es un tema didáctico.
Volviendo a la ley en sí, ésta entiende la arquitectura como algo interdisciplinar, que va más allá de los arquitectos. ¿La ley legisla la calidad de la arquitectura como entorno construido o lo entiende más allá?
Creo que la ley entiende que la arquitectura no es solamente el hecho constructivo, sino que va tejiendo, definiendo y determinando los territorios. La ley entiende la arquitectura como un tejedor o un hacedor de territorios, porque estás alterando el territorio simplemente con una decisión. Voy a construir en el norte de Madrid 20.000 viviendas o voy a construir al lado de Barcelona 5.000 viviendas o en Santiago de Compostela 500. Esa decisión entraña toda una maquinaria de alteración del territorio. La arquitectura es un elemento más, pero hay más cuestiones. Es un tema multidisciplinar, evidentemente.
El preámbulo de la ley de arquitectura parece ser un punto circunstancial, con unas referencias a una cosa tan temporal, hasta ahora, como la pandemia del COVID-19. ¿Cómo se explican estas referencias circunstanciales cuando estamos hablando de una ley que tiene que tener un carácter atemporal?
El hábitat, el espacio que más retrató la pandemia con todos sus errores como tipología, fue la vivienda. La gran mayoría del hecho arquitectónico es vivienda. La pandemia retrató todas sus carencias, entre otras, las residencias de la tercera edad, que es un tipo de vivienda. Es decir, retrató los malos espacios que se construyeron para vivir.
Las nuevas tecnologías nos permiten hoy, por primera vez, trabajar desde casa. La vivienda se convirtió en espacio educativo. Hasta hace 20, 30 años, en la vivienda, solo vivías. Después ibas a consumir fuera. Hoy en día consumes por primera vez desde la vivienda. Podemos llegar a la distopía de no necesitar movernos de casa. Y que incluso, pueden atenderte y controlarte los médicos vía internet. El COVID fue un toque de atención. Creo que la pandemia es casi la muerte de la tipología de la vivienda que conocíamos hasta ahora, y el renacimiento de una muy diferente, que tendrá que ser mucho más perfectible, porque se transformó por completo. Se transformó en colegio, se transformó en tienda, se transformó en cine, se transformó en todo.
Sucedió como en el Decamerón de Bocaccio, que se escribió después de la peste de Florencia. De repente muere un mundo viejo y salta el Renacimiento. De alguna manera, este preámbulo es el prólogo de un nuevo tiempo de la Arquitectura que marcó el año 2020 porque hubo una peste en todo el mundo. Algunos arquitectos tomamos conciencia de que había que cambiar muchas cosas.
Siempre me había llamado mucho la atención la coincidencia del Decámeron (1353) con los Cuentos de Canterbury, de Chaucer (1392). No lo había entendido hasta ahora.
En una ponencia para unas conferencias organizadas por el CSCAE en Zaragoza establecí que tendríamos que utilizar la clave de RE. Me gusta la música, por lo que hay que tocar la melodía en la clave correcta. Y la clave correcta es la clave de re, la primera re, es revolucionar, muchas de las tipologías, porque ya quedaron caducas. La pandemia COVID lo evidenció.
¡Cierto! Otra cuestión a la que ya has más o menos aludido. ¿Qué entiende esta ley por patrimonio arquitectónico?
Cuando la gente habla de patrimonio piensa en los cascos históricos, pero patrimonio también es lo que se ha construido en el siglo XX. Hay que conservar aquellas edificaciones que representan de alguna forma la calidad o la arquitectura de una época concreta, pero hay que conservarlas rehabilitando, reformando, reconduciéndolas a las necesidades del siglo XXI. Tenemos que tener cuidado de que el patrimonio no sea un conjunto de elementos fosilizados. Un contenedor que fue construido en el siglo XI, XV, o en el XX, debe ser capaz de tener la flexibilidad de adaptarse, para conservarse como una línea continua en el tiempo, y poner en valor lo que tiene de valor, pero introduciendo el valor de nuestra época, que seamos capaces de leer los estratos de la historia.
¡Qué bonito¡
Otra cosa: la calidad es tan clave en la ley que está puesta en el nombre: la Ley de Calidad de la Arquitectura. ¿Cómo se define la calidad en la arquitectura?
¿Quién define lo que es la calidad en arquitectura? La calidad espacial se puede definir, porque es un espacio mínimo donde las personas se puedan desarrollar. La calidad de la construcción también, pero lo que es calidad ahora puede no ser calidad dentro de cinco años. La crisis climática generará nuevas calidades.
Quiero entender el título de la ley como la calidad espacial, la calidad que generas para los ciudadanos. Quiero entender la palabra en el contexto de la importancia de la calidad de un buen diseño para crear espacios, tanto espacios privativos como espacios públicos que hagan que la vida de las personas sea mejor.
Entonces esta calidad, ¿la deberían definir sólo arquitectos u otros agentes sociales?
La calidad la acabará definiendo la sociedad. Los arquitectos, desde nuestra disciplina, propondremos, lo intentaremos en base a nuestras experiencias, a nuestra educación y a nuestra profesión, el definir un espacio de calidad, pero la propia sociedad también tendrá que implicarse más.
¿Cuándo se podrá decir que esta ley está funcionando?
Cuando las 17 comunidades autónomas acuerden unas cuestiones mínimas y éstas se empiecen a cumplir en las políticas de vivienda, hospitalarias, educativas, etc. de cada comunidad autónoma. Cuando veamos que realmente hay un movimiento común, cada una con sus tiempos evidentemente, y con sus necesidades concretas. Cuando se empiece a ver si el hecho edificatorio ha cambiado o no.
Cuando la propia sociedad, gracias a esa ley que quiere promover y acercar la arquitectura, demande otro tipo de viviendas, de hospitales, de escuelas, de espacios públicos. Cuando la gente empiece a reclamar espacios de más calidad, en ese momento habrá triunfado la ley de calidad de la arquitectura.
Y, por último, ¿Qué papel tendrá la Casa de la Arquitectura a la hora de implementar esta ley?
La Casa de la Arquitectura está planteada en la Ley como una especie de museo donde recoger los temas comunes de la arquitectura.
Eso parece.
Fosilizar las cosas es peligroso. Lo más interesante sería que la ciudadanía recoja el guante, porque si lo hace y lo entiende, la ley habrá triunfado, ya que habremos acercado la arquitectura a la sociedad, y esta demandará otros espacios.
No se me ocurre un final mejor.
La entrevista se realizó en formato online el día 23 de enero de 2023.