Jaume Prat avatar

Adaptación al medio

Las carreras de coches se popularizaron en los circuitos ovales. Éstos son recintos grandes, abarcables de un solo vistazo, que segregan fácilmente al público de la zona técnica permitiendo un espectáculo en verdadera magnitud heredero directo de las carreras de cuadrigas. Todos los giros de un circuito oval se realizan convencionalmente a la izquierda, lo que, en la tradición europea y americana, separa a los pilotos del peligroso muro perimetral de los circuitos, obligando a los vehículos a asimetrizarse para quedar contrapesados forzando a un estilo de conducción curioso y contraintuitivo: el coche tiende a girar a la izquierda. El volante se gira en los tramos rectos para estabilizarlo. Si un vehículo de estos saliese a la carretera se estrellaría rápidamente.

Lotus asimétrico para circuitos ovales. Foto: Indycarmuseum.

La carrera de arquitectura se parece a un coche de estos: siempre tiende a inclinarse en la dirección del privilegio, presentando una gran desigualdad de oportunidades en función de la procedencia del estudiante. La carrera de arquitectura ha estado siempre desequilibrada, aunque, a diferencia de los coches para circuitos ovales, suele tender a girar a la derecha.

Este número está dedicado a la capacidad de los arquitectos para hacer una de las cosas que mejor se nos da: proponer. Hay un pero, sin embargo: para empezar a proponer necesitamos reflexionar sobre las condiciones en que lo hacemos. Os brindamos cuatro reflexiones al respecto.

La primera de ellas corre a cargo de Mireia Martín, que se pregunta por lo que puede proponer a través de la manera (y la escala) en la que puede ejercer la arquitectura.

La segunda reflexión es obra de una corresponsal nueva: Conchi Berenguer-Urrutia, arquitecta especializada en urbanismo inclusivo y feminista, que escribe sobre cómo se puede compatibilizar la arquitectura con la vida cuando la profesión lo permea todo.

José María Echarte nos propone un ejercicio interesante: retomar un artículo de hace siete años -reescribirlo casi- teniendo en cuenta que las condiciones laborales que motivaron a escribirlo han cambiado poco o nada.

Por último, Robert W. de Miguel nos señala el elefante en la habitación: el de la diversidad funcional, que este arquitecto tiene desde un accidente que tuvo en el año 2013. Robert ejerce la arquitectura desde esta condición que le ha dado una perspectiva y una capacidad de reflexión que debemos aprovechar todos.

Estas cuatro condiciones se suman a la manera tradicional de ejercer la profesión que podría resumir la frase de Alejandro de la Sota: dar liebre por gato. Cuando te lo puedes permitir, claro. Es decir, cuando las condiciones de trabajo se equilibran y el coche puede girar a todos lados, circular por una ciudad y sernos útil más allá de su mera capacidad de entretenimiento.

Por:
(Barcelona, 1975) Arquitecto por la ETSAB, compagina la escritura en su blog 'Arquitectura, entre otras soluciones' con la práctica profesional en el estudio mmjarquitectes. Conferenciante y profesor ocasional, es también coeditor de la colección de eBooks de Scalae, donde también es autor de uno de los volúmenes de la colección.

Deja un comentario

Tu correo no se va a publicar.

Últimos posts