Instrucciones de mantenimiento

Foto: Communauté Urbaine Dunquerque

Las casas, los equipamientos, la industria. La intervención con ánimo conservador sobre lo construido no se limita a lo clasificado o entendido como histórico, la arquitectura culta o los monumentos. Todo el resto de lo edificado es susceptible de ser intervenido desde una mirada interesada en su valor o su potencial. Desde una actitud más bien utilitaria, poco académica, menos protocolizada. Trabajar con esas arquitecturas secundarias es casi una cuestión de mantenimiento.

Diría que este interés por lo secundario está profundamente anclado a la idea de que la arquitectura, y aquellas que la ejercen, tiene una cierta misión social y una determinada responsabilidad cívica. El interés por lo secundario permite que lo arquitectónico se desarrolle en el terreno de lo común y lo necesario. Lo común y lo necesario tienen un contenido casi infinito, pero hoy ambas cuestiones han de ser observadas detenidamente bajo la lupa de la crisis climática. Esto cobra especial sentido si no perdemos de vista que el sector de la construcción es uno de los que más aportan al calentamiento global.

Cuando se aborda este asunto, rápidamente aterriza -con cierto escozor- la idea de que la arquitectura tiene algo de maligno porque todo lo que se construye consume territorio, consume recursos y es contaminante. Siendo verdad, se pueden ofrecer matices. Pero es también peligroso ridiculizar esta afirmación, porque de alguna manera se diluye cierta responsabilidad y se vaporiza una cortina de humo sobre los excesos de un sistema débilmente regulado y delineado por las malas prácticas del mercado inmobiliario, que ha desembocado en una de las mayores catástrofes culturales contemporáneas: el modelo global de gran ciudad genérica de crecimiento ilimitado.

¿Por qué en este contexto hay tanta resistencia frente a la sola idea de limitar la construcción de obra nueva para apostar por la rehabilitación y el reciclaje de lo que ya existe? ¿Acaso no es este un ejercicio válido para el proyecto de arquitectura?

Expondré sólo una afirmación que me parece muy poco cuestionable: la adaptación al cambio climático en las zonas urbanas es de vital importancia para la salud y el bienestar de la mayoría de la población mundial. ¿Estamos preparados para transformación masiva que habrá que llevar a cabo para enfrentar la emergencia social y climática? ¿El mantenimiento ejercido sobre lo existente puede ser una oportunidad para amortiguar cierto daño, aportar cohesión y belleza al territorio habitado como símbolo de igualdad e identidad colectiva¹? ¿No es este un territorio digno para la arquitectura por venir?

Foto: Lacaton & Vassal