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La ciudad también es una escuela

La ciudad como escuela: Los edificios del barrio. Fuente: Bauman A., Balicevic D. “Grandes ciudades”.

La ciudad es también una escuela, un libro abierto y siempre disponible que nos habla de historia, de culturas y costumbres, de civismo y sociedad, de política y economía, de ciencia y tecnología. La ciudad es un archivo vivo que nos sirve en el presente y a quienes la habitarán en el futuro. Aprender de ella nos permite, además, proyectar mejores espacios.

 

El aprendizaje es un proceso complejo de transformación en el que son fundamentales las relaciones que se producen entre la persona y su entorno. Si la escuela es el lugar formalmente establecido para la enseñanza, la ciudad no es menos importante en el papel de contenedor de registros y procurador de experiencias, entendido éste último como el paquete de estímulos cognitivos. Por simple que parezca, caminar por la ciudad es toda una experiencia ilustrativa: los nombres de las calles, el estilo arquitectónico de las edificaciones y la presencia de aquellos emblemáticos, la vegetación, la fauna urbana, los antiguos y nuevos comercios, el tráfico y su ordenación, son algunos elementos que nos ofrecen tantos datos e información como la Wikipedia, si prestamos atención y profundizamos en ellos.

 

Aprender fuera del aula y hacer que la ciudad sea la escuela no es una utopía, de hecho es una realidad que ha integrado en su programa formativo el equipo de la asociación cultural «Il Respiro», un proyecto de educación alternativo a la escuela tradicional para niñas y niños de 5 a 11 años. Una de las actividades didácticas y de experiencia con el entorno contempla aprender de la ciudad; en esta se planifican recorridos temáticos en base a las distintas ramas de conocimiento (historia, literatura, geografía o ciencia). En estos recorridos las maestras cuentan a los estudiantes la vida e historia de los personajes que nombran las calles, describen las ciudades y regiones, sitúan los períodos artísticos según los estilos de las edificaciones, hablan de las plantas y de las especies de árboles que se encuentran al paso y de las aves que los anidan, recuerdan viejos comercios y cuentan anécdotas del lugar. Se aprende de civismo, se discute de buenas o malas prácticas urbanas en cuanto a movilidad y tráfico. El paseo por la ciudad se convierte en una narración donde se intercambian curiosidades mientras se descubren historias y significados a cada paso.

 

En artículos anteriores os hablaba del aprendizaje desde dos ámbitos, uno a través de la relación con el diseño del espacio y otro a través de la naturaleza. Hablar de ciudad y traer el ejemplo de un proyecto real y activo en el ámbito de la formación sirve, entre otras cosas, para demostrar que otra escuela es posible. El concepto de aprendizaje debe ser “3D”, sensorial, perceptivo, sensible, estimulante y reflexivo, porque no se trata solo de almacenar información, de aprobar exámenes o de memorizar datos, sino de experimentar, transformar y vivir esa masa informe y extensa de datos e información.

Por:
Arquitecta con especialización en urbanismo, paisaje y edición editorial. Después de trabajar en distintos estudios de arquitectura me desempeño de forma independiente. Me dedico a la investigación en el campo de lo urbano, la ciudad, la movilidad, el espacio público, el paisaje y lo social; todos estos son algunos de los temas sobre los que escribo. Colaboro como divulgadora en medios digitales; soy co-editora en la plataforma Urban Living Lab y corresponsal en La Ciudad Viva y en Arquitasa. Registro mis reflexiones en mi blog y comparto en twitter como @gaudi_no

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