Por citar un ejemplo más local, solo en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia en el que se insertan, por ejemplo, los actuales programas de rehabilitación de viviendas, la palabra “sostenible” aparece 258 veces.
Commoner, Barry. 1971. The closing circle: nature, man, and technology. New York: Knopf.
Meadows, Donella H., Dennis L. Meadows, Jørgen Randers, y William W. Behrens. 1972. The Limits to growth; a report for the Club of Rome’s project on the predicament of mankind. New York: Universe Books.
Goldsmith, Edward. 1972. A Blueprint for survival. London: Tom Stacey Ltd.
Brundtland, Gro Harlem. 1987. Our Common Future: Report of the World Commission on Environment and Development. UN Document A/42/427, Geneva
…y la sostenibilidad en el mundo
En una escena memorable de la película “Miss Agente Especial”, el presentador de la gala de Miss Estados Unidos, y antiguo capitán de la USS Enterprise, le pregunta al personaje interpretado por Sandra Bullock, la candidata Gracie Lou, “qué es lo que fundamentalmente necesita nuestra sociedad”. La protagonista trata de responder con una aportación personal pero, ante la indiferencia del público, termina recurriendo al mismo cliché que el resto de las contendientes, un vago y manido “la paz en el mundo”. Solo entonces es aplaudida efusivamente.
A los arquitectos nos está comenzando a pasar algo similar a lo que ocurre con las candidatas de estos rancios concursos de belleza, y la defensa de determinados principios, como el de la sostenibilidad, es con frecuencia más una obligación formal que un posicionamiento militante. No faltan incluso quienes, haciendo bandera de estos principios, los han convertido en marca personal a través de conceptos difusos como “tecnoecología” o “sostenibilidad hedonista”, o coleccionan etiquetas, sellos y certificaciones que acreditan una supuesta sensibilidad ambiental. Y previsiblemente este exhibicionismo de los sustentable irá en aumento debido a la exigencia de atención a los principios de la Nueva Bauhaus Europea, el Pacto Verde Europeo, los Objetivos de Desarrollo Sostenible… y un largo etcétera de estrategias que inciden de modo directo en algunos aspectos de la arquitectura1.
No me gusta la palabra “sostenibilidad”, y menos aún aplicada a la arquitectura. Aunque sería más preciso decir que lo que me desagrada es un uso y abuso de esta que ha pervertido gran parte de su sentido original. Porque nadie en su sano juicio debería negar la necesidad de un mundo más sostenible, justo y equitativo, al igual que nadie debería estar en contra de la paz por la que abogan todas las candidatas a Miss Estados Unidos. Pero como la paz, perseguir la sostenibilidad como principio abstracto es sencillo. La gran cuestión es cómo hacerlo, sus implicaciones y la capacidad que, individualmente o como colectivo, tenemos para contribuir a (y sacrificarnos para) lograr el objetivo.
Es esto lo que, desde nuestra perspectiva sectorial y acotada de algunos problemas, con frecuencia se nos escapa. Volviendo a la referencia cinematográfica, nos ocurre a veces como a esas películas que incluyen el sello de la American Humane Association (AHA) asegurando que “ningún animal resultó herido durante el rodaje”. La palabra “durante” es clave, y suscita la pregunta sobre qué podría estar pasando fuera del entorno controlado del rodaje. Quizá deberíamos también preguntarnos qué pasa con aspectos como el consumo de recursos y su origen, la producción de residuos, las condiciones laborales (incluso los derechos humanos), la integración en el lugar, las condiciones de uso y tenencia, el coste… en algunas arquitecturas que se autocalifican como sostenibles. ¿Por qué tipo de sostenibilidad están apostando? Porque quizá no sea más coherente que el de esa candidata a miss que defiende un mundo libre de plásticos portando sonriente una paleta hecha, precisamente, de plástico.
La sostenibilidad es una condición sistémica, como bien avanzaron estudios como The closing circle2, The limits to growth3 o A Blueprint for Survival4. El Informe Brundtland5 señalaba específicamente a sus componentes social, económica, ambiental y, sobre todo, a sus interrelaciones. Más aún, apuntaba a que, como sistema, el logro de un mundo sostenible requería de una transformación integral de modelo que ya entonces era reclamada como urgente. Más de tres décadas después todo apunta a que poco se ha avanzado en ese sentido. Y la arquitectura, o al menos el modelo dominante actual, no deja de ser una parte más de ese sistema que nos conduce a lo que algunos ya han calificado como el colapso. Y podremos seguir etiquetando como “sostenible” a la arquitectura que se produce en el marco de ese sistema insostenible porque su consumo energético es un 40 % inferior a la media, pero no será mucho mejor para la salud del planeta que lo que unas patatas fritas light, con un 40 % menos de grasa que unas estándar, lo son para la nuestra.
Debemos reconocer que la arquitectura es parte del problema, y por ello ser los primeros interesados en buscar un modelo alternativo y realizar una apuesta decidida por él. Porque lo que diferencia a los arquitectos de las candidatas a reinas de la belleza es que ellas, salvo quizá Miss Melilla 2001, poco pueden hacer para alcanzar la paz mundial, pero nosotros sí tenemos capacidad para ser partícipes activos, con acciones y no solo con etiquetas, en la construcción, literal y figurada, de esa deseada sostenibilidad real. Nuestra propia supervivencia depende de ello.
Por citar un ejemplo más local, solo en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia en el que se insertan, por ejemplo, los actuales programas de rehabilitación de viviendas, la palabra “sostenible” aparece 258 veces.
Commoner, Barry. 1971. The closing circle: nature, man, and technology. New York: Knopf.
Meadows, Donella H., Dennis L. Meadows, Jørgen Randers, y William W. Behrens. 1972. The Limits to growth; a report for the Club of Rome’s project on the predicament of mankind. New York: Universe Books.
Goldsmith, Edward. 1972. A Blueprint for survival. London: Tom Stacey Ltd.
Brundtland, Gro Harlem. 1987. Our Common Future: Report of the World Commission on Environment and Development. UN Document A/42/427, Geneva