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Cartel del PechaKucha Night del 17 de abril de 2010 en La Carolina, Jaén. Semisótano Arquitectos.

Hace muchos años que conozco a Agnieszka y Lorenzo. El mundo acaba siendo muy pequeño y el de la arquitectura lo es más aún. Creo que la primera vez que nos encontramos fue en Jaén, debía ser 2010, en la Carolina, en un Pecha-Kucha organizado por Loliví y Juanjo de Semisótano. Estaban también Paco Casas y Beatriz Villanueva, Daniel Ayala, Eva Luque y Alejandro Pascual, y más gente que lamento no recordar porque tengo una memoria que funciona como quiere.

 

En aquel entonces su incursión en las redes era su blog, y aún —creo recordar— mantenían un estudio ‘tradicional’ (sea lo que sea lo que signifique esta palabra) con el que habían construido algunas obras muy interesantes. Sin embargo, inquietos e inteligentes como son ambos, creo que en aquella reunión detectaron que la forma en la que habitualmente se hablaba de arquitectura y, sobre todo, quiénes lo hacían, había cambiado sustancialmente con respecto a una tradición edilicia y crítica que, habiendo dado buenos resultados en el pasado, agotaba (y angostaba) su campo de acción.

En sucesivos encuentros —muchos, afortunadamente— del conocimiento se pasó a la amistad. En uno de ellos, en casa de Paco y Bea en Madrid, cuando estaban ya a punto de tener que emigrar (la suya es una perdida que me parece terrible para la disciplina, como la de Julen Asua o Nieves Merayo), Lorenzo me preguntó cuál era ‘mi plan B’. Por aquel entonces yo aún mantenía una labor que oscilaba entre la crítica, la divulgación y el trabajo tradicional (concursos, proyectos, etc.). Más importante aún que aquella pregunta es que la siguiente fue si mi plan B podía llegar a ser el A.

Aquella pregunta, imagino, se quedo en mi cabeza, donde se quedan todas las que de una manera u otra nos hacen pensar en nosotros mismos. Años después lo cierto es que mi plan B es mi plan A. Soy profesor en la Universidad, investigo, escribo, y soy, probablemente, más feliz de lo que he sido nunca. Se lo debo a ellos y también a Raquel Martínez Gutiérrez e Ignacio Vicente-Sandoval, en un reparto a cuatro manos.

Con los años he visto crecer su labor. Su trabajo cuidadoso y su afecto y buen hacer. Hemos hecho alguna cosa juntos y hemos tomado alguna que otra caña (‘arquicaña’, diría Lorenzo). Atesoro esos recuerdos con cariño (entre ellos las dificultades para llevar a Lorenzo a un sitio donde pueda comer algo que no tenga carne, lo que yendo a veces con Enrique Parra no deja de ser una labor, créanme, ardua).

He disfrutado mucho de este su periodo en el blog de Fundación Arquia y estoy seguro de que donde vayan harán cosas muy interesantes.

Podría decir que porque son curiosos y tienen esa habilidad para detectar cuándo los planes B deben convertirse en los A y esto, más que cualquier otra cosa, es para mí la arquitectura. Podría, pero diré que, en realidad, creo que harán cosas muy interesantes porque son buenas personas y eso, por sí solo, ya es para mí mucho. Todo.

 

Sea donde sea, espero que sigamos viéndonos y haciendo arquitectura, que es, no nos quepa la menor duda, lo que hacen Agnieszka y Lorenzo (Junto a Alberto Alonso Oro, Paz Molinari, Pacho Camino, Carmen Frances, Amparo Gómez, Miguel Villegas, Uxua Domblás, Susana Gallego, Miguel García Redondo, Miguel Ángel Camacho, Raquel, Nacho… y todos y todas a los que olvido involuntariamente)

 

Ha sido, es, un viaje maravilloso. A ambos, gracias.

 

 

Por:
(Almería, 1973) Arquitecto por la ETSAM (2000) y como tal ha trabajado en su propio estudio en concursos nacionales e internacionales, en obras publicas y en la administración. Desde 2008 es coeditor junto a María Granados y Juan Pablo Yakubiuk del blog n+1.

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