- Hagen, U. (1991). A challenge for the actor. Simon and Schuster.
Un reto para la arquitectura
Viví una de mis primeras experiencias profesionales con apenas 18 años en el rodaje de una serie de televisión donde estuve trabajando como actriz cerca de dos años, justo antes y durante los primeros meses de empezar la carrera de arquitectura. Cuando llegué a aquel plató por primera vez, Sara, una auxiliar de dirección con el pelo rubio platino, me sonrió y me acompañó a conocer el espacio y a parte del equipo técnico del proyecto.
En la oficina estaba Ortiz, que en la pantalla de su ordenador me mostró una tabla de Excel en la que se ordenaban las secuencias que se iban a rodar en las próximas semanas. En ese listado se detallaban los personajes de cada secuencia, un breve resumen de las mismas, las localizaciones y las necesidades técnicas. Este es el primer ayudante de dirección, me dijo Sara. Luego me presentó a Ángel, el segundo ayudante de dirección, cuyo trabajo realmente conocí cuando empezamos el rodaje. Su labor consistía en mantener el ritmo del equipo durante la grabación para cumplir con la orden de trabajo de cada día y que no se quedara ninguna secuencia para el día siguiente. Además, era el nexo vía walkie o a pleno pulmón entre el director, que observaba la acción desde un monitor alejado de la escena, y el resto del equipo técnico y artístico.
Cuando unos años después dirigí mi primera obra como arquitecta pensé: esto es un set de rodaje. Los roles y jerarquías, la coordinación entre departamentos/oficios, la planificación para materializar una idea creativa, darle forma, cuerpo. Pasar de la tinta a la materia para construir algo que perdure y que, en el mejor de los casos, transforme a alguien. Trabajar a contrarreloj para sacar adelante el trabajo en el menor tiempo posible y al menor coste. Hacer la entrega del capítulo, del proyecto.
Sin embargo, el trato con lxs compañerxs no era igual en ambos contextos. En aquella primera experiencia como actriz (y también en las posteriores), el ambiente en rodaje era tan cercano y afectuoso que, cuando pocos años después trabajé como becaria en un estudio de arquitectura y llegué a mi primera visita de obra, me presenté al pocero que iba a hacer un estudio de las bajantes de una comunidad de vecinos plantándole dos besos. Al ver las caras de sorpresa de los señores implicados en aquella secuencia, incluido mi jefe de entonces, me di cuenta de que ambos contextos eran parecidos, pero con excepciones.
Uno de los aprendizajes que más valoro de la carrera de arquitectura ha sido la capacidad de planificar, de anticiparse a los problemas y de plantearse con antelación todas las posibles incógnitas para poder performar -ya sea en la obra o en el set de rodaje- con la mayor libertad posible. En este sentido, en mi formación como actriz, una de las herramientas más valiosas con las que me topé para preparar un personaje de manera ordenada fueron los Six steps que planteó Uta Hagen y que recogió en su libro A challenge for the actor (1991). Con estos seis pasos o preguntas, la actriz y maestra de interpretación pretendía ordenar la cabeza de lxs intérpretes a la hora de construir un personaje y poder profundizar en los detalles en el transcurso de una historia:
- ¿Quién soy? | 2. ¿Cuál es mi situación presente? |3. ¿Cómo y con qué me relaciono? | 4. ¿Qué es lo que quiero? | 5. ¿Cuál es mi obstáculo? | 6. ¿Qué hago para conseguir lo que quiero?1
Pienso en lo oportuno y saludable que sería que lxs arquitectxs nos hiciéramos estas preguntas a la hora de ejercer la profesión en cualquiera de los ámbitos que abarca. Las últimas tres preguntas nos las hacemos más a menudo, pero no tanto las tres primeras. Éstas nos conectan con terrenos más incómodos, más movilizadores. Los terrenos de la ética, de la vulnerabilidad y del compromiso como agentes sociales.
Porque si algo deberían tener en común ambas profesiones es el objetivo de hacerle la vida más fácil, más amable a las personas. Yo no quiero tener que elegir, yo quiero seguir ejerciendo ambas profesiones. Pero el ambiente arquitectónico en ocasiones se me antoja un tanto hostil, tacaño incluso. Quizás no sea necesario llegar a darnos dos besos cuando nos encontremos en el puesto de trabajo, pero podemos ser más atentxs. Preguntémonos por nuestra situación presente y la de quien nos paga, pero también por la de compañerxs, becarixs, alumnxs. Preguntémonos cómo y con qué o quiénes nos relacionamos cuando hacemos arquitectura y haremos mejor arquitectura. Seamos más cuidadosxs en la obra, más honradxs en los estudios. Seamos más amables en las aulas y haremos una arquitectura más amable. Seamos más como Sara, la auxiliar de dirección con el pelo rubio platino.
- Hagen, U. (1991). A challenge for the actor. Simon and Schuster.
Que grande Leo!! Te mereces todo lo mejor